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Hyunjin tenía un tic nervioso en el ojo, y la causa del movimiento involuntario tenía nombre y apellido: Kim Seungmin.

Seungmin olía a él, seguía oliendo a esa cosa que no era para nada dulce. Se suponía que había dicho que se daría una ducha para quitárselo, pero una sola inhalada bastó para confirmar que no se había esforzado en borrar los restos con su propio olor.

—Te ves tenso, ¿Quieres agua?—le ofreció en un susurro, pasando por en frente una botella. Hyunjin se volteó a la derecha, analizando la sonrisa de Seungmin—Es mineral.

—No, gracias—se bajó las mangas del suéter nervioso, no sabía cómo reaccionar. Se había pasado gran parte de la noche en el trabajo pensando en cómo comportarse con la peculiar personalidad de Seungmin, en clases parecía un estudiante común, uno tierno y amable, pero en el trabajo, vestido de un implecaba traje, le intimidaba. Por lo que sumado a la confusión de olerse en Seungmin, le jodía la cabeza.

—Está helada—el castaño se encogió de hombros—La dejaré aquí por si quieres.

¿Ya había dicho que estaban sentados juntos? Por la mañana había llegado con la intención de acercarse físicamente a Seungmin, aunque eso sea sentarse a su lado durante las clases que compartían, nada más unos metros de distancia sin cruzar palabras. Sin embargo, todo se arruinó cuando entró al auditorio y notó de forma inmediata a Seungmin, sus ojos se unieron como imán.

—¿Seguro estás bien?—le preguntó de pronto.

—Claro—ayer se veía incómodo con la situación, en cambio, ahora parecía divertirle. Hyunjin se inclinó en la mesa, no había estado escuchando desde hace media hora al profesor—Rélajate, solo tú puedes saber a quién pertence, los demás solo lo sienten ligero, lo normal.

Pertencer.

No dijo nada, si admitía que le había calmado lo dicho dejaría que la boba sonrisa de suficiencia de Seungmin ganara.

—¿De verdad no quieres agua?

—¿Tienes algún problema con el agua?—le preguntó en respuesta.

—Solo quiero que te alimentes bien—le estaba manipulando con es ternura, los ojitos de cachorro brillando en simpatía—Ten.

La bebió sin rechistar, extrañamente Seungmin siempre terminaba las conversaciones, su palabra final era lo definitivo. Hyunjin se bebió la botella de un sorbo, había olvidado llevar la suya debido a que llegó de madrugada del trabajo y no encontró la botella por la casa, así que tuvo que salir casi corriendo a la universidad.

Se pasaron el resto de la clase en silencio, con Hyunjin anotando de vez en cuando en su cuaderno lo más importante, olvidando que se perdió la primera hora de clases por pasársela sobrepensando las cosas; era simple al final de cuentas, Seungmin estaba tratando de ser cómodo, de verlo y sonreírle. No es que a Hyunjin le molestara, sino que le agradaba que fuese un tipo de persona que se preocupara por los sentimientos ajenos, lo que le hacía temblar el párpado era el no saber qué diablos debía decir, cómo, cuándo y dónde.

—Nos vemos—Hyunjin se despidió con un gesto de mano, obligándose a mostrar una sonrisa. Seungmin se volteó y caminó a las escaleras, perdiéndose de vista—Uff.

—¿Uf qué?—dio un salto asustado, llevándose la mano al pecho al sentir la respiración de alguien en su nunca—Ay, me asustas.

—Siempre te asustas—Jeonjin rió y le tomó del brazo, arrastrándolo a la cafetería—Hoy invito el almuerzo.

—Bien, yo pago las bebidas—entre chistes que Hyunjin no entendió (le costaba comprender el denso humor de su amigo) llegaron al ajetreado lugar repleto de universitarios con depresión, insomnio, estrés, ansiedad y con cero ganas de seguir viviendo. Hyunjin se apiadó, los primeros años eran horribles, agradecía haber pasado esa estapa.

—Oye, Hyune...

—¿Si?—le dió un mordisco a su pan distraído ¿Estaría bien que en la siguiente clase se volviera a sentar con Seungmin? Quizá era pasarse de la fina línea que los unía.

—¿Por qué te sentaste junto a Kim Seungmin?—dejó de masticar al escucharlo, sonrojándose—¿Te gusta?

—Por supuesto que no, es...es un amigo—creo—además, soy heterosexual.

—Mh, sí, se me había olvidado ese detalle—Hyunjin dio un mordisco pequeño a su comida, presentía que su amigo tenía más preguntas—¿Desde cuándo eres su amigo?

—Hablamos en el trabajo, es un buen muchacho—y no era mentira—¿Por qué la curiosidad?

—Es que fue repentino, no eres de los que hacen amistades por gusto.

—No soy un amargado—Hyunjin resopló,  que no saliera a fiestas o que no se pasara la tarde conversando con sus compañeros en la biblioteca no lo convertía en un pesado o aburrido, solo era un poco más apartado de la población estudiantil, tenía otro tipo de preocupaciones.

La sonrisa socarrona de Jeongin le transmitió lo contrario. Hyunjin se contrajo, en su estómago se estaba formando una bola de amargura por culpa de la inseguridad ¿Realmente era un tipo aburrido? Bajó la cabeza a la comida, se le había quitado el apetito.

—¿Que harás en las vacaciones? Con los chicos arrendaremos una cabañan en la playa—le miró demsotrando ponerle atención aunque su cabeza andaba en otro planeta—Por si quieres unirte.

—No me puedo, tengo que trabajar.

—Siempre trabajas—Hyunjin se mordió la lengua, se consideraba alguien con mucha paciencia, paciencia que Jeongin estaba probando. Decidió que era mejor dejar que Yang continuando hablando sobre diversión, de vacaciones y de lo cansado que estaba—¿Te veo mañana?

—No, debo recoger a mis sobrinos de la guardería.

—Ah, que te vaya bien—Jeongin le tocó el hombro al irse, gritando a viva voz el nombre de uno de sus amigos que iba paseando por en frente—¡Hey, Mingi!

Hyunjin se levantó apurado, tenía quince minutos para ir al baño, lavarse los dientes y partir a la siguiente clase, luego tendría que tomar un bus a la cafetería y hacer lo que le quedaba de trabajo pendiente de la práctica en la empresa.  Calculó el tiempo que le tomaría hacer los informes, si no había mucha clientela podría hacerlo en el horario laboral, así se dormiría temprano y mañana después de clases podría ir con nuevas energías a buscar a Jaebeom y a Yujin, hasta podría invitarlos a comer si es que no sentía que el mundo se le venía encima.

Hyunjin no pensó que estaría deseando que el día del crucero llegara, desde que tenía memoria se había hecho cargo de llevar comida a su hogar, con la muerte de sus padres y el embarazo de su hermana tuvo que arreglárselas para trabajar y estudiar al mismo tiempo, su cuerpo estaba acostumbrado a soportar cuatro horas de siesta al día, pero últimamente le era difícil levantarse por las mañanas y animarse mentalmente a continuar viviendo con una sonrisa en la cara. En un espacio muy profundo de su corazón se preguntaba cómo serían esos días junto a Seungmin, sin fingir que no estaba agitado, sin pretender que se sentía bien. Seungmin estaba medio equivocado con eso de que su rostro era "sincero", el pelinegro no creía que fuese ese sincero que Seungmin necesitaba, no obstante, muchos le habían dicho que era fácil confiar en él, así que cuando Kim murmuró esas palabras antes de firmar el contrato, no le quedó otra más que aceptar que quizá la gente tenía un poco de razón.

Ah, qué lío. Hyunjin ordenó sus pensamientos, se había ido por las raíces.

𝐛𝐢𝐭𝐞/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora