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Seungmin habló con su familia al día siguiente cuando llegaron al puerto por lo que le ocurrió a Kang, su tío le dijo por teléfono qué por qué no le había pegado más fuerte. El castaño sonrió negando, su tío odiaba secretamente a la familia Kang, según él ellos eran la mierda de sus zapatos, y Seungmin no podía estar más de acuerdo, aunque sus dos abuelos dijeron lo contrario.

Sus abuelos se oían...cansados más que enojados, aunque era jóvenes para su edad no lo regañaron como solían hacerlo, fue algo más agotado y rutinario de lo que pensó que sería reventarle el rostro a Kang, y es que pensándolo bien puede que estén acostumbrados a saber que se agarró a pelear con alguien, ellos piensan que no cambiará. Su familia no quiere que siga los mismos pasos de violencia, cosa que Seungmin admitía que era buena idea, pero la ira y las crisis eran difíciles de evitar.

Desde que era pequeño su abuelo paterno le decía:

"Yo resuelvo los trabajos sucios, tú debes comportarte como un heredero amable" Seungmin esa vez tragó nervioso sosteniendo la otra mano de su abuelo, la del lindo y simpático que le daba galletas a escondidas. Su familia esperaba mucho de él, y a los siete años no sabía si sentirse halagado o presionado, tal vez más presionado.

Todos sabían que Seungmin era capaz de darle su merecido a alguien, lo habían criado perfectamente para hacerse cargo de sus propios asuntos, ya sea de forma directa o indirecta mediante otros. El problema era que sus abuelos y tíos no querían que trajera de vuelta los antiguos rumores a Corea de la mafia, se suponía que estaban "limpios",  y si salía en los medios de comunicación que le había dado una golpiza al alfa heredero de los Kang y accionista de las empresas de su familia, tacharían a los Kim como agresivos, delincuentes, sin modales y hasta podrían hacer investigaciones y reportajes de los viejos viajes que sus dos abuelos hacían cuando comenzaba con el lavado de dinero entre Europa y Asia, y es que aunque solo fueron rumores en la prensa, podrían arruinar la reputación de la compañía, compañía que Seungmin heredaría en unas horas oficialmente.

No podía arruinar su futuro y el de todo el clan. El aumento de dinero desde que se puso al mando hace dos años creció, lo que favoreció el mercado en Italia de su familia, era una importante y gran ganancia la que Kim Seungmin hacía en Corea, el resto de sus primos y tíos necesitaban de eso para poder procrear en sus asuntos. Asuntos de los cuales Seungmin gracias al cielo no tenía ni la mínima idea,  bueno, gracias a su padre, que en el testamento aparecía que su hijo no cumpliría las funciones del próximo progenitor debido a los riesgos que implicaba, y sumado al caso del secuestro y todo lo que se vino encima, sus abuelos aceptaron fácilmente que no formaría parte del sentido "completo" de la economía, así que lo convirtieron en lo que era ahora; un hombre que luchaba contra otro para conseguir el puesto de presidencia de cada una de las marcas de los Kim en el mercado.

Seungmin lo iba a conseguir, no dejaría que nada malo sucediera para que sus abuelos dudaran de su talento y confianza.

—¿Por qué tienes esa expresión de maldad?

—Es mi expresión natural—respondió volviendo a la naturalidad y recibiendo con gusto el abrazo de espalda de su pareja. Hyunjin era grande y eso le gustaba, le gustaba demasiado que no llegaba a ser sano.

—Eres hermoso, cariño—susurró contra su cuello, dejando un pequeño beso. Seungmin no dijo nada, adoraba poder quedarse en silencio cuando se quedaba sin palabras, a Hyunjin no parecía incomodarte ese aspecto de su personalidad—¿Por qué hay tantos?

Seungmin tosió, Hyunjin se refería a los guardias.

—Protocolo—mintió mirando atento a cómo Minho saludaba a sus compañeros, Seungmin reconocía vagamente a algunos, desde hace años no los veía, la mayoría de ellos italianos nativos. Lo supo de inmediato, el tatuaje en su cuello los delataba, el mismo que tenía Minho en el lado derecho, por encima de la glándula.

𝐛𝐢𝐭𝐞/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora