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La navidad siempre es lo más esperado, Minho sabe que le queda poco tiempo antes de que sus padres se den cuenta de que ya no cree en santa clous porque ya tiene trece, así que hace la mejor carta posible para que ellos se convenzan de que su creencia sigue latente, lo que pide es simple; quiere una consola de videojuegos, Minho es un niño simple que no siempre pide muchas cosas, pero como es su último año pide algo más; ropa, sí, ropa de marca, y es que Minho no solo pide un conjunto, es un niño que pide montones de ropa que quizás sus padres pregunten el porqué si él ya tiene, y no muy barata, pero Minho tiene pensando varias cosas. Ha ahorrado dinero, realmente lo ha hecho y compra regalos caros, no para sus padres, sus padres ni siquiera tienen en cuenta que él haya comprado regalos para navidad, Minho los ha comprado para Jisung y sus dos amigas que han empezado a incluirlo después de tanto rechazo, es navidad, lo importante es repartir obsequios que se hicieron con todo el esfuerzo del mundo.

Mientras espera que oscurezca recuerda la plática que tuvo con Jisung días antes, aquella donde le pidió que hiciera una carta para el hombre barbudo que traía regalos, claro que Jisung ya no cree en él, de hecho nunca lo hizo pero Minho como todos los años le pedía que hiciera una carta para incluirla en la suya, de ahí salían los montones de ropa en ese año, quería consentir a Jisung en la última navidad con santa.

A Minho no le gustan las galletas de jengibre, sabe que son famosas y navideñas pero las detesta, simplemente su sabor no deja de convencerlo, aún así su madre siempre se pone a cocinarlas con la ayuda de las mucamas, no importa cuanto le diga que no quiere comerlas, no importa cuanto le diga que ni siquiera santa quiere comerlas, ella siempre las hace todos los años y las mucamas terminan llevándoselas frías y correosas a sus casas. Ni siquiera a Jisung le gustan.

Su padre casi no está en casa, pero siempre llega en noche buena, justo antes de cenar y Minho se lo agradece porque si no sería escuchar un quejar eterno de su madre hablando por teléfono con su abuela, prefiere que todo sea tranquilo. Esa navidad la pasan en familia, no hay fiesta ni nada parecido, sólo una cena tranquila esperando a que sea media noche.

Revuelve su cena sin muchas ganas de comer, realmente está aburrido porque nadie habla, sus padres de vez en cuando sueltan algunas palabras para después ignorar y seguir comiendo, es cuando una mucama se acerca que los tres elevan la vista.

—Señores Lee, es una llamada— la empleada tiene en sus manos el teléfono, su madre está a punto de tomarlo cuando la mujer sigue hablando. —Para el joven Minho.

Incluso Minho está sorprendido, sus padres dejan que se levante de la mesa para que conteste a la llamada, se aleja dirigiéndose a la sala y pone el teléfono en su oreja aún curioso.

—¿Hola?— pregunta esperando respuesta, del otro lado se escucha un suspiro.

—Feliz navidad, Minho.

La sonrisa de Minho aparece, es tan amplia que incluso quiere reír, es la primera vez que Jisung le habla, incluso cuando le dio el número de su casa hace dos años el menor jamás habló.

—Feliz navidad— le dice con todo el cariño del mundo. —¿Dónde estás?— le pregunta porque si bien recuerda Jisung no tiene teléfono en casa.

—No te importa— responde. Minho mira por la ventana solo para asegurarse de que está helando afuera, la temperatura es muy baja y el viento solo lo empeora. —Estoy bien.

—¿Estás seguro?— Minho coloca una mano en la ventana y la retira de inmediato, hace demasiado frío. —Si estás afuera...

—¡Estoy tratando de hacer algo lindo por ti!— le grita haciéndolo callar, el suspiro es bastante claro. —Estoy bien, no me arriesgaría a salir al frío sólo por ti. Deja de ser tan exagerado. Estoy en casa.

Minho se queda callado un momento tratando de convencerse a si mismo. Suspira y abre la ventana dejando que el frío entre, sus padres siguen cenando, se pone su abrigo y toma otro para cubrirse mejor, quiere sentir lo que Jisung para saber si él lo aguantara.

—¿Sabes? Estoy bajo un muérdago— le dice con voz calmada, escucha el quejido de Jisung. —Deberías mandarme un beso— a pesar de que no lo puede ver sabe que Jisung ha hecho una mueca, lo conoce, sonríe y espera respuesta, se acerca a la ventana y se trepa sentándose en ella.

—No te mandaré un beso.

—Entonces cuéntame un deseo, lo lindo para que cuente. Me quedaré callado para escucharte, desde ahora mis labios están sellados.

Jisung suspira y comienza;

"Deseo que sigas teniendo tanta paciencia conmigo, que no dejes de venir a buscarme, deseo que..." Pierde parte del monólogo, por eso debe ser rápido, porque quiere escucharlo todo, porque no quiere que los deseos de Jisung sean olvidados por la línea telefónica. "Quiero que seas tan feliz como tú me haces feliz... Deseo algún día poder regresarte todo lo que has hecho por mí."

—Yo deseo que no me vuelvas a mentir.

Minho respira agitado, ha corrido bastante rápido a pesar de que la distancia no es muy larga, la luz de farol pedestal los alumbra, es el único teléfono público que conocen Jisung y Minho. El menor cuelga con tranquilidad, sin girarse a ver a Minho, su ropa nunca ha sido la mejor, casi no tiene abrigos y Minho lo sabe. El viento sopla demasiado frío. Por fin Minho se acerca y Jisung se gira a encararlo, recibe la bufanda y el abrigo del mayor, no hay palabras, sólo el aullido congelado.

Es la navidad de sus doce años en la que escapa de casa por un momento, no es una travesía, sólo un pequeño recorrido que hace para encontrarse con Jisung. Es la primera navidad donde Han Jisung lo abraza por cuenta propia, como un regalo navideño o quizás de agradecimiento.

—Feliz navidad, Jisung.


Life Love ❣︎ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora