ENTP x Reiji (ISTJ)

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Un buen día, claro que sí. ¿Por qué? Porque hoy es día de debate; día de contraargumentar cualquier teoría que exponga mi compañero. No es que me gusten las peleas, pero... El simple hecho de poder contradecir, de expandir mi capacidad informativa, de encontrar siempre la última palabra... Bonito, ¿verdad? 

Abrí la puerta de la clase y encontré todas las mesas ocupadas. La parejas ya habían empezado sus conversaciones, cada una con su moderador correspondiente. Esa persona intermediaria era la encargada de limitar los turnos de palabra y decidir finalmente quién había ganado el debate, puesto que no existía realmente un público o jurado completo que decidiese de manera objetiva. Así pues, analicé el salón. A ver, a ver... ¡Oh! Ahí está mi próxima víctima.

Un chico de pelo azabache y gafas rectangulares esperaba sereno en su silla a que alguien se acercara. Algunos compañeros miraban de reojo, inquietos. Tampoco tenían pareja, pero no parecía gustarles la idea de juntarse con él. ¿Por qué? Curiosa, avancé hacia el grupo de susurrantes, intentando acallar mis preguntas.

-¿Por qué estáis mirando a ese chico? Podríais poneros con él, ¿no?- Cuestioné, posando la mano derecha en el hombro de una muchacha.

-Sí, bueno... La realidad es que ese estudiante de tercer año ha ganado a todos los que han decidido debatir con él, y nuestro aprobado depende de esta actividad práctica, así que...

¡Vaya! Ahora sí que se ha puesto la cosa interesante. ¿Siempre ha ganado? Menudo misterio. Habiendo captado mi total atención, corté la distancia entre el chico y yo. Dejé mi maletín junto al asiento y me senté delante suya. Noté cómo su mirada me recorría las facciones de la cara, escudriñando los ojos de manera analítica.

-Como me sigas mirando de esa manera vas a gastarme el rostro.- Bromeé, con una sonrisa.

-¿Por qué te has sentado conmigo?- Interrogó, ignorándome.

-Porque estás en la asignatura de debate, ¿tal vez? Eres el único disponible y me han llegado comentarios sobre tu brillante reputación.

-¿Reputación?

-Sí, sí.- Asentí.- Al parecer, eres famoso aquí por no haber perdido nunca un solo debate. Eso me ha llamado mucho la atención.

-¿Y eso?

-Porque yo tampoco he perdido ninguno. Resultaría fascinante poder comparar nuestros conocimientos y estimular la mente, ¿no crees?

Frunció el ceño. No parecía estar muy conforme con mi actitud. Aun así, percibía cierta conformidad y entretenimiento en lo más profundo de sus pupilas.

-De acuerdo.- Respondió, finalmente.- Seré tu oponente.

Enderecé la espalda y junté las manos. Ofrecí una segunda sonrisa y vi cómo sacaba un pequeño papel de la caja donde estaban las temáticas de los debates. Lo desdobló y leyó su contenido en voz alta: "El aspecto físico e imagen social como regulador de la reputación". A continuación, nos ordenaron adoptar posturas.

-Preferiría ir a favor de la imagen social.- Comentó el muchacho, decidido.- Si no hay inconveniente, claro.

-Por supuesto que no. De hecho, yo quería ir en contra, así que estupendo.

-De acuerdo, entonces. Si todo está organizado, en tres... Dos... Uno... ¡Comiencen!- Exclamó el moderador.

Y así fue cómo el gran estudiante de tercer año cavó su propia tumba. Sus argumentos eran tradicionalistas, llenos de falacias que apelaban a las costumbres y la supuesta grandeza escondida en la etiqueta de las altas clases. A pesar de que sonaba profundamente auto-conmovido por sus propias palabras, no efectuaban el mismo sentimiento en los espectadores que se iban apelotonando a nuestro alrededor. Una y otra vez le sacaba un argumento que echaba abajo el suyo, sin mencionar en ningún momento el golpe mortal de la falacia. Le dejé hablar y hablar. Estaba tan absorto en sus propias creencias que se olvidó del papel que jugaba la autocrítica. Llegó un momento en el que, entretenida por su gran determinismo incrustado, me recosté en la silla y crucé de lado las piernas, riendo para mis adentros. Finalmente, cuando ya me cansé del paripé, asesté la puñalada que llevaba guardando desde el principio.

-¿Algo que añadir como último intento de contraargumentación?- Preguntó el moderador.

-Sí.- Respondí.- Señor... ¿Se ha dado cuenta usted de que todos sus argumentos se basan en el sustrato de la tradición y que, por tanto, son completas falacias carentes de veracidad social, política, económica y jurídica?

El silencio se hizo en la sala. Juraría ver una grieta formarse en uno de los cristales de las gafas del  muchacho.

-¿Qué?- Musitó, pálido como un fantasma.

-Ahora que lo dice, señorita.- Comentó el intermediario.- Ciertamente ha tocado continuamente el campo de falacias. Vaya, eso le pone en un lugar comprometido. Y, además, mucho me temo que, habiendo gastado ambos sus turnos de argumentación, hemos llegado al final de este intenso y apasionante debate. Déjenme un momento para organizar la información y en breves instantes les comunicaré el ganador.

-Claro, por supuesto. Muchas gracias.- Despedí, moviendo la mano en el aire con tono amistoso.

El muchacho y yo nos quedamos solos en la mesa. A pesar de que seguía en la misma postura que al inicio de la conversación, su aura desprendía furia y resignación. Era tan negativa que el público se disipó en cuestión de segundos.

-¿Desde cuándo supiste que estaba diciendo falacias?- Cuestionó, fulminándome con la mirada.

-Pues... Desde el principio, más o menos.

-¿Y no me dijiste nada?

-¿Debería haberlo hecho?

Abrió la boca en señal de reprobación, pero el moderador volvió con el resultado del debate y una brillante sonrisa pegada al rostro.

-Me alegra anunciar que... ¡Ha habido un empate!

Los ojos se me quebraron como finas láminas de hielo al caer contra el suelo. ¿Un... Empate? Incrédula, fui incapaz de formular una sola palabra. Ante mi reacción, el estudiante curvó las comisuras de sus labios en una sonrisa burlona.

-Vaya. No era el resultado que esperaba, pero es mejor que la derrota.- Añadió, acomodándose las lentes con ayuda del dedo índice.

Al ver que seguía sin decir nada, el muchacho se levantó de su asiento y se acercó a mí.

-Espero que, al igual que yo, te lo hayas pasado muy bien durante este ESTIMULANTE debate. Aguardaré con ansia la siguiente partida, y te aseguro que no quedará en un empate.- Despidió, deslizando su mano derecha sobre mi hombro.- Por cierto, me llamo Sakamaki Reiji. Ha sido un placer participar con... Usted.- Pausó.- ¿Podría decirme su nombre, señorita?

-MC...- Respondí, mirando a la nada, todavía asimilando lo que había pasado.

-Interesante nombre para tan interesante persona.- Finalizó, abriéndose paso entre los alumnos y saliendo de la sala.

♊DL One-Shots♊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora