♈Aries x Ruki♈

1.4K 91 11
                                    

Ruki's POV

Hoy era el cumpleaños de (T/n). Tenía pensado ir a comprarle un regalo especial, pero para mi sorpresa no se quería separar de mí. Reconozco que yo tampoco quería alejarme de ella. Mis ojos ardían cuando no veían su figura y mi corazón se rompía por momentos al no sentirse cerca del suyo. Era pésimo demostrando afecto en público. Hasta Kou es más abierto con ella sin ser su pareja. Baldado y pesimista, alcé la cabeza para divisar un libro que captó mi atención. Vaya... Ovidio...

-¿Qué estás mirando?- Preguntó mi amada, con una sonrisa capaz de conquistar a cualquier mortal.

-Esa obra de ahí.- Contesté, señalando el libro.-"Las Metamorfosis", de Ovidio.

-¿Nunca lo has leído?

-No. ¿Tú sí?

Asintió energéticamente y levantó el brazo para alcanzarlo. Lo cogió y luego lo posó en mis manos.

-En latín le echamos un vistazo el otro día.

-¿Y te gustó?

-Me encantó. Creo que mi poema favorito es "Apolo y Dafne".

-Entiendo. Tal vez un día lo compre.

-¿"Un día"? ¿Por qué no ahora?- Insistió.- Te encanta leer, ¿verdad?

Negué con la cabeza y lo devolví a su sitio. Sería una oportunidad agradable traer semejante pieza de literatura a casa, pero llevaba encima el dinero justo para su regalo. No iba a desperdiciarlo en caprichos innecesarios. O al menos, no hasta que cumpliera mi objetivo principal. Lo cual, a decir verdad, iba a ser bastante complejo porque me agarraba del brazo y me llevaba a todos los sitios que se le ocurrían. Ciertamente le prometí que la acompañaría a sus destinos favoritos, mas nunca imaginé que le pusiera tanto ímpetu y esmero en enseñarme lugares especiales para ella. Suspiré mientras caminaba a su lado y resguardé mi mano en el bolsillo derecho, donde reposaba el dinero que planeaba gastar en ella. Necesito una excusa o se quedará sin regalo.

-Estás inusualmente callado hoy, Ruki.- Dijo, de repente, parando en seco.- ¿Te ha pasado algo? Sabes que puedo escuchar tus problemas y apoyarte cuando lo requieras.

-Oh, no, no es nada.

-¿Seguro? No pareces demasiado conforme con tu respuesta.

-Sí, vamos.

Un rato más tarde, pasamos delante de una tienda peculiar. Era algo de objetos antiguos. Creí que no había llamado su atención, sin embargo, se quedó prendada del escaparate. Sus ojos brillaban cual diamantes y sus labios se curvaban solos en una gentil y cariñosa sonrisa. ¿Qué tenían de especial esos cachivaches? Ni siquiera eran tan especiales. No hay coleccionista que quisiera comprar algo ahí. Nada tenía el suficiente valor. Además, el precio era extremadamente bajo.

-¿Entramos?- Pidió, tomando mi mano.

-Como quieras.

Nunca podía resistirme cuando cogía mi mano y lo suplicaba de esa manera. Mi única debilidad eran sus ruegos. A mis oídos eran simples baladas tocadas por los mismísimos querubines. La palabra "no" desaparecía de mi vocabulario cuando esa boca rosada imploraba cualquier cosa.

Examinó minuciosamente cada ápice de la tienda, maravillada por el contenido de esta. Yo simplemente me dediqué a seguirla, esperando el momento de la salida y poder comprar el regalo que merecía. Desde hacía tiempo había buscado por distintas joyerías collares que favorecieran su expresión. Ninguno estaba a la altura hasta que encontré el que tanto ansiaba. Era caro, muy caro. Pero merecía la pena si con él la hacía feliz.

-¡Mira esto, Ruki! ¡Es una caja de música antigua con una bailarina dentro!- Exclamó, emocionada.- Se parece muchísimo a una que tenía de pequeña. Era mi favorita hasta que un día dejó de funcionar y mi madre la desechó.- Confesó, con la cabeza agachada.

-Oh... Bueno, no te preocupes, hoy no es día para pensar en recuerdos tristes. Es tu cumpleaños después de todo, ¿no?- La animé, posando un suave beso sobre su melena.

-Supongo que tienes razón.- Murmuró.- Me haría tanta ilusión poder tener otra... Sería muy feliz.

¿Qué? ¿Feliz,con esa cosa vieja? Abrumado y confundido, quedé en silencio. ¿Esto le haría sonreír más que el collar? Pensé detenidamente sobre ello. Para mi sorpresa, (T/n) salió corriendo de la tienda y se paró justamente en la puerta. Una chica que supuse que era su amiga la abrazó y comenzó a hablar eufóricamente con ella.

Tal vez sea este el momento idóneo para comprar el regalo perfecto. No es el más caro, no es el más bonito, no es el más lujoso, ni el más nuevo. Pero hizo que sus ojos brillaran. ¿No es ese el propósito de un regalo? A veces no entendía sus sentimientos o su manera de pensar. Sin embargo, ahora lo hacía. Aproveché que estaba fuera con aquella muchacha para pedirle al dueño que envolviera la caja de música y me la cobrara.

Cuando terminé, salí fuera. No me gustaba la idea de hablar con otros humanos, pero se trataba de una amiga suya. Supongo que es importante para ella, así que la saludaré yo también si con eso se siente bien.

-Hola. Soy Ruki Mukami, la pareja de (T/n).- Dije, estrechando su mano.

La muchacha me saludó de vuelta educadamente y le ofreció un pequeño detalle a la cumpleañera. Al parecer no soy el único que quería darle algo. Al rato, otra chica paró junto a nosotros y le dio un rápido beso en los labios a la amiga de mi amada.

-Eh, (T/n), no te la he presentado nunca, ¿verdad? Es Leyla, mi novia.- Comentó, alegre.

-¡Oh! ¡Qué gran noticia! Un día quedaremos y hablaremos muchísimo más, ¿qué os parece?

-Por mí bien, cielo.- Contestó Leyla, enganchada al brazo de su pareja.

-De acuerdo, pues nos vemos. ¡Hasta luego!- Despidió, feliz.

Una vez las dos chicas se fueron en dirección contraria, volví a coger su mano. Me miró confundida y ladeó la cabeza.

-Quiero enseñarte algo antes de volver a casa.- Confesé.

-¿Y qué es?

-Ya lo verás.

Hice que me acompañara hasta uno de los parques donde más tiempo pasamos. Era ya de noche, por lo que no había casi nadie, pero la luz de la luna era radiante; y el ambiente idóneo.

-Una vez me preguntaste que si algún día te enseñaría a bailar. ¿No es así?

-Sí.

-Puede que hoy sea ese "algún día".

Una exclamación ahogada salió de su boca y la tapó, sin poder creerlo. Sonreí y puse una música lenta y armoniosa.

-Bella dama, ¿sería usted tan amable de concederme este baile?- Le pregunté, con una reverencia.

-Dios mío, Ruki. No tengo ni idea de cómo moverme, te voy a pisar todo el rato.- Quejó, llevándose las manos a la cabeza.

-Para levantarse hay que caer. Estoy contigo, no pasará nada. Aprenderás poco a poco, tranquila.

Nerviosa, se acercó a mí.

-Pon tus brazos alrededor de mi cuello.- Le ordené.

-De acuerdo.

-Ahora posaré mis manos suavemente en tu cintura, ¿vale?

-Vale.

Nos balanceamos al ritmo de la música. Reconozco que para no saber nada de baile lo ha hecho bastante bien. Le enseñé unos cuantos movimientos no muy difíciles y disfrutamos de una hermosa cita. En medio de los fallos o cuando me dedicaba miradas afectuosas, la besaba tiernamente. Posiblemente este sea uno de los mejores días de mi vida. Y lo mejor es que todavía no había terminado. Un regalo la aguardaba y, por supuesto, una cena en el huerto de Yuma. ¿Se puede amar tanto a alguien? Cuando ella reía, yo lo hacía; cuando las lágrimas recorrían sus mejillas, mi corazón se rompía en miles de pedazos; cuando me besaba, el paraíso se abría a mis pies; cuando su mano acariciaba mi piel, un escalofrío inundaba mi cuerpo entero. Ella era quien daba color a mi monótona y fría vida. Cariño, ni las flechas de Cupido podrían haberme hecho más preso de tu amor.

♊DL One-Shots♊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora