CAPITULO 7

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Unos nuevos rostros.

Narra Leda.

–¿Ya sabes lo que quieres hacer en navidad? –Gabe iba conduciendo rumbo a mi casa, después de la visita con Sabella me sentía más tranquila, quería descansar, Gabe se iba a quedar conmigo todo el día. Alce sobre mis manos la piedra que tenía en mis manos, estaba un poco más grande que la de Gabe, pero tenía el mismo color, era una piedra preciosa. Sabella tenia muchísimos tipos de cuarzos, antes de irnos me dio a escoger la piedra luna que yo quisiera, según ella era una buena forma de iniciar mi energía con ella, intentando descifrar cual era la indicada para mí. La guarde en el bolso de mi chaqueta junto con un frasco pequeño, el líquido que este lleva dentro es para la entrada de mi casa, para evitar que el oscuro se vuelva a acercar. Mire a Gabe.

–Papá quiere hacer una cena, igual que siempre, pero me dijo que si yo quería salir en esta ocasión contigo a cualquier lugar lo podía hacer.

–Que buena onda, ya no tengo que pedir permiso –sonrió victorioso.

–¿De qué hablas?

–Altenea estará aquí hasta el próximo año, pensaba que hiciéramos algo, quizá ¿en la playa? Un chapuzón en la noche a vísperas de navidad y noche buena. ¿Qué dices?

–El agua debe de estar heladísima

–Eres muy aburrida, ¿te lo han dicho?

–En muchas ocasiones –le guiñe el ojo y el soltó una risa.

–Bueno ¿tienes una idea en mente?

–Ni siquiera te eh dicho que sí.

–A quién le iba a pedir permiso de llevarte era a tu papa, no a ti –me sorprende la forma en la que él es, siempre suele ser espontaneo y tiene miles de sorpresas dentro de sí mismo, llegamos a casa y me baje del auto camine a la puerta y coloque unas pocas gotas del frasco en la madera del piso, luego deje posando mi chaqueta en el brazo mientras abría la puerta, Gabe se quedó en el auto porque Altenea le marco para confirmar la cena de hoy, me aviso que ya me alcanzaba así que deje las llaves en la mesa de la entrada y me quede parada dándole la espalda a la puerta para leer unos sobres que llegaron.

–Buenas tardes –la voz de un hombre hizo que mi girara rápidamente hacia atrás.

Estupefacta quede, peor aún, pero no sé cómo describirlo, un hombre alto y gordo parado frente a mí, era un hombre pelón y unas ojeras abarcando hasta sus pómulos, las arrugas invaden gran parte de su rostro. Una sonrisa macabra de expande por el mismo y sus ojos están más abiertos de lo común ¿acaso estaba drogado? Su cabello luce como si hacía días que no se baña. Tiene puestos unos pantalones de mezclilla cortados hasta las rodillas, una playera de resaque y encima una camisa mal abotonada de color azul. Pero que mensa, ni siquiera disimule mi viaje por todo su aspecto. Lo mire directo a los ojos.

–Buenos tardes, señor. ¿se le ofrece algo? –mire hacia sus manos, frente a él tenía un guiso en un refractario, los extendía hacia mi ofreciéndomelo.

–Si señorita, mi nombre es Thomas, Thomas Britt, un gusto, acabo de mudarme a la casa de al lado y quería venir a ustedes para presentarme –intentó dar un paso hacia delante para entrar a mi casa y mi corazón se aceleró, me causo mucho miedo su mirada, como si de un jaguar se tratase mirando a su presa apunto de atacar.

–Buenas tardes –interrumpe de milagro Gabe acercándose a la puerta y deteniendo al hombre–. Yo soy Gabe, ¿se le ofrece algo?

–Si –el tipo retrocedió un poco y lo miro de pies a cabeza–. Le decía a su novia que soy el nuevo vecino y venía a presentarme con un guiso, especialidad de mi familia –se lo extendió a Gabe y este lo acepto sonriéndole.

"Entre la vida y la muerte" +21 || COMPLETA, CORRIGIENDO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora