Luché furiosamente, pero me hundía más y más profundamente. El agua helada ralentizó mis movimientos, mi pecho ardía, pidiendo aire, mis lágrimas de desesperación se fundieron en el agua oscura y helada que me rodeaba.
Traté de llegar a la superficie, pero no pude ver nada. No sabía dónde estaba, la agonía se apoderaba de mí, mis gritos desesperados se ahogaban, ¡me iba a morir! Me estaba ahogando y congelando, muriendo segundo a segundo.
Una mano alcanzó mi muñeca y me tiró, sentí que el aire llegaba a mi rostro y pude respirar. Fui tirado en algún lugar seco, tal vez un bote. Aspiré el aire con fuerza, sintiéndolo entrar en mis pulmones. Estaba jugando allí en el suelo, mojando todo lo que me rodeaba, respirando de nuevo y viendo las estrellas brillar sobre nosotros.
– Estoy aquí, siempre estaré– susurró abrazándome.
– Gracias – susurré con la voz rota – ¡Me salvaste!
– Tú me salvaste antes – respondió con su voz profunda, seguíamos pegados, como si uno fuera la salvación – ¡No puedo perderte!
– ¡Tu no vas a perderme! – respondí, alejando sus rizos de su rostro, observando los dos esmeraldas que me devolvieron la mirada – ¡Te amo!
– ¡Yo también te amo! –me sonrió y le devolvió la sonrisa.
Inclinó su rostro sobre el mío y sus labios tocaron los míos...
Me desperté confundido, mirando a mí alrededor y tratando de recordar lo que había sucedido. Eso ha sido ¿un sueño?
¡Sin duda, ese fue el sueño más real de mi vida!
¡Prácticamente podía sentir su abrazo, sus caricias, sus labios en los míos! ¡Mi Zeus, todavía puedo olerte!
– Buenos días, Lou – la voz profunda vino detrás de mí, dándome tal susto, que salté a la cama casi me caigo de ella. Si Harry no hubiera tenido su brazo alrededor de mi cintura, no habría tenido tiempo de abrazarme, lo que me haría tener que volver al hospital para inmovilizar el otro brazo – Lou, ¿estás bien?
– Uh... Sí, me asusté – y me giré para mirarlo.
Estábamos acostados en la cama, cubiertos con un edredón beige, cara a cara. Solo entonces me di cuenta de que Harry no estaba usando una camiseta, dejando su pecho al descubierto, solo pantalones deportivos.
– ¿Cómo estás? – él me preguntó.
– Bien, creo – respondí un poco perdido en su belleza que era mucho mejor de lo que esperaba.
– ¿Te pusiste un poco agitado, tuviste pesadillas?
– Más o menos, no fue realmente una pesadilla, solo un sueño no tan bueno, pero considerando todo lo que sucedió, estoy en ganancias.
– Ven aquí – me envolvió la cintura y me acercó a él, haciéndome descansar mí cabeza en su pecho – No dejaré que nada te pase, ahora estás a salvo.
– Lo sé, gracias – murmuré, sintiéndolo acariciar mi cabello. El sentimiento fue muy bueno, en paz, tan diferente a como me sentí en mi sueño. Noté sus tatuajes, eran muchos y de manera desconectada, eran hermosos – Harry, ¿puedo preguntarte algo sobre sus tatuajes?
– Por supuesto, siempre puedes preguntarme cualquier cosa. – Levanté la cara y le sonreí – ¿Qué quieres saber?
– ¿Por qué solo tienes una golondrina? ¿No están en parejas?
– Sí, las golondrinas encuentran el amor solo una vez en la vida y son compañeras hasta que mueren, yo soy un Lupus y conmigo es más o menos así. Solo amaré una vez y para siempre – dijo pasando los dedos por el tatuaje – pero siempre estuve solo, nunca tuve a nadie que fuera un verdadero compañero. Esta golondrina me recuerda que estoy solo, pero un día puedo encontrar el amor.