– ¿Qué pensaste de la noche? – Harry me preguntó.
Después de la casi confusión, todo estaba bien. Leigh–Anne y Jesy aún resoplaban cuando vieron a Trevor, pero Steven y Niall se hicieron grandes amigos. El irlandés incluso dijo que si fuera por él, Eliot nunca sería despedido.
Después de un rato dije que estaba un poco cansado, así que Harry me llevó de regreso al entrepiso. Estaba sentado en una de las mesas, bebiendo una coca cola (como todavía estaba tomando medicamentos, era mejor evitar las cosas alcohólicas). Harry estaba de pie, frente a mí y entre mis piernas.
– bien, hasta Leigh–Anne casi toma la mano de Trevor – me reí – Nunca salí así, sin preocupaciones, solo para disfrutar de la noche.
– Podemos hacerlo cuando quieras – dijo quitándome el flequillo del ojo. Era imposible no sonreír – También necesitas conocer todas nuestras ubicaciones, quiero que lo sepas todo, todo esto también será tuyo.
– ¿Incluso Hot's?
– ¡No! ¿Puedes olvidar ese lugar? – Él resopló con irritación y yo me reí, luego lo acerqué para besarlo.
Besar a Harry Styles es como montar en una montaña rusa.
La expectativa de que esto suceda hace que nuestro corazón lata más rápido, cuando estás allí, tus manos pueden temblar y tu barriga se congela. Hay momentos tranquilos y hay momentos en los que todo se pone patas arriba, la adrenalina corre por tus venas y sientes que es la mayor aventura de tu vida. Entonces todo ha terminado y lo quieres de nuevo, una y más veces tantas veces como puedas.
– Tú me vuelves loco – murmuró entre mis labios – parece que nunca es suficiente – me abrazó a él – parece que cada vez siento más por ti – nuestros cuerpos encajan perfectamente el uno en el otro – suerte de que yo ¡Soy toda una vida para demostrártelo!
Atacó mis labios de nuevo, de la manera agresiva y posesiva que solo él puede tener.
– Necesito un poco de tiempo para respirar – dijo después del largo beso – Mira como me tienes – indicó la enorme erección marcada por los pantalones.
– No será genial que camines en medio de todos – así que me burlé de ti, tomando mi refresco de vuelta.
– No, de verdad – resopló. Luego gimió, casi como si le doliera – Lou, ¡ya estoy muy duro y verte chupando esta pajita no me ayuda! – No me di cuenta de lo que estaba haciendo, solo entonces me di cuenta de que sus ojos estaban fijos en mi boca.
– Ah, ¿esto? – Volví a chupar el refresco y entrecerró los ojos.
– ¡No me provoques!
– Pero no estoy provocando, solo bebiendo mi coca – Chupé de nuevo, tragando despacio – ¡es tan sabroso!
– ¡Louis! – gruñó y tiró de mí más hacia el borde de la mesa, haciendo que nuestras caderas se juntaran, y me besó ferozmente. Devoró mi boca, tomando posesión como si siempre le hubiera pertenecido. Y realmente siempre le perteneció – Un día – me dijo tirando del pelo de la nuca y haciéndome mirarlo – ¡algún día descartaré toda esta provocación!
– ¡Lo cobraré! – respondí sonriendo desde la esquina. Él gimió y me besó de nuevo.
Frotó su miembro en el mío, una mano todavía se aferraba a mi cabello y la otra se separaba para apretar mi muslo y cintura.
Una cosa de la que me di cuenta después (porque no podía pensar en ese momento) fue que nunca me tocó la ingle ni el trasero. Aunque, obviamente, al estar muy cachondo, me respetaba todo el tiempo.