C͜͡a͜͡p͜͡í͜͡t͜͡u͜͡l͜͡o͜͡ D͜͡o͜͡s͜͡: L͜͡a͜͡ V͜͡a͜͡r͜͡i͜͡t͜͡a͜͡

4.7K 218 55
                                    

Durmió abrazada a su hermano, eso ya era costumbre, no era nada fuera de lo común.

—¡Levántense, Draco y Jane Malfoy! —ordenó el padre de familia por décima vez— Por Merlín, ¿cuánto más me harán esperarlos? —se quejó—. Apuesto a que a su madre no le hacen esto —bajó de regreso a la sala de estar.

—Albino, levántate —dijo acariciando el suave y lacio cabello de su hermano.

Ellos solían llevarse bien, pero cuando discutían, podían pasar un mes sin dirigirse la palabra. Eran como una pareja de adolescentes tóxica; con tantos químicos que se podría decir que era radioactiva.

—¿Sabes qué es lo que más odio de ir a comprar las cosas con papá? —ella negó la cabeza divertida mientras se corría a un costado para que su hermano se sentara—. Que significa otro año encontrándome con el idiota de Potter en el Callejón Diagon.

—Qué forma de iniciar el siclo lectivo, eh —se levantó—. Ve a cambiarte antes de que papá te diga algo.

Él no dijo nada y salió de la habitación.

Jane buscó entre su armario lo que usaría. Tenía la misma ropa que su hermano; la única diferencia era que, mientras que la Draco era negra, la de ella era de un gris oscuro muy nítido.

—Jane, hija, ¿estás lista? —preguntó Narcissa, luego de dar unos leves golpes a la puerta de la recámara de la chica—. Tu hermano acaba de sentarse para desayunar.

En ese momento, Jane abrió la puerta de su cuarto, dejando que su madre la viera de pies a cabeza.

Llevaba una camisa y un saco de un color gris oscuro, con un pantalón y zapatos del mismo color. Su cabello rubio a penas había sido tocado por un peine o cepillo, pero estaba en perfectas condiciones, suelto, cubriendo el rostro de la chica.

 Su cabello rubio a penas había sido tocado por un peine o cepillo, pero estaba en perfectas condiciones, suelto, cubriendo el rostro de la chica

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Por qué cubres tu hermoso rostro? —rodó los ojos divertida y acomodó los mechones de pelo detrás de las orejas de su hija—. Así estás preciosa.

Jane miró a su madre con los ojos entrecerrados y luego quitó los cabellos de detrás de sus orejas, dejando que cubrieran la mitad izquierda de su cara.

—Bien, estamos a mano —rieron y bajaron las escaleras tomadas de la mano.

Llegaron al comedor, donde ya estaban Lucius y Draco esperándolas.

—Desayuna en el camino, Jane. Sino llegaremos tarde a comprar tu serpiente.

—¿Serpiente? —preguntó con desgano—. Yo pensaba comprarme una lechuza...

—¿Una... lechuza...? —dijo disgustado—. Bien, es tu primer año y será tu animal de trabajo, es tu elección —dijo alzando las cejas y arrugando la frente—. ¡Vámonos! —salió de la casa seguido de Draco.

—Buena suerte, hija. -besó la frente de la niña—. Ve, antes de que tu padre te deje aquí —rieron y Jane salió corriendo detrás de su padre y su hermano.

Fue un viaje largo hasta que los tres llegaron al Callejón Diagon.

—Vamos, entren, Jane no puede hacer magia con la varita de su madre —los empujó dentro de una tienda que tenía cajas con varitas hasta el techo.

—¿Cómo dijiste que se llamaba éste lugar? —le susurró a su hermano.

—Amm... Tienda de Varitas de Ollivander, también conocida simplemente como Ollivanders —explicó también susurrando.

—Eso es correcto, joven Malfoy —dijo un hombre parado detrás del mostrador—. Oh, tú debes ser Jane Malfoy... puedo escuchar una varita rogando por ser tuya —antes de que alguno de los Malfoy pudiera decir algo, el hombre se fue al fondo de su tienda—. ¡En un segundo voy para allá! —Lucius rodó los ojos, mientras que su hija sonrió divertida.

—Ese es el señor Ollivander, el dueño de la tienda —le explicó Draco a su melliza.

—Sí, creo que es algo obvio —rodó los ojos divertida.

Unos minutos después, Ollivander volvió con los Malfoy con una pequeña caja rectangular en mano.

—He aquí, la varita de Jane Narcissa Malfoy —abrió la pequeña caja y la joven tomó la varita.

—Draco, saca tu varita —ordenó y el joven tomó su varita—. Jane, lánzale a tu hermano un hechizo.

—¿Acaso perdiste la cordura en tu último viaje de negocios? —dijo molesta mirando mal a su padre.

—¿Disculpa?

𝖠𝗍𝗋𝖺𝗉𝖺𝖽𝖺 𝖾𝗇 𝖧𝗎𝖿𝖿𝗅𝖾𝗉𝗎𝖿𝖿 || Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora