1. Hogwarts.

960 55 4
                                    

Por si no fuera suficiente sufrir a un padre alcohólico en casa durante las vacaciones, debía sufrir también a un cuarteto de tontos Gryffindor's que le hacian "Bromas" cada vez que estaban de animo.
Habían pasado ya once años desde que soporta los golpes y gritos de su padre que no solo le han dejado con cientos de moretones a lo largo de los años, moretones que eran invisibles a los demás pues el hombre sabía bien donde no golpear, a esto se le suma la debilidad mental que tenía debido a los gritos e insultos de su progenitor o incluso más el ver a su madre recibiendo un maltrato peor al suyo, era algo con lo que no podía, él podría recordar poco de sus primeros cuatro años en los que la vida era color rosa, los siguientes ocho años solo tenía que soportar a su padre o evitarlo pues no pasaba mucho tiempo en casa, puesto que, cada que podía salía a jugar con Lily y Petunia en el parque del vecindario, eran sus dos mejores amigas hasta que cumplió los once años en el que le llegó su carta de admisión a la escuela de magia y hechiceria Hogwarts, pues desde ese momento había perdido la amistad de Petunia ya que los celos pueden más que la amistad y la hermandad pues resultaba que Lily Evans también era una bruja y entrarían ambos a la misma escuela.
Había sido un momento feliz para la señora Snape-Prince pues su hijo había heredado sus dotes mágicos, lo que enfureció más a su padre, aún contra todo pronóstico Severus y su madre fueron a comprar todos los materiales para su ingreso a Hogwarts,y aunque no era mucho lo que tenía la mujer aún así pudo pagar la materiales de su hijo, con cada nuevo año de ingreso a la escuela si bien no compraba las túnicas totalmente nuevas si compraba los libros aunque de segunda mano y los calderos que su hijo necesitaba, no podía estar más orgullosa de su pequeño pues era magnifico en pociones al igual que en sus tiempos lo fue ella.
Lo único que deseaba la mujer para su hijo es que no siguiera los mismos pasos que ella, no en el amor por lo menos, a pesar de que si no mal recordaba tenía un pequeño acuerdo en cuanto al futuro de su hijo.
Una vez más era 1 de septiembre, una vez más desde hace cinco años, Severus algo adolorido y cansado camino con su baúl a la puerta de su casa, muy a su pesar era la primera vez que su madre no fuera a llevarlo a la estación de King Cross y podía entenderlo, por el bien de ella era mejor que no fuera pues su padre había estado cada día de peor humor y la unica liberación de "estrés" que podía tomar el viejo era usando a su hijo como saco de boxeo aunque Eileen no soportaba tal abuso a su pequeño, siempre interfería llevándose ella la mayor cantidad de golpes siempre. Era algo que sin duda tenía frustrado a Severus, por no poder hacer nada.
Subió al expreso de Hogwarts antes de cinco minutos de su partida, estaba en unos asientos solitarios los mismos de hace cinco años esperando a sus amigos y su querida Lily que si bien no le agradara su fijación por las artes oscuras nunca lo dejaba solo y como si pensar en ella fuera objeto de invocación ahí aparecio con una sonrisa y los brazos extendidos, aquellas vacaciones no habían podido salir a ningún lugar pues después de los TIMOS Lily había decidido estudiar mucho más y Severus a trabajar esas vacaciones para pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa lejos de Tobías y su mal humor.
Se saludaron con un gran abrazo antes de ser interrumpidos por los amigos de Snape, por lo menos los más hiperactivos, el joven Crouch y el menor de los Black que era arrastrado por la hiperactividad de Crouch, este ultimo saltando en el abrazo que compartían Severus y Lily y jalando a Regulus en el proceso terminando así en un abrazo grupal que fue interrumpido por un prefecto de Slytherin mal humorado porque no había podido peinar correctamente su cabello y lo tenía atado en una coleta horrible.
—¿Si sus muestras de afecto ya terminaron podrían separarse de una vez? Necesito que Lily arregle mi cabello— habló tomando un kit de peinado que había comprado para Lily con uso exclusivo de Lucius Malfoy.
Y si, una Gryffindor rodeada de Slytherin's, se podia decir que era la unica sangre sucia que merecía el respeto de Malfoy, no solo por sus mágicas manos sino por el apoyo incondicional que le daba a Severus, sin duda era una joven de grandes talentos y gran corazón algo que como Slytherin era necesario para mantenerlos al margen de lo bueno y lo malo.
—Oh, el gran prefecto de Slytherin Lucius la rubia Malfoy esta aqui— dijo Barty con una sonrisa más grande que la luna llena—. Mi querido prefecto, quiero avisarle que la fiesta de navidad y año nuevo de esta año la organizare yo, así como también la fiesta de cumpleaños de todos ustedes, Lily estas invitada— avisó pues estos ultimos tres años de los más jovenes iba a ser la primera vez que pasaban navidad fuera de casa y querían que para los mayores fuera divertido a nivel Crouch-Black.
—Pero no puedes invitar a nadie más sin avisarnos— dijo el joven Black con una sonrisa, cuando había llegado a la escuela, aparte de Severus que le ayudaba en clases y Barty que lo hacía reir no había tenido muchos amigos y debía admitir que no estaba muy de acuerdo en familiarizar con una sangre sucia al inicio pues los ideales de sus padres hacían eco en su cabeza, todo eso por supuesto se fue al caño al conocerla pues era una mujer amigable, agradable y protectora, si fuera lo que dicen siquiera bisexual estaba seguro de que se habría enamorado de ella, pero ese puesto en su corazón solo lo ocupaba Severus, al que aún no le había dicho nada al respecto pues tenía miedo de arruinar lo que tenían, aparte de que aún tenía presente toda la mierda que le había hecho sufrir su hermano, algo que no lo dejaba vivir en paz pues sentía que tenia una deuda con Severus que debía pagar por su hermano.
—Esta bien, esta bien, pero primero hay que arreglar este enredo—Dijo Lily apuntando al cabello de Lucius, puso una maleta en el suelo y la transfiguró en un asiento para Malfoy mientras tomaba el kit de peinado y empezaba su trabajo mientras los más jovenes les contaban sus aventuras a los mayores, como el hecho de que Crouch había tomado en final del año anterior un libro de transformaciones, el libro que había robado de hecho, explicandoles a todos los procedimientos para convertirse en animago, algo que quería realizar ese año por supuesto pero que tomaba por perdido pues era demasiado inquieto como para mantener una hoja de mandrágora en la boca por un mes. Luego siguió Regulus que había comentado que sus padres se mandaban cartas frecuentemente con el ministerio pues había un contrato que deseaban anular o cambiar, algo que no le habían permitido escuchar a Regulus pues con la partida de Sirius eran más meticulosos con esas cosas.
—Aunque creo que están tan tensos porque hay un contrato matrimonial con una familia sangre pura solo que... Bueno hasta donde escuché Sirius debía llevar a cabo una parte en el contrato y ahora que se fue... Esa responsabilidad cae sobre mi, solo que aún no sé con que familia, escuche a Kreacher decir que esa familia había dejado de ser pura pero el contrato se hizo incluso antes de que madre se casara y su amiga también.
Para ese punto Severus había dejado de prestar atención pues ya hace unos diez minutos que había zarpado el tren, lo que lo había distraído era el escandalo que había afuera, al parecer un nuevo estudiante había peleado con nada más y nada menos que con los merodeadores llamándolos ingratos, egocéntricos, egoístas idiotas, algo que sin duda era verdad aunque en Pettigrew no era verdad y mucho menos en Remus, pero cuando la lluvia cae a todos moja.
Un joven de cabello castaño y ojos verdes tan intensos como el mar caminaba furioso provocando una ráfaga de viento helado, sin duda magia fuera de control, ¿y por qué había sido la pelea? Sencillo, un nuevo estudiante había entrado a los asientos de los merodeadores sin aviso, por lo cual estos había respondido de forma hostil, lleno de reclamos y un pequeño hechizo confundius que logro molestar aún más al joven ganándose un Rictumsempra para los cuatro y salir del lugar, llego al lugar de otros cuatro sujetos y una chica y decidió entrar ahí sin permiso y aún molesto.
— ¡¿Cómo puede haber gente tan estúpida en esta escuela?!— preguntó molesto azotando la puerta, el joven no tenía nada de especial al parecer salvo la expresión de molestia y un par de ranas de chocolate en las manos, observo a las cinco personas en silencio, la mayoria con trajes medianamente formales asi que simplemete saludo de forma amable tras tremendo escandalo—. Buenos días, lamento el drama y el insulto pero es algo verdaderamente increible, un gran inicio de año... No puedo creer que mi padre enseñe a personas tan inmaduras, ¿pueden creer que me lanzaron un Confundius solo por diversión?— sin duda alguien muy hablador al igual que Crouch el que no dudo en acercarse y ponerle una mano en el hombro comprendiendo su molestia. Sin duda estos tontos Gryffindor sabían como hacer odiar a la escuela.
Todos retomaron sus actividades Lily terminado de trenzar el cabello de Lucius quien agradecido se sentó al lado de Severus y pagó por dulces para todos cuando la señora de los dulces pasó cerca, el joven al parecer nuevo se llamaba Dylan y les había comentado el intercambio de escuela por no decir su expulsión después de haber utilizado para el "mal" una de las maldiciones imperdonables, lo que por supuesto no fue de agrado de Lily pero fue una admiración para el resto.

Al fin habían llegado a la escuela, ninguno se separó del otro hasta llegar al gran comedor pero Dylan si fue separado del resto ya que como era de intercambio debía pasar por la selección de casas, algo que al parecer le interesaba demasiado a su padre pues había estado inquieto en cuanto pronunciaron su nombre para la selección.
—Dylan Slughorn— había llamado la profesora McGonagall tomando el sombrero, se escuchó un breve "ay no", en la mesa de Gryffindor pues habían molestado al hijo del profesor de pociones en el tren.
El sombrero habló en su mente: Así que transferido de Durmstrang, bienvenido, sin duda puedo ver gradeza en ti, sabiduría tambien pero muy poca compasión... Tu camino puede ser la gloria en Slytherin, si, ahí será—. SLYTHERIN— anunció el sombrero y el joven observó a la mesa más emocionada suponiendo que debía ir a esa mesa, por otro lado en la mesa de Gryffindor había gran preocupación en cuatro personas y alegria en una pues había tenido tiempo de conocer al nuevo Slytherin.
Así terminó el día entre bienvenidas por los de primer año y por el único de sexto año en entrar relativamente tarde, el profesor de pociones por no decir más estaba bastante a gusto con la selección, no esperaba menos de su hijo.

MaleficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora