Maleficio

9. Cita rechazada

Todo iba bien, el profesor Baddock estaba más que orgulloso, había sido una buena semana de inicio del club de duelo, sus estudiantes estaban siendo bien preparados para el mundo real, si deseaban ser aurores en un futuro, claro.
Las clases iban bien al pasar los días, por alguna razón todo estaba muy tranquilo y era un alivio para los jefes de casa.
Como siempre Slughorn haciendo alarde de su club de eminencias, presumiendo ante todos que Severus tenía la delantera en la elaboración de la poción matalobos.
Barty acosando a su ratoncito, Peter había decidido no darle más de la poción del amor, no quería tener a Barty de ese modo y aunque pareciera surrealista la serpiente se había quedado a su lado, dandole pequeños detalles, dulces, cartas demasiado... Amorosas por no decir llenas de lujuria explícita.
Como es costumbre los amigos de Peter no notaron los sonrojos de este después de leer una carta, o que le llegasen las mismas, el único que lo notó era Remus quien trataba de no preguntar nada frente a Sirius y James.
—Creí que la amortentia pasaría en una semana... Ya van tres— comentó Remus para que solo lo escuchara Peter mientras almorzaban.
—Yo también y empieza a preocuparme... Pero ya van dos semanas extra, no creo que sea la amortentia.
Guardó la carta y echó un pequeño vistazo a la mesa de las serpientes donde Barty lo miraba como si fuera un bocadillo, uno muy carnoso y apetecible.

—Barty... Ya deja de verlo así lo vas a asustar.
En la mesa de las serpientes no era ningún secreto que a Barty le gustara Peter, de hecho les había pedido consejos para conquistarlo y ayuda también, se negaron al inicio pues era Peter y no entendían que le veía pero luego cedieron, amor era amor y lo ayudarían cuanto pudieran, considerando que querian ver feliz a su amigo para liberarse un poco de la presion de su padre.
—Regulus tiene razón, Barty, lo vas a asustar y no podras conseguir una cita, solo... Trata de no acosarlo tanto— aconsejó Lucius, si bien sabían que no le importaría a Barty al menos debían intentarlo.
—Esta bien pero... He intentado de todo... Solo  hemos hablado una vez y esta tan cerca de sus amigos que no me lo puedo acercar...
—Sientate con él en pociones, necesitara tu ayuda, ¿viste su poción la semana pasada?, tuvo que iniciar de nuevo porque olvidó poner solo media cucharilla de acónito.
—¿Y Regulus?— trató de evitar esa situación.
—El estará bien, Dylan estará con Regulus y yo con Lupin para que no sea muy sospechoso, pero Dylan te lo advierto sigue las instrucciones, Regulus vigilalo.
Dicho y hecho terminaron de almorzar, esta vez en la segunda clase de la poción matalobos, cada quien hizo lo que mandó Severus, Barty corrió al asiento libre junto a Peter y sacó su pergamino de instrucciones.
Peter se puso más que nervioso, temblando un poco al momento de sacar su pergamino.
—Hola Ratoncito— saludó con una sonrisa Barty, lo que menos quería era poner nervioso al Gryffindor—. Me preguntaba si podría sentarme contigo desde ahora, ya sabes... Mejor compañia.
Dijo lo primero que se le ocurrió pues no tenía una excusa para el cambio repentino, Peter sólo asintió y fue por los ingredientes que le faltaban, paso uno, completado.
Por otro lado Remus se sentía desplazado, su lugar estaba ocupado, James y Sirius estaban juntos, muy confundidos pero juntos y el único asiento libre era junto a Severus, no le molestaba para nada pero tampoco esperaba sentarse junto a él.
—Snape.
—Lupin.
Un saludo simple antes de que iniciara la clase, Slughorn le mandó una pequeña mirada a su hijo y siguiendo con las instrucciones.
Pasó media hora de la clase, a esas alturas la poción debía ser de un color castaño almendra, casi todos tenían variaciones en sus pociones, la de Peter era café oscuro, lo que le extrañó a Barty que volvió a ver sus instrucciones y las de Peter, había escrito algo mal.
—Ratoncito, te faltó un grano de asfodelo...
Susurro, por suerte era el ultimo ingrediente incorporado, Peter le hizo caso y después de revolver siete veces en sentido del reloj la poción tomó el color correcto.
—Gracias...
—De nada, ratoncito.
Peter sonrió por primera vez en la clase por el apodo, acción que llenó de alegria el corazón de Barty, las cosas podrían funcionar.