La luz del sol entraba por la ventana al igual que una fresca brisa, los ojos del platinado se abrieron primero, con pesadez miró todo a su alrededor, talló sus ojos y se sentó en la cama, miró a su lado y reconoció el precioso cuerpo que yacía ahí, acurrucado entre las sábanas.
Una sonrisa automáticamente apareció en su pálido rostro, los recuerdos de la noche anterior lo inundaron y la calidez empezó a recorrerlo, se sentía reconfortado, de algún modo podía sentir a Sanha como su alma gemela, como esa persona a la que siempre estuvo esperando y que, desde el instante en que le abrió la puerta aquel día supo era su otra mitad...
Los días se encargaron de hacerle ver que tenía razón y que, aunque quizá ante la vista de los demás fuera de lo peor porque resultaba ser el mejor amigo de su pareja, no pudo evitarlo, no quiso hacerlo, porque era para él, era su persona ideal, no iba a dejarlo por los prejuicios ajenos, por una sociedad doble moral, si era de ese modo, si Sanha era su otra mitad, él estaba dispuesto a ser la persona más vil del universo por dejar a In-Yeop y correr a los brazos del castaño pelirrojo.
Así lo hizo, corrió a esos cálidos brazos que se abrieron hacia él y se acurrucó como un niño pequeño que necesitaba protección y un amor infinito. Ahora que estaba ahí, se dio cuenta de que nada fue un error y que, en efecto, ese joven precioso era lo más precioso de su vida, era su complemento.
Sanha desde el día uno se encargó de hacerle ver que lo comprendía y que estaba en desacuerdo con la forma en la que otros pretendían hacerlo llevar su vida, él siempre se mostró con ganas y entusiasmo de mostrarle la vida, mostrarle el mundo y su belleza... Sanha siempre quiso iluminar su vida, desde el primer momento de conocerse.
Lo quería, lo quería a su lado, deseaba que lo acompañara toda la vida, que le mostrara más cosas, que sus próximas primeras veces fueran a su lado... sin importar que fuese de cristal... Yoon Sanha era su protector, Yoon Sanha era su armadura contra cualquier posible obstáculo, contra cualquier complicación en el camino.
—¿Hyung...?
La voz del menor sonaba ronca y aflojerada, Eunwoo lo miró atentamente con la misma sonrisa de hacía un par de minutos, acarició con la mano su cabellera despeinada, Sanha buscó su mano con el rostro hasta que fue tomado.
—¿Dormiste bien? —Preguntó enternecido y se recostó de nueva cuenta a su lado.
—La pregunta aquí es ¿tú lo hiciste? ¿cómo te sientes? ¿te duele algo?
Sanha enderezó su cuerpo rápidamente y empezó a escanear al mayor, en verdad le preocupaba que estuviera lastimado.
—Vas a creer que estoy loco, pero... tal cual lo dije, es un dolor leve, como si hubiera ejercitado mucho... creo... es decir, no es un dolor de fractura, ni siquiera sé cómo explicarlo.
Había incertidumbre en el rostro de Cha, no era para menos, él jamás había hecho ejercicio, nunca supo cómo era otro dolor fuera del de quebrarse y ahora todo le resultaba un poco extraño y fuera de lo común.
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°• 𝘌𝘭 𝘊𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘥𝘦 𝘊𝘳𝘪𝘴𝘵𝘢𝘭• ° 《 𝙀𝙪𝙣𝙎𝙖𝙣》
De Todo𝘚𝘢𝘯𝘩𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘰 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘌𝘶𝘯𝘸𝘰𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘥𝘶𝘳𝘮𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘦𝘭 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘵𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘲𝘶𝘦 é𝘭, 𝘰𝘥𝘪𝘢𝘣𝘢 𝘢𝘥𝘮𝘪𝘵𝘪𝘳𝘭𝘰, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘴𝘪𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 é𝘭...