Otoño 5- En la cima de todo.

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Once ler despertó, levantó su brazo para acariciar el rostro de la ninfa, se sorprendió de que no hubiera nadie.

Abrió los ojos, se incorporó y la buscó con la mirada, le extrañaba que no estuviera dormida aún.

Bajo las escaleras, todo estaba en silencio, estuvo a punto de salir a buscarla, cuando la puerta se abrió y Gealach entró con una cesta de manzanas rojas y verdes.

-Buenos días.

Sonrió, mientras veía al chico que aún vestía su pijama azúl.

-Buenos días, cielo.

Sintió un impulso que le hizo abrazarla, apoyó su cabeza en su cuello, respirando el aroma de su cabello castaño.

-¿Sucedió algo?

-Quería abrazarte, solo eso.

-Está bien, solo fui a.. ¿Estás llorando?

El no dijo nada, la abrazó más fuerte mientras las lágrimas caían cada vez con mayor intensidad.

Gealach lo abrazo mientras frotaba su espalda, no dijo nada, dejó que el siguiera desahogando sus sentimientos.

Once ler dejó de llorar, ella lo miró tratando de comprender que había sucedido, le retiró un mechón de negro cabello para verle mejor el rostro.

Su corazón se entristeció de verle los ojos rojos, las lágrimas empapando su rostro y los labios hinchados.

No dijo nada solo tomó la manga de su vestido y le secó el rostro, luego sonrió al verle más tranquilo.

-¿Vamos a comer?

Once ler asintió, ella acarició sus mejillas y pasó su dedo dibujando las formas que hacían sus pecas.

-Tienes constelaciones en tus mejillas.

El sonrió, sostuvo su mano para mantenerla en su rostro, cerró los párpados disfrutando el tacto de su piel y suspiró lentamente.

Ella se acercó y besó su frente con cariño.

-Iré a preparar la comida.

-Yo te ayudo.

Once ler corrió tras la doncella y la atrapó por la cintura, ella sintió su agarre, soltó un pequeño grito y después ambos rieron.

El tiempo transcurrió como los bocados a las frutas y los panecillos, llegó la tarde y Once ler la ocupo en tocar su guitarra en la cama mientras veía el cielo que se abría para dejar paso a la luz, parecía como el deshielo en primavera que deja ver el césped verde bajo los pies.

-¿Hay algo que quieras decirme Once ler?

-No, nada, ¿Por qué lo dices?

-Estas demasiado distraído.

-¿Yo?

Gealach, se sentó junto a el y apoyo su cabeza en su hombro.

-¿Volviste a soñar algo?

-No lo sé, creo que si.. solo recuerdo el nombre de Heilung.

Ella le miró con asombro.

-¿Heilung?

Once ler asíntio preocupado al ver su reacción.

-¿Es algo malo?

-No, no en absoluto. Pero me sorprende que sepas de Heilung, ese es el nombre de nuestro árbol madre.

-¿Hay algo más que recuerdes?

-No, creo que eso es todo.

Once ler siguió tocando acordes al azar, mientras ella le escuchaba y apoyaba su cabeza en sus piernas.

La doncella en el árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora