Ciclo 2- Verano.

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Gealach abrió los párpados lentamente, dió una vuelta en el colchón, extendió su brazo para tocar el hombro de Once ler, pero no sintió nada.

Miró a todas direcciones pero el no se veía por ningún lado, un olor llamó su atención, al lado suyo había un plato de comida aún caliente, un vaso con leche fresca y un pan de miel y avena.

-¿A chroi?

La puerta se abrió y tras de ella, entró Once ler tocando alegremente su guitarra.

-Baila conmigo canción del árbol.

Gealach no reaccionaba aún, cuando sintió que la sacaban de la cama, él la tomó de la cintura y comenzó a bailar. La ninfa le siguió el ritmo, ambos bailaban y reían alegres.

-Tienes mucha energía, pensé que estarías cansado después de la celebración de verano.

El joven reía animado.

-Al contrario, estoy imparable.

Gealach sintió como el la cargaba de la cintura.

-¿Qué te sucede?

-Tengo a la esposa más hermosa de todas, eso es lo que sucede.

Once ler le besó por todo el rostro, se sentía dichoso de tenerla a su lado, sentía que con cada día que pasaba, la amaba más.

El sonido de un cuervo que golpeaba la ventana se escuchó.

-¿Qué sucede con los cuervos?

-Deberíamos ir a ver.

Abrieron la ventana, un pájaro negro de brillantes plumas entró con algo en su pico.

-¿Qué es esto?

Gealach lo tomó entre sus dedos, lo observó con detenimiento y luego se lo entrego a Once ler

-Toma, creo que los cuervos encontraron una de tus plumas.

Él la tomó, no era nada especial solo una simple y sencilla pluma.

-¡Vaya eso sí que es oportuno!

-Tengo una sorpresa para ti, el día de hoy.

-¿Ah, si?

-Si, será en la noche, prepárate.

Al terminar de desayunar Once ler salió a arreglar la puerta de la casa pues estaba atorándose al abrir o cerrar, así que salió con sus materiales, se sentó en la hierba y se puso a trabajar.

Gealach estaba encantada viéndolo, así que se había acomodado sobre una piedra, a un lado del chico.

-No lo entiendo.

La ninfa le miró interrogante y Once ler le señalo la piedra, ella sonrió sabía lo que decía.

-¿Qué dice?

-Fue lo único que dejó el Lorax, se que tiene algo que ver con la solución que necesito, tal vez eso me pueda ayudar a encontrar a la persona que llevará la semilla. Pero no le he entendido del todo.

-No puedo darte las respuestas, Once ler.

-Si, lo sé.

Suspiró cansado, algunas gotas de sudor comenzaron a empapar su frente, el las limpió con su manga.

-Pero te daré un consejo..

Once ler dejó de trabajar y la observó prestando atención.

-A veces las preguntas son complicadas y las respuestas son simples.

-Lo tendré en cuenta, gracias mi luna de Agosto.

Gealach sonrió mientras se sonrojaba.

El tiempo avanzó y pronto el cielo se cubrió con su manto estrellado, Once ler y Gealach se dirigieron la árbol, un ves se hubieron colocado debajo de su copa, ella hizo que las ramas los subieran hasta la suave copa rosada. A Once ler le gustaba acostarse en sus suaves hojas y tocar algo en su guitarra y Gealach apoyaba su cabeza en su hombro.

-¿Desde cuándo tocas la guitarra?

-Desde niño y.. no es por presumir pero aprendí yo solito.

-Me gusta la música que haces.

-Gracias, a mí me gusta como cantas.

Ambos sonrieron, Gealach se levantó y señalo con el dedo.

-Mira, mi sorpresa está por comenzar.

La ninfa apunto al cielo, estrellas comenzaron a verse atravesar el cielo dejando caminos plateados como única prueba de su recorrido.

-¿Me trajiste a ver una lluvia de estrellas?

La ninfa asintió contenta.

-Siempre quise ver una, es impresionante.

Las luces se reflejaban en los ojos maravillados de su esposo, ella no pudo evitar darle un beso en los labios.

-¿Pedirás un deseo?

-Ya lo hice, pedí que jamás, jamás nos separemos.

Gealach sonrió conmovida de su respuesta.

-Creo que pedimos lo mismo entonces.

-Gracias es la primera vez que veo una lluvia de estrellas.

Ambos se abrazaron, era lo mejor que le hubiera ocurrido a ambos, parecía mentira que ellos dos siendo tan diferentes se hubieran enamorado uno del otro. Que cuando la esperanza parecía perdida ellos habían sido el destello de luz que necesitaban para salir.

Todo era perfecto, era hermoso y brillante como una lluvia de estrellas en la oscura bóveda celestial.

Se quedaron toda la noche hasta el día siguiente en la mañana, en cuanto sintieron los primeros rayos de sol en sus rostros.

-¿Gealach?, Despierta amor.

Ella abrió pesadamente sus ojos violetas, miró a todos lados y comprendió que se había quedado dormida sobre la copa del árbol.

-Buenos días.

-Creo que ya me acostumbré a quedarme dormido en el bosque.

Ella le tomó la mano y enlazó sus dedos.

-Te amo y mucho.

-Yo también te amo.

Ambos se besaron, luego observaron el bosque que comenzaba a reverdecer, desde lo alto se podía apreciar cada detalle y cada flor se podía ver.

Lastima que aún no hubiese nadie habitando el lugar, pero ellos vendrían solo sería cuestión de esperar un poco más a quien llevaría la semilla y con ello los árboles saldrían de nuevo.

Pronto todo estaría lleno de vida igual que antes.. todo seria mejor



La doncella en el árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora