Primavera 6- Días de ausencia.

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Un viento cálido soplaba, el ambiente se tornaba cada vez más extraño desde que Gealach había aparecido en el bosque. Una campana se escuchó en la lejanía dejando un eco que se extendía en el lugar.
Caminó hasta el oasis rosa escondido en la neblina que comenzaba a formarse, vió a una chica que metía su mano a la tierra y la examinaba con atención.
-Buenos días.
Saludo levantando un poco su sombrero.
-Buenos días Once ler.
Ella estaba distraída viendo el árbol.
-¿Hay algo malo con el árbol?
-Si, creo que está enfermando. Este aire no es bueno para el y la tierra le está afectando también.
-Ya veo
Contestó sintiendo que se ponía cada vez más rojo de vergüenza y bajó la mirada incapaz de verla a la cara.
-Tengo que hacer algo antes de que..
Once ler sentía que algo muy malo iba a decir.
-Bueno espero que eso no suceda.
Sintió de nuevo el tacto suave de la joven ninfa que levantaba su barbilla, animándole a verla a sus misteriosos ojos.
Ella le sonrió con dulzura como si le dijera que todo estaba bien.
-Dime que te trae hasta aquí.
-He traído el desayuno.
Al momento de escuchar esas palabras su estómago reclamo alimento, la joven sonrió con algo de pena.
-Me alegra escuchar eso. Por que traje tus panecillos favoritos.
Ambos se sentaron en la hierba que hacía cosquillas en sus piernas. El sirvió los panecillos con miel y puso leche en vasos de vidrio transparente.
La preocupación se notaba en el rostro de Gealach, un silencio se adueñó del momento. Solo comían sin hablar, dejando que el tiempo pasara.
La ninfa vió el brazo de Once ler que tenía algunas manchas púrpuras, el rascó su mano y dejó ver algunas ronchas rojas que se extendían en su blanca piel.
Terminaron de comer, ella se levantó sin decir nada, se fue atrás del tronco y regresó con algunas hierbas en su mano.
El chico la veía curioso.
-¿Qué es eso?
-Esto te ayudará con eso.
Señalo las ronchas.
-Y también con esto.
Presionó un hematoma, haciendo que Once ler se quejará del dolor.
-¿Cómo te hiciste eso?
-¿Recuerdas cuando te platiqué del sueño que tuve?
Ella asintió con la cabeza, el chico dudo en decirlo, le apenaba un poco admitirlo.
-Bueno... me caí de la cama.
-Ya veo.
Ella, trozo en pequeños pedazos las hierbas con sus manos y luego escupió en la palma.
-¿Qué vas a hacer?
-Tranquilo esto va a ayudarte.
Sintió asco de ver la mezcla, sabía lo que ella haría a continuación y la idea no le agradaba.
-¡No, no espera!
Gealach tomó por la fuerza su brazo y unto la mezcla en su piel mientras el cerraba sus ojos. Pero al contrario de lo que pensaba sentía como si algo muy fresco aliviará su comezón, era parecido a como se siente cuando te untas una pomada mentolada. Era agradable, no olía mal, al contrario tenía un aroma a rosas.
-Se siente bien.
Ella sonrió satisfecha al verle disfrutar de esa manera.
-Te dije que te ayudaría.
-Bueno es que me daba asco.
La miró asustado pensando en que ella se ofendería y no se había equivocado, el rostro de Gealach dejaba ver su enojo.
-Pero veo que me equivoqué.
Ella frotó sus manos, el sintió un cosquilleo que aumentó cuando subió a sus brazos, luego untó el cuello su tacto era suave y delicado. Se estaba poniendo nervioso, un viento suave levantó sus cabellos, abrió los ojos, sus rostros estaban casi juntos, podía ver a detalle su boca entreabierta sus ojos púrpuras y su cabello rodeando su cabeza, su cabello negro también la rodeaba a ella. Sentía su respiración cálida, su aliento fresco y el aroma a las rosas llenó su nariz.
Ella estaba viendo algo con atención, pasó sus dedos por su cara.
-Es extraño nunca me había dado cuenta de que tienes estrellas en la cara.
El viento paró y ella se separó llevándose con eso el hechizo que había surtido en Once ler.
-Cuando llegues a tu hogar, báñate con agua fresca. Las hierbas harán efecto incluso donde no he frotado aún.
Suspiró y caminó hacia el árbol.
-Tengo algo más que decirte.
Once ler, sacudió la cabeza despertando del encanto.
-Tengo que ir a dormir.
-Ah... bueno.. no pasa nada. A veces aún tengo sueño después de despertar y..
-No, no lo entiendes. Cuando el árbol está tan débil las ninfas dormimos dentro de ellos para darle de nuestra energía y en las noches danzamos alrededor suyo. Es la única forma de ayudarlos.
-Entonces..
-No podremos vernos por algún tiempo.
Once ler sintió su garganta seca.
-¿Cuánto tiempo?
-Un mes
-¿Un mes, sin vernos?
-Lo siento, tengo que hacerlo.
-¿Cuándo comienzas?
Ella tardó en responder, también estaba triste.
-Cuanto antes mejor, así que empiezo ahora.
-Oh
Rio fingiendo que todo estaba bien.
-Entonces esto es una despedida, hasta dentro de un mes.. ¿Cierto?
Ella asintió levemente.
-Bien, nos vemos.
-¡Espera!
El se detuvo, ella le hizo señas para que la siguiera. Ambos caminaron alrededor del tronco, el veía su espalda que su vestido dejaba al descubierto, escuchaba la tierra crujiendo a sus pies y el viento leve tocando su piel.
-Quisiera que nuestra despedida sea aquí. ¿Quieres..
-¡Por su puesto!
-Bien
Ella entró se quedó frente a el sin saber que hacer, le extendió una mano y el la tomó.
-Hasta entonces.
-Hasta entonces.
Gealach suspiró, puso una mano en el tronco y está se hundió poco a poco todo su cuerpo entró en el cómo si fuera mucho más profundo de lo que parecía.
Once ler estaba impresionado de lo que estaba viendo, se quedó un tiempo más admirando el árbol, bajo sus hojas rosadas, se sentó en la hierba fresca y puso su cabeza en el tronco.
-¿Cuánto tiempo ha pasado ya?
Fue a su casa y se bañó. Era verdad lo que le había dicho Gealach, las ronchas y los hematomas habían desaparecido.
Fue a la cocina comió algo, se sentó frente a la ventana, cuando sintió mucho sueño fue a la cama y se quedó dormido.
Al día siguiente el cielo estaba más oscuro ni siquiera un rayo de sol se vislumbraba, el olor volvía a ser el mismo asqueroso, la tierra se ponía más seca y el viento se hacía más violento. A veces sentía que le gritaban su nombre, como un susurro nada amigable.
Fue a la cocina desayunó, se sentó frente a la ventana, cuando sintió sueño fue a la cama y se quedó dormido.
Siguió la misma rutina por dos días en los que sentía que estaba perdiendo ante la soledad entregándose a los tiernos brazos de la desesperación.
Quería hablar con ella.. volver a verla. Al inicio de la segunda semana estaba tan harto que buscó un papel, una pluma y escribió una carta.
Para Gealach:
¿Cuánto tiempo ha pasado ya?
Me creerás loco pero ya te extraño, sin ti todo se está poniendo peor.
Creo que no solo yo te extraño.. todo el lugar te extraña mucho, se que esto es por el bien del árbol, pero.
¿Podríamos vernos aunque sea por un minuto?
P.D: ¿Cómo sigue el árbol?
Firmado: Once ler
Tomó la hoja, un hilo, un lápiz y salió hacía el árbol. Cuando llegó dobló la hoja en cuatro la ató con el hilo y la colgó en una de las ramas.
Se sentía tan emocionado que no pudo dormir bien.
Gealach salió del tronco, acarició suavemente la textura rugosa, observó la copa y se preparó para danzar.
Levantó la cabeza y se fijó en algo que colgaba, parecía una pequeña flor blanca, estiro el brazo para alcanzarla.
Se extrañó de que alguien hubiera dejado una carta, la abrió y leyó con atención. Sonrió, estaba feliz de que el se hubiera acordado de ella.
Tomó una flor amarilla y con el lápiz escribió.
Para Once ler:
Gracias por tan lindo detalle, el árbol está mucho mejor. Aún así debo seguir hasta que el mes acabe.
Yo también te extraño, espero que este tiempo lo uses para reflexionar en soledad todo lo que ha sucedido.
Espero también que tu sueño haya mejorado, debes descansar, por favor duerme bien.
P.D: ¿Tu piel mejoró?
Llevo la flor a la misma rama en la que encontró la carta y la colgó del mismo hilo.
Luego danzó por toda la noche alrededor del tronco y se fue a dormir cuando los primeros rayos de sol tocaron la tierra.
Once ler se levantó muy temprano, era tanta su impaciencia que sin desayunar fue al árbol y buscó la carta, el esperaba que ella le respondiera en la misma hoja que el había dejado antes, así que se impresionó cuando vio que en su lugar había dejado una flor.
Leyó con rapidez, cuando terminó puso la flor en su pecho, cerró los ojos y dejó que la fragancia le embriagara.
Fue a su casa y escribió de nuevo otra carta.
Para Gealach:
Gracias por contestar.
Mi piel ha mejorado muchísimo, tenías razón, las plantas funcionaron.
He dormido bien, aunque no sé si contarte esto pero, el viento hace mucho ruido en mi ventana.
A veces es como si alguien me gritara, tengo mucho miedo. No te asustes ni te preocupes por mi, yo estaré bien.
Esperaré a que salgas para explicarte mejor.
P.D: ¿Te molesta que te siga escribiendo.
Firma: Once ler.
Dejo la carta y se fue a su hogar.
La doncella salió del tronco en la noche, vió la carta y aunque el le había dicho que no se preocupara, su rostro se ensombreció. Lo que le platicaba no indicaba algo bueno.
Se apresuró a escribir de nuevo.
Para Once ler:
Me alegro de que estés mejor y no, no me molesta que sigas escribiendo, pero.
¿Cómo quieres que no me preocupe? Lo que dices puede ser muy peligroso, busca el caparazón de un caracol viejo y manténlo contigo.
No solucionará las cosas pero al menos aguantará hasta que yo pueda ayudarte.
P.D: No tengas miedo.
Gealach colgó la flor y se dispuso a bailar de nuevo.
Al día siguiente Once ler leyó la carta y no pudo evitar sentir algo de miedo.
De inmediato buscó por los alrededores, no encontró nada.
Buscó un poco cerca del árbol y ahí escondido había un caparazón, estaba tan viejo que parecía que se quebraría en cualquier instante.
Lo guardó en su bolsillo y se retiró a escribir.
Para Gealach:
Tengo el caparazón, estoy seguro de que funcionará.
A propósito tengo una duda espero no te enojes, pero.
¿Dónde estuviste cuando el Lorax estuvo aquí?
P.D: Con esto en mi bolsillo y contigo respondiendo mis cartas. No tengo el más mínimo miedo.
Firma: Once ler.
Gealach leyó satisfecha la carta y se sonrojó cuando llegó a la posdata. Sabía que en cualquier momento el le preguntaría acerca de su ausencia durante ese tiempo así que no se había molestado en absoluto.
Para Once ler:
Estoy más tranquila ahora que tienes el caparazón.
Lo más probable es que el viento aún esté furioso contigo, el caracol te ayudará a que no te siga atacando. Por cierto: ¿Has visto la espiral en el?
Es como un laberinto y una vez que entras en el sales totalmente diferente.
Deberías reflexionar sobre eso.
No me enfade por la pregunta, es de lo más natural que tuvieras esa duda.
Este árbol es propenso a enfermar, estuve durmiendo todo ese tiempo.
Dando mi energía al árbol, cuando salí el viento, la tierra y el agua me contaron lo que sucedió, por eso yo sabía que habías sido tu el causante de todo.
No sé porque el Lorax no me despertó para irme, creo que el tendría una razón.
Pude haber mudado el árbol, eso es algo posible para nosotras las ninfas.
P.D: Yo también me siento en tu compañía cada que leo tus cartas.
Todos los días al salir de sus hogares, buscaban la carta con esperanza de que el contrario les hubiera contestado.
Ella salía con la luna y el con la luz de sol.
Así pasó pronto un mes entero hasta que llegó el día en que por fin se verían de nuevo cara a cara.

La doncella en el árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora