Otoño 1- Quien quiere vivir para siempre.

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Todo a su alrededor eran árboles envueltos en espesa niebla blanca, el aire era limpio, las flores tapizaban el suelo y las montañas a lo lejos eran como gigantes que resguardaban el bosque.
Una voz, un dulce susurro cerca de su oído le despertó de su sueño.
-Floki..
El fingió no haberla escuchado, sabía que era usual en ella despertarlo con un beso y eso era lo que esperaba.
-¿Floki?, ¿Estás despierto?
Ella se acercó a su rostro, sintió su aliento en su mejilla, luego el suave toque de una mariposa, el sonrió satisfecho, entonces abrió un ojo y después el otro.
-¡Estabas fingiendo!
Floki se río al verla fingir molestia, ella le dio un pequeño golpe en la espalda y se unió a las risas.
-Sabes que me gusta que me despiertes así.
-Eres demasiado fastidioso.
-Por favor.. bésame doncella en el árbol, con tus labios de rosas, déjame respirar tu perfume a jazmín, ver tu piel de castañas y déjame presenciar el milagro de las bayas de invierno en tu cabello.
El volvió a besarla, sintiendo su corazón latiendo con fuerza, sonrió cuando descubrió que no era el único al que se le agitaba el pecho con cada toque de sus labios.
Al separarse, ella le miró sonriente con sus ojos violetas llenos de estrellas.
-Eres un exagerado Floki.
-Así somos los enanos enamorados.
Una campana se escuchó a lo lejos llevando su eco por todo el bosque, un gallo le acompaño en su aviso, pero no era un animal en realidad, era un enano llamado Ròc a quien le gustaba despertar a sus compañeros de esa manera y después tomaba un largo cuerno y soplaba por el.
-Es Ròc, ya debe de haber despertado.
-Entonces ya es hora de trabajar.
Floki suspiró, tomó una de sus manos y le dio un pequeño beso.
-No a durado nada está mañana, nos veremos más tarde.
-Así será Floki.
Ambos caminaron por lados opuestos. Del lado derecho se llegaba a una gran montaña con una puerta casi de su mismo tamaño, esa era la entrada a la ciudad de los enanos y del izquierdo había un árbol, casi tan alto como el cielo y tan viejo como el mundo.
Antes de partir la llamó por su nombre.
-¡Gealach!
Ella se giró para verlo.
-Llega temprano, ¿Quieres?
Ella no dijo nada solo se río y partió hacía el árbol madre.
Floki camino mientras cantaba alegremente hasta llegar a la montaña, tocó la pesada y alta puerta tres veces y dos enanos en su interior abrieron.
-¡Buenos días Floki!
-¡Buenos días señores!
Ambos guardias sonrieron al verlo.
Todos en la ciudad conocían de la relación entre ellos dos pero a nadie le sorprendía, pues era normal enamorarse de seres de razas diferentes.
Había enanos que caminaban a prisa para hacer sus trabajos, unos se dedicaban a ordeñar sus vacas, otros a la siembra pero a la mayoría de ellos les gustaban las minas.
Floki era uno de esos mineros, amaba usar el pico, la oscuridad de su interior y las extravagantes figuras hechas de luces y sombras que se veían en las entrañas de la tierra que no eran más que estalactitas.
-Buenos días compañeros.
-¿Tú recuerdas a alguien como el, Talamh?
-No, en lo absoluto Bò.
Ambos rieron al ver la mueca de fastidio de Floki.
-Muy graciosos chicos, muy graciosos.
-Según recuerdo nos veríamos en la cantina para celebrar la boda de Sneachda esta noche.. y cierto enano brillo por su ausencia.
-Lo siento, hubo lluvia de estrellas y tenía que verlas con..
-¿Gealach?
-Si, siempre es una chica. Cuando un hombre hace una tontería es por qué es un hombre pero si hace la misma tontería dos veces generalmente es por una chica.
Se metió un enano más viejo.
-¡Miren, miren lo que trajeron las ninfas!
Gritaba emocionado un enano pelirrojo de nombre Òr, mientras agitaba una charola de madera sobre su cabeza.
El aroma era tan delicioso que de inmediato todos los enanos dejaron sus herramientas, la mina se quedó vacía y la cantina especial para trabajadores se llenó al instante.
Los enanos se repartieron los pastelillos, las bebidas y la fruta recién cortada.
La cantina tenía mesas alargadas que permitían que todos los enanos pudieran sentarse juntos.
Floki, estaba por comer una brillante manzana roja, cuando sintió varios codazos golpeando su costado. Se giró enojado, listo para remeter contra el responsable de tal fechoría.
-¿Cómo sigues con la ninfa, es cierto de que se casarán pronto?
-Ór.. no me dejas comer.
-Lo siento, no quise molestar..
El enano le miró de reojo, no era del todo su culpa ser tan entrometido, parte de esa culpa era de su madre que solía hablar horas y horas, hasta sacarte toda la información que a ella le parecía relevante.
-Eso, aún no es verdad
Le sonrió antes de morder la fruta.
-Oye, Floki. Tengo una espada agrietada, ¿Podrías arreglarla?
-Déjala mañana en la mañana y podrás recogerla en la tarde. La dejaré como si nada le hubiese pasado.
-Todo el día las ninfas han estado muy activas, ¿Qué crees que esté pasando?
Floki se rascó la barbilla.
-Tal vez, tengan alguna ceremonia para entregar semillas.
-¡Es verdad, escuché que el Lorax vendrá!
-El Lorax siempre viene a esas ceremonias, no se que tiene de extraño.
Dijo otro enano que también había estado pretendiendo a una ninfa pero sus resultados habían sido infructuosos, era todo un desastre tratando de acercarse.
-Hablando de ninfas, ¿Cómo te va con Emerald?
El enano guardó silencio, todos los demás callaron al escuchar la pregunta, los músicos dejaron de tocar y todos le miraban expectantes.
-Mal.. muy mal he hecho todo lo que me han dicho pero nada ha funcionado.
Suspiró, algunos negaban con la cabeza, otros se golpearon el rostro con la palma de su mano y otros tantos solo siguieron comiendo sintiendo pena por su compañero.
-Pero.. ¡Hoy me regaló una sonrisa antes de ir a su reunión!
Entonces los presentes levantaron sus tarros de cerveza y gritaron felices, algunos se levantaron de sus lugares y palmearon la espalda del joven enano.
En la cantina todo era alegría y el calor de la bebida llenó todo de risas, cantos y juegos.
-No entiendo porque enamorarse de ninfas, cunado hay tantas enanas lindas.
-Es la juventud, no lo entenderías Teine.
-Pero también hay muchas enanas enamoradas de elfos, ¿Recuerdas a Lili?
Un enano empezó a llorar y su amigo le consolaba dando palmadas en su espalda.
-Yo si, yo sí la recuerdo.
Decía mientras se entregaba a las lágrimas.
-Ya, ya Anvil. Ya encontrarás a una enana que sí te ame.
Floki se asomó por la ventana y observó el sol.
-Debo irme.
-¿Debería preguntar?
Uno de sus amigos le sonrió y arqueó una ceja. Todos se callaron de nuevo esperando una respuesta. Él recorrió el lugar con la mirada, les dedico una sonrisa y dijo feliz.
-Tengo que verme con alguien.
El silencio volvió a desaparecer tras los gritos de jubiló, cantos y vítores de enanos alegres.
Floki cerró la puerta y caminó por la ciudad empedrada hasta llegar a la orilla de un río, se sentó en una roca y espero por un rato.
Sintió que alguien le picaba la costilla, se giró para ver quién era y descubrió a la joven ninfa que le miraba sonriente.
-¿Te asusté?
-En lo absoluto, de inmediato supe que eras tú.
-¿Sabías que era yo?
-Si
-Entonces.. ¿Sabes que he tomado algo tuyo?
Gealach tenía sus manos en la espalda, Floki se palpó los hombros, faltaba su bolsa de cuero.
-¡Ninfa molesta, devuelve ese bolso!
-¡Nunca enano barba de pan!
Floki se observó la barba, la chica tenía razón. Se sacudió, luego la observó y salió corriendo hacia ella.
Gealach era muy rápida y el enano le siguió ágilmente por entre árboles, ramas que amenazaban con golpearle el rostro y la espesa neblina que le cegaba en ocasiones.
Ambos reían y corrían por el bosque.
La ninfa se detuvo de golpe, el le quitó la bolsa mientras reía divertido.
-¡Te lo dije, ninfa los enanos también somos muy rá..
Floki dejó de hablar cuando se fijó en quienes estaban frente a ellos.
La madre de las ninfas, estaba acompañada de Athair el rey de los enanos y a su lado estaba el Lorax.
La madre les veía con un gesto de disgusto, Gealach le observó en silencio con los ojos abiertos, luego hizo una reverencia que Floki imitó.
-Buenas tardes madre.
-Buenas tardes.
Su gesto era muy duro, su mirada de un color que imitaba a la lavanda se posó en ambos. Floki siempre se sintió intimidados por esos ojos carentes de iris y pupilas.
-Sigan su camino jóvenes.
-Si, señora.
Ambos caminaron lentamente hasta desaparecer de la vista de los tres señores del bosque.
-¿Crees que esté enojada?
-No lo se, es difícil saberlo.
-Supongo que el señor Lorax está aquí por la entrega de las semillas, ¿Cierto?
Gealach asintió lentamente.
El enano paró de caminar, se giró a verla, puso una rodilla en la tierra y tomó la mano de la joven.
-Cásate conmigo Gealach.
-Ya te lo dije Floki, las ninfas no deberíamos casarnos.
-Te seguiré a dónde vayas.
-¿Dejarías la mina?
-Por ti, lo dejaría todo.
-Ese es el problema, no quiero que abandones todo por mi.
Al día siguiente las ninfas se reunían frente al árbol, el sol estaba en lo alto, las flores comenzaban a abrir y la temperatura poco a poco se hacía más cálida.
Sentada en un trono frente a todas las doncellas estaba a la que todos llamaban señora madre, a un lado en un asiento igual de elegante e imponente estaba el anciano naranja de nombre Lorax.
Floki se había escondido en lo alto, oculto entre algunas ramas y hojas. Estaba decidido a irse con la ninfa y abandonar todo si fuese necesario.
-Empezaremos ahora con la entrega de semillas, vengan las siguientes doncellas.
Muchos nombres se escucharon pero en ninguna ocasión se escuchó el de Gealach, las ninfas felices pasaban y recogían la semilla de la mano del guardián del bosque.
Todas sonreían, se abrazaban y arrojaban flores como lluvia sobre sus compañeras.
Floki se sintió mal por la ninfa, sabía que recibir una semilla era el sueño de todas.
"Otro año más, lo siento mucho cielo"
Floki abrazaba a Gealach que lloraba en una roca.
-No te desanimes ya llegará el día en que te den una semilla de esas.
La doncella se limpió las lágrimas y entre sollozos logró decir algo.
-Madre a dicho que me falta madurar. Le pedí consejo al señor Lorax y me dijo que a veces las flores más hermosas son las que tras muchos conflictos logran abrir sus pétalos.
Floki le besó una mejilla, ella le sonrió, le abrazo y el le correspondió.
Ambos estaban unidos, felices, sintiendo que todos los problemas eran pequeños, se sentían fuertes estando juntos.
Un cuerno se escuchó, la pareja se separó al instante y corrieron, habían llegado justo en el punto del camino donde debían separarse pero una reunión de ninfas y enanos ya estaba llevándose a cabo.
-¿Qué sucede?
-Kelpies
-¿Kelpies? Creí que ya se habían ido.
-Tranquilos, tranquilos les pondremos al tanto.
El murmullo de los que estaban ahí reunidos se calmo al escuchar al rey Athair.
-Los Kelpies han entrado a nuestros territorios, ya sabemos que no vienen en son de paz, así que prepárense para una guerra inminente.
-Mi señor, a que vienen ellos.
-Han amenazado con llevarse el árbol madre y tomar nuestras minas.
Los días siguientes todos prepararon sus armaduras, espadas, lanzas, arcos y flechas. Sabían que esas criaturas eran crueles en la guerra y temían por lo que fueran a hacer en cuanto llegarán.
No paso mucho para que los kelpies: seres bípedos, de grandes colmillos, cabeza de caballo, bocas babeantes, grandes y musculosos que cargaban pesadas espadas se hicieron presentes en el bosque.
Floki preparaba su armadura, cuando Gealach llegó con sus marcas en la piel, se veía amenazante.
-¿Estas lista?
Ella asintió, estaba preocupada por el.
-¿Tú lo estás?
-Si, escucha quiero darte algo.
Floki metió su mano en su chaleco de piel y sacó una bolsita de tela.
Ella la abrió y sacó tres piedritas de color azul que parecían tener estrellas doradas en su interior.
-Son piedras de cielo nocturno.
-¿Por qué me las das?
-Por que.. si me pasa algo.. yo..
-¡No!
La ninfa le interrumpió sollozando.
-¡No te pasará nada!
Ella le abrazó y le besó por un largo tiempo. Se quedaron juntos hasta que un fuerte ruido les hizo regresar, era hora de irse.
Floki intentaba estar siempre a lado de la ninfa, sabia que era fuerte pero aún así no quería dejarla sola, por si cualquier cosa pudiera salir mal.
Todo era fuego, sangre, cuerpos mutilados en la tierra y muertos que descansaban por fin después de darlo todo en batalla.
El ruido del bosque antes alegre y tranquilo había sido apuñalado por los choques de espadas, silbidos de flechas, gritos de furia, gritos de heridos y murmullos de moribundos.
Volteó a su derecha.
-¡Emerald!, ¡Emerald!, ¡Mi sol, no me dejes ahora!
Floki sintió su sangre hervir, tomó la espada y se enfrentó a un Kelpie que estaba prendiendo fuego a un árbol.
-¡Desgraciado!
Ambos chocaron sus metales, ciego de ira Floki usaba su espada, ambos danzaron dando todo de si mismos, ambos daban muestras de su destreza en el arte de las armas.
Elevó sus brazos para cortar el cuello del Kelpie que yacía en el suelo pero un dolor punzante no se lo permitió, sus brazos se sentían débiles y la espada cayó haciendo un ruido muy fuerte, se palpó el costado, la sangre pintó de rojo su guante.
Poco a poco perdió el sentido, sus ojos se cerraban lentamente, entre sombras pudo ver a alguien acercarse, supuso que era un Kelpie que regresaba a dar el golpe final.
Un hilo de sangre salió de sus labios, dejando un sabor metálico en su lengua.
Otra sombra apareció, ambos pelearon y el Kelpie cayó al suelo, sintió unas manos levantando su cabeza. Reconoció su aroma al instante.
-¿Gealach?
-Estarás bien, no te muevas.
-Gealach ya es tarde ahora mismo estoy viendo el ciclo y escuchó su voz reclamando mi nombre.
-¡No!, ¡No!
-Floki...Floki..
Un murmullo se escuchó en la lejanía, alguien cantaba en medio de la oscuridad que apagaba su vista.
-Nos vemos luego Gealach, lo juro.
Sintió unas lágrimas en su rostro.
-¿Once ler?
El jovén despertó en su cama empapado en lágrimas.
-¿Por qué lloras?
-Creo que soñé algo extraño de nuevo.

La doncella en el árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora