Capítulo 10

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Ahí estaba él, después de tantos años, después de abandonarlos, ahí estaba él.

Había cambiado un poco, ahora era más alto y su aura mucho más siniestra, mas eso a ella no le importaba en lo absoluto. Lo único importante era que él estaba ahí, que había regresado a ellos.

— ¿Piensas quedarte sin decir nada? — preguntó tras un rato.

— Vine a solicitar una mano — Respondió en un tono monótono, como siempre.

— ¿Ayuda? ¿Para qué? — más preguntas. Estaba haciéndose la ingenua.

— Sabes de qué hablo — Respondió serio — Son varios de ellos y no pienso hacerles cara solo.

— ¿No has hecho eso todo este tiempo? Además tienes ayuda de aquellos que creaste — Respondió sarcástica.

— No es lo mismo — Respondió acercándose — Y sabes que casi todos están muertos.

— ¡Oh! ¿en serio? es una lástima, me habría gustado conocerlos; Sin embargo, sé que para este trabajo no me necesitas, es más, debería ser extremadamente fácil para ti — Dijo ella.

— Sabes que eso es una mentira — Él se paró frente a ella, mirándola hacía abajo — ¿No se supone que no debes mentir?

— Tu más que nadie sabes que esas reglas ya no aplican para nosotros — En un intento de no ser intimidada, se puso sobre sus puntillas, pero apenas le llegaba al pecho.

— ¡oh ho ho! — Él soltó una risa falsa — Yo soy el único a quien aplica esa regla, después de todo ustedes aún pretenden ser puros ¿no?

Su actitud le molestaba un poco. Con lo que tardó en llegar a ella, todas las paradas innecesarias que hizo, pensó que tal vez actuaría un poco más indeciso e inseguro. Un poco más arrepentido.

— Han pasado siglos, no es fácil mantenerse "puro", menos en este mundo — Cerró sus ojos y le regaló una sonrisa— Tú más que nadie deberías saberlo.

Sin decir nada, él dio dos pasos hacia atrás. Ahí estaba el arrepentimiento.

— Ahora, quítate todo eso del rostro, quiero ver que tanto te ha agrietado el tiempo.

Sin protestar, se quitó la capucha y la mascarilla. Su apariencia no la sorprendió. La marca de su rostro había crecido mucho y estaba más pálido, pero aparte de eso, seguía siendo el mismo. Indicándole que se agachara un poco le acarició el cabello, haciéndole un pequeña trenza. En al menos uno de sus ojos aún podía ver aquello que una vez fue y eso la alegraba.

— No has cambiado nada — Dijo abrazándolo.

— Deja de mentir Diana — Reclamo él.

— No lo hago, es bueno saber que aún tras todo este tiempo, aún eres tú.

— Eso no es cierto — Respondió apartándola — Ya casi no queda nada de mi.

— ¡Ah! — Lo interrumpió — Tú mismo lo dijiste, "casi", aún queda algo y eso es suficiente para nosotros.

— De verdad son estúpidos entonces.

— No más que tú

— ¿Me vas a ayudar? —preguntó poniéndose de nuevo la capucha.

— Sí — Respondió ella quitándosela — No es como que tenga muchas opciones.

— Pues sí — Intentó ponerse la mascarilla pero ella se la quitó.

— Sin embargo tengo una condición.

— ¿Cuál? — preguntó un poco irritado.

— Quiero que hagas todo lo que yo diga, nada de rebeldías

— ¿Hablas enserio?

Ella lo tomó de la ropa acercándolo, dándole la mascarilla y quitándole el gorro otra vez.

— Completamente, no quiero que se repita lo de la última vez.

— Está bien — respondió él — Lo intentaré.

Mirándolo fijamente a los ojos y sin soltarlo, se acercó lo suficiente como para que sus narices se tocarán.

— Samael, más que una condición, quiero que lo veas como una orden, si quieres mi ayuda, deberás seguirla.

— Bien — Dijo levantando las manos — Lo haré, pero no prometo seguirlas por completo ¿ok?

Ella lo soltó, dejándolo ponerse la capucha y la mascarilla. No entendía porque el esfuerzo en ocultar su rostro, era ridículo.

Sin decir nada más, él comenzó a caminar hacía la orilla y ella comenzó a seguirlo de cerca.

— Samael

— ¿Sí?

— Quiero que me lleves a ese campamento, el grande

— ¿Para qué?

— Lo sabrás cuando lleguemos


Él soltó un suspiro y siguió caminando. Ella iba a ayudarlo, pues tenía la esperanza de que tal vez, después de todo esto, podría sanarlo, recuperar a aquel que perdió; Sin embargo, su aura era cada vez más grande, más similar a la de aquellos que odiaba y eso la preocupaba. No sabía cuánto tiempo le quedaba o si ya era demasiado tarde. Cuando llegarán al campamento lo sabría, no perdería su esperanza hasta ese momento e incluso después.



Ella solo quería a su pequeño ángel de regreso.









Fin capítulo 10... Bajo sus alas, un refugio.

PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora