Cuando abrió los ojos y sintió el espacio vacío a su lado, no pudo hacer nada más que soltar un leve suspiro, Padre ya se había marchado. Él siempre había hecho eso, irse sin decirle nada, por lo que debería estar acostumbrada y de cierta manera los estaba, pero esta vez le molestó un poco. Él ni siquiera se había molestado en decirle a dónde diablos iba o cuánto tardaría, al menos le hubiera dejado una nota, algo.
Por el siguiente par de minutos, se quedó tirada en la cama, estirada, intentando abarcar todo lo que podía. Con la mirada fija en el techo de la tienda, prestando atención a los soldados que gritaban órdenes y corrían a sus posiciones.
— ¿Toc, toc? — Dijo Yoko asomando la cabeza por la entrada de la tienda — ¿Está todo bien? ¿No interrumpo nada?
— No, no — Respondió sentándose — Solo estaba pensando.
— Ya veo ¿Puedo pasar? — preguntó.
— Claro
Yoko terminó de abrir el zipper de la tienda y entró. Su apariencia era totalmente diferente a la de las últimas semanas. Vestía solamente un top de licra sin mangas de cuello de tortuga y una licra corta, ambas piezas de color negro. Esta vestimenta dejaba ver muchas más cicatrices y golpes de las que Ebele pensó en su momento que tenía, muchas más.
— ¿Qué rayos llevas puesto? — Preguntó.
— ¿Esto? Es mi uniforme, lo tengo que utilizar siempre que estoy en estas zonas.
— ¿Qué acaso no deja mucha piel expuesta?
— Pues uno podría decir que sí, pero en mi caso es perfecto para lo que hago y es cómodo.
— Si tu lo dices.
Yoko se sentó a su lado y dio una pequeña mirada a su alrededor, como si esperará ver algo diferente a las otras tiendas.
— Entonces, seremos compañeras a partir de hoy y hasta que tu padre regresé. ¿Estas lista? — Le preguntó con una sonrisa grande.
— Pues sí, supongo ¿No sabes cuánto tiempo tardará en volver?
— ¿Por qué, ya lo extrañas? — Dijo molestándola.
— Siendo honesta, no lo sé — Respondió Ebele mirando al suelo.
— Oh... ya veo, pues no estoy segura, él insistió en ir a pie por lo que puede que tarde un par de días.
— Ya... en ese caso no hay nada que hacer — Ebele se enderezo de la cama, se estiró lo más que pudo, tomó una gran bocanada de aire y formó una sonrisa — Entonces, estoy lista ¿A dónde vamos?
Yoko también se puso de pie, aún no podía superar lo alta que era — A donde está el equipo especial, como habrás deducido soy parte de ellos y me gustaría desearle buena suerte a los pocos que quedan.
El equipo especial, las personas que Padre y los demás garantizaban que podían acabar con grandes hordas de aquellas criaturas y que en un número grande, podían dar pelea a uno de esos demonios. De alguna manera ya sabía que Yoko era parte del grupo y dedujo al menos a dos miembros más que vio en la reunión. Estaba emocionada por conocer a los demás.
Salieron de la tienda y atravesaron todo el campamento hasta la zona principal, una vez allí, se adentraron un poco más, rumbo a una pequeña tienda casi en el límite del lugar.
Cuando entraron en esta, solo había tres personas y la verdad no le sorprendió que ya las "conociera" al menos de rostro. Solo al entrar, sentada en una banca, tomando un vaso de agua, estaba la morena que había ayudado a Yoko el día anterior. Ella tenía muchas marcas. el cabello negro de un largo medio y los ojos de color café oscuro. En una de las esquinas del fondo, acomodando varias cosas en una mochila, estaba la pelirroja, quien definitivamente tenía una buena figura, con sus músculos bastante marcados y unas cuantas cicatrices bastante grandes. Por otro lado, revisando una pizarra y acariciándose la barba, estaba el moreno. Ver solo a esos tres, la hizo darse de cuenta de las dimensiones que realmente tenía la tragedia que habían discutido...solo quedaban ellos.
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Pandora
Science FictionBajo las sombras de un mundo en caos, aquel que nació al abrirse la caja, poco a poco se libera de sus cadenas. Un ángel caído busca la forma de detenerlo. Los demonios poco a poco invaden la superficie. El cielo ha caído. Al final de este guerra e...