La situación no cambió por las semanas siguientes. Padre estaba más distante que nunca. Lo único bueno es que su relación con Yoko iba mejorando.
Ninguno de ellos se sentía cómodo alrededor del otro y el espacio dentro del carro no era mucho de ayuda, por lo que se tendrían que aguantar un poco más.
Cada vez pasaban por cada vez más y más camionetas con soldados y cajas, algunos tanques y muchos pequeños campamentos. Se estaban acercando a su destino, el campamento principal, una aglomeración enorme de pequeñas y grandes tiendas, con soldados, camiones y tanques esparcidos por doquier, y con aviones llegando y saliendo con recursos cada diez o veinte minutos, todo era un caos, al menos hasta que su caravana entró en el lugar. Ahora eran el centro de la atención, todos se detenían para verlos pasar, saludar o alzar la voz en un grito de gozo, un grito de los que se daban al final de un conflicto, en un celebración; sin embargo, no todos eran tan positivos, y la atención de la joven estaba en los que se quedaban en silencio, los que tenían los ojos privados de luz, los que mostraban enojo, los que maldecían por lo bajo.
¿Por qué clase de infierno habían pasado? ¿Por qué el resentimiento hacía ellos, hacía Padre?
¡¿Qué tanto no le estaba contando?!
Se detuvieron frente al campamento principal, una tienda gigante con una mesa en el centro con diez asientos, además de una gran pizarra de exposición.
Había varias personas, la mayoría vestía uniforme militar de diferentes países. Discutían algo que no logro escuchar, pues se detuvieron inmediatamente entraron en el lugar.
—Veo que lograste convencerlo—Dijo un hombre viejo, vestía un traje ligeramente diferente, con muchas medallas, por lo que asumió que era un general—Buen trabajo soldado— Tomó una pose firme y saludo, Yoko respondió con la misma pose. Luego se alejó de ellos, uniéndose a los que estaban en la pizarra.
—Claro...felicidades— dijo Padre entrando en la tienda. Era la primera vez que lo oía hablar desde que iniciaron el viaje —Estoy aquí; sin embargo— Su mirada se clavó en la del general— Aun no me ha convencido de ayudar.
Nadie dijo nada, un silencio ahora incómodo, solo los sonidos de los soldados afuera.
Él recorrió a todos con la mirada, hacía tiempo que no estaba allí, había caras familiares, había unas que no. Él sonreía levemente, pero su mirada no tenía vida.
—Bueno—Dijo rompiendo el silencio—Ya estoy aquí, no desperdicien el tiempo, la "señorita" ya me dio un resumen de la situación por lo que comiencen con lo importante.
Después de oír a Padre decir estas palabras, la joven pudo notar que una breve sonrisa se formó en el rostro de Yoko, probablemente al darse cuenta que su esfuerzo no había sido inútil.
Los sentaron en el centro y unos soldados les trajeron un poco de jugo y bocadillos, además de entregarle al Padre un folder lleno de papeles. Estaban rodeados de muchos extraños armados y eso la hacía sentir un poco incómoda, insegura, pues sabía que algunos no los querían allí. Padre lo notó, por lo que le acarició la cabeza suavemente y aunque a ella normalmente no le gustaba que la tratara como una niña, por esta ocasión, que fuera así de cariñoso, realmente le ayudaba con los nervios.
—No tienes nada por lo que preocuparte— le murmuró— la mayoría me tienen miedo.
Sus palabras no eran las mejores para tranquilizar a una persona, pero la hacían sentirse más segura.
Miro la pizarra, llena de notas, papeles, mapas y fotografías, mucha información que no entendía y por procesar.
Todos en la sala se mantenían serios, había mucho por discutir por las siguientes horas, mejor ponerse cómoda.
Fin capítulo 6... Líbranos del mal
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Pandora
Science FictionBajo las sombras de un mundo en caos, aquel que nació al abrirse la caja, poco a poco se libera de sus cadenas. Un ángel caído busca la forma de detenerlo. Los demonios poco a poco invaden la superficie. El cielo ha caído. Al final de este guerra e...