Capítulo 4

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 Estaba mirando por sus binoculares cuando sintió el temblor ligero bajo sus pies, producido por tres vehículos 4x4 de color negro que se estaban acercando al campamento. De estos se bajaron varios soldados, armados hasta los dientes, que rodearon el asentamiento. Tres vestidos de gala bajaron de último, dos hombres y una mujer bastante más alta que el resto.

— Hola — Dijo esta última dando un paso al frente — Estamos buscando a este hombre— la mujer le mostró una imagen de Padre, un poco más moreno de como ella lo conoció, pero definitivamente era él.—¿Lo has visto?

En silencio señaló a la lejanía, la densa nube de humo que estaba siendo consumido por la niebla verde.

— Oh. . . — Dijo mientras se acomodaba los anteojos — En ese caso supongo que solo queda esperar.

... Las horas le parecían eternas, nadie hablaba, nadie se movía, parecían robots que se habían quedado sin baterías.

Como se aburría, decidió sacar su libro de sketches, después de todo, no todos los días veía tantos "diferentes" rostros. Los cuatro soldados vestidos con uniformes militares no eran muy llamativos, con todos sus abrigos, cascos y máscaras. Los únicos realmente diferentes eran la mujer y sus acompañantes...al menos un poco.

Los dos hombres llevaban trajes iguales, siendo la única diferencia la corbata, uno roja y la otra azul; usaban lentes oscuros, por lo que no podía saber el color de ojos. Su color de piel también era similar, un poco más oscuro que el de ella, de no ser por algunas facciones y cicatrices, pasaban por gemelos...y tal vez lo eran.

La mujer lucía solo un vestido negro y unos tacones del mismo color. Con las piernas y los brazos expuestos, dejaba a la vista las múltiples cicatrices que tenía, pequeñas, grandes y muy grandes. Era una soldado también, se le notaba, fuerte y atlética, tal vez más que el resto de los presentes, bastante acorde con su estatura. Su rostro tenía facciones asiáticas, su cabello era oscuro y largo, y no usaba maquillaje.

Ella era. . . bastante atractiva ahora que la miraba con atención...y casi tan alta como Padre, al menos sin tomar en cuenta los tacones.

¿Qué sería lo que quería con él?

—¡Ahí viene! —Aviso uno de los soldados mientras señalaba donde antes estaba el humo y la niebla verde.

La figura de Padre se alzaba en el horizonte, aún desde tan lejos se veía imponente. Usaba un más cara para cubrirse, y el viento le había quitado el gorro del poncho, dejando sus cabellos negros bailando con el aire. La mecha blanca caía frente a sus ojos, ocultando un poco la mirada irritada y molesta en estos. Ya había visto a los soldados.

Los ojos de Padre eran especiales y siempre le habían llamado la atención. Él tenía heterocromía, pero le llevaba a un nivel todavía más especial. Su ojo izquierdo era color blanco y el otro, tan oscuro que era casi imposible encontrar la iris en este.

El siempre estaba cubierto, le gustaba cubrirse las cicatrices, que ahora que lo pensaba, era otra similitud que compartía con esa mujer, que ahora esperaba de pie, con un visible nerviosismo.

Cuando piso el campamento, con la mirada seria, paso por el lado de todos, como si no estuvieran allí. Casi nunca tenía la oportunidad de apreciar qué tan grande era él en comparación con los demás...los soldados con costo le llegaban por debajo del hombro.

Cuando llegó a donde ella, se detuvo, su mirada se suavizo y le acarició la cabeza, luego de eso tiró su bastón y un maletín que cargaba dentro de la tienda. Entonces se volteó hacia el grupito y se quitó su mascarilla y soltó un largo suspiro hacía el cielo.

—¿Qué es lo que quieren? —Dijo sin quitar su mirada de las nubes. Sonaba molesto.

—¿¡Qué acaso no es un poco obvio!? — Una respuesta en ese tono la tomó por sorpresa, ¿donde estaba el nerviosismo de antes?

Padre la miró directo a los ojos mientras cruzaba sus brazos.

—Pues yo creí haber dejado en claro que no me contactaran.

—Así como también "dejó en claro" que solo podíamos hacer en un caso de extrema necesidad y me temo que esta lo es— Los dos se negaban a ceder...¡¿COMO PODÍAN ESTAR SIN PESTAÑEAR POR TANTO TIEMPO?!

Padre se frotó el rostro con ambas manos soltando un gruñido y quitándose el cabello de la cara y soltó otro suspiro, un poco más largo e irritado.

—Ya ¿Y puedo saber qué es lo que ha pasado?— Pregunto, continuando con el duelo de miradas.

— Pues no puedo darle toda la información si no accede a venir con nosotros, pero tal vez un pequeño resumen le ayude a decidirse— Dijo ella, y se puso las manos en la cintura y poniéndose recta, como intentando parecer más alta.

Pudo distinguir como una leve sonrisa se formaba en el rostro de Padre cuando este extiendio su mano para indicarle que procediera.

— Hace unos meses atrás se dieron informes de una enorme criatura que salió de una grieta que se abrió en el medio del océano Índico. Esta ha estado avanzando desde entonces y, aunque aún no conocemos su meta, ninguno de nuestros planes ni métodos ha logrado frenar al menos un poco a la bestia.

—¿Ninguno?—Preguntó con tono de incredulidad.

— ¡Ninguno!—Respondió con un tono firme y un poco molesta.

Padre posó una de sus manos en su cara, acariciando la extraña cicatriz negra de su cachete derecho—Esta "bestia"¨¿Le han dado algún nombre, la han identificado?

—No, por ahora no coincide con nada en nuestros archivos, por lo que sólo la llamamos la entidad.

—. . .Entiendo— Su mirada volvió al cielo, saltando de nube en nube, pensando, tal vez recordando algo— Bien, pues no hay más remedio, iremos con ustedes— respondió tras varios minutos— Pero solo por que quiero más información, mi ayuda aun no la aseguro.

—En serio se lo agradezco— dijo ella agachando la cabeza. Su tono serio desapareció, ahora sonaba aliviada, incluso al borde de las lágrimas.

Luego de eso Padre se volteó para mirarla. Su rostro nuevamente se relajó y le regaló una cálida sonrisa, se acercó y le acarició la cabeza de nuevo.

—Bueno, hay que empacar las cosas, vamos de viaje— le dijo.

—¡Claro!— respondió ella en un falso intento de ocultar su emoción por algo nuevo.

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No tardaron mucho. lo metieron todo en un de los carros y luego abordaron el mismo vehículo que la mujer.

Comenzaba un viaje de varios días con varias paradas; una guerra de años estaba de vuelta. No importaba. Padre estaba ahí para cuidarla, para librarla de todo mal.



Fin capítulo 4... Hágase tu voluntad

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