Capítulo 2

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El amanecer iluminaba la caída de un reino. Como gigantescas gotas de lluvia, caían aquellos que abrazaron el pecado y como rayos delicados de sol, los que continuaban siendo puros. Tomaban formas varias, de animales, de humanos, o mezclas de diferentes especies y se dispersaban por la tierra, unos en busca de redención, otros para huir y muchos para intentar reconstruir aquellos que se les arrebató.

Él aún era joven cuando todo ocurrió, en un inicio se dejó llevar por emociones, pero su propia indecisión lo impulsó a hacer cosas estúpidas que le costaron un castigo diferente a los demás. Lo dejó en un limbo, como una manzana a medio pelar, con una parte aún intacta y el resto oxidado por el viento. Era mortal, pero eterno. Este estado le afectó mental y físicamente, ahora era veneno, corrosión y cura, una peste que limpiaba las impurezas, que destruía a todo aquello que él consideraba que iba en contra de la voluntad de su padre.

El tiempo pasó, presenció los cambios en sus hermanos y los humanos. Vio los diversos intentos por repararlo todo, por remediar lo que estaba mal.

Todo hasta el punto en el que pudo ver como en lo alto del monte del calvario, pudo presenciar como el mayor de ellos perdía la vida y como entre terremotos y tormentas, la presencia, una vez tan notoria de su padre, desaparecía por completo.

Perdieron su camino, su propósito, ya no había nada que reconstruir, había desaparecido.

Vago sin rumbo; con el pasar de los siglos vio a los humanos evolucionar, vio a muchos hermanos y hermanas morir, algunos a sus manos.

Sin alguien para mantenerlos a raya el conflicto con los ahora llamados demonios, creció en magnitud, aumentaron mucho en número e inevitablemente le declararon la guerra a la superficie. Hordas y hordas arrasaron con todo a su paso dejando solo cenizas. Con un poco de ayuda los países se vieron capaces de responder y ganar un poco de terreno, pero no se sostendría por mucho. Junto con los pocos de sus hermanos restantes, lograron sellar a la mayor amenaza bajo un hechizo poderoso, mas no eterno. A costa de esto, sus alas se desmoronaron, fueron reemplazadas por nuevas, que actuarían como cicatrices y recuerdos de sus acciones por el resto de su vida.

Su mirada, serena, ocultaba tanto odio e ira que como fuego o ácido, poco a poco lo pudría desde adentro.

Los que quedaban, se impusieron una misión, evitar que el infierno consumiera la vida en la tierra, proteger lo poco que quedaba del lugar favorito de su padre, lo único que les quedaba de él. Y más importante, prevenir que los seis generales reunieran suficiente poder para liberar a Pandora de su sello.

Ahora, acostumbrado a esconderse en pleno día, su veneno lo consume todo, buscando mantener una paz que pronto acabará.

Ya lo dictaron, siglos antes, es inevitable, la caída del cielo se repetirá y la guerra, hambruna, muerte y peste lo devastarán todo...

Solo queda esperar, después de todo, aún no consigue las riendas para su corcel. . . .















... Capítulo 2 . . . Por los siglos de los siglos

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