Capítulo 30 (Parte 2)

158 25 3
                                    

 (You are the reason ~ Calum Scott)

Todo iba bien hasta que una señora de cabello rubio, ojos azules, y mirada amenazante se acercó hacia el señor Owen.

Quien se encontraba con Vanesa, Alex y conmigo.

—Owen, querido—saludo, planteando un beso de cada lado.

Esa voz.

La manera en que camina.

No, por favor.

Solo puede ser una persona.

La madre de Jessica.

—Joanna—saludo, el señor Owen incómodo—. Creí que estarías en Marruecos.

—¿Creíste que te dejaría? Oh cariño, la familia es lo más importante ¿no es así?

Ya sé de donde saco el apodo, Jessica.

Y lo odiosa, también.

Cierto, conciencia.

—Oh, Alex—dice acercándose a él—. Siempre te he visto como a un hijo.

No respondió, solo puso los ojos en blanco descaradamente.

—Jessica, quería verte.

—Lástima que no esté aquí—dice Alex con una sonrisita.

—En realidad—dice girándose—. ¡Jessica!

Segundos después la rubia tonta, aparece meneando sus caderas, con un vestido precioso.

Me sentía boba con mi vestido.

—Alex, cariño—se acercó a él planteando un beso en su mejilla.

Me contuve para no estamparle la cara contra la escalera en ese momento.

Por suerte, Alex la apartó enseguida.

Jessica le puso mala cara.

Enseguida entrelace mi mano con la de Alex, quien no disimulo la sonrisa.

Eso, marca tu territorio.

—¿Y tu eres? —pregunta, Joanna.

—Natalie, mi novia—responde Alex, orgulloso.

—Natalie—dice inspeccionándome con la mirada —. ¿Y desde cuando es tu novia? —le pregunta directamente.

—¿Desde cuándo tengo que darle explicaciones de mi vida?

—Alex—reprende su padre.

—Es la verdad—dice ignorándolo—. No porque sea accionista de la empresa quiera decir que es parte de la familia.

Lo mira ofendida y por suerte Vanesa interviene.

—¿Por qué mejor no van a ver la exposición?

Asiento con la cabeza y tomo a Alex del brazo.

Llegamos a una de las habitaciones, por suerte no había nadie.

—¿Estás bien?

—No, nunca me ha caído bien.

—¿Cómo es que ella es accionista de la empresa?

—Mi madre, le vendió la parte de sus acciones, no todas, estoy casi seguro que la obligo.

—¿A qué te refieres?

—Días después de que muriera, se presento en la empresa y exigió un puesto.

CARTAS, PROMESAS Y RECUERDOS (En edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora