15. Aceptación

488 60 19
                                    

Aceptación: del latín tardío acceptatio. Acción y efecto de aceptar. En este contexto, es la última fase del duelo y el momento en el que encontramos la manera de resignarnos, de hacer las paces con aquella pérdida, hecho o hechos que nos atormentaban. Llegamos a un acuerdo con ese acontecimiento dramático gracias a la experiencia de la depresión, y nos permitimos seguir viviendo y reconociendo la realidad tal como es ahora. En esta etapa, los seres queridos de la persona doliente deberán respetar sus sentimientos, sin presionarla, y acompañarla en su proceso de curación hasta que esté preparada para recuperar su ritmo normal de vida.

***

Paso a paso, Wei Wuxian se acercaba lentamente a las dos personas que estaban allí esperándolo, y su corazón palpitaba desbocado. Estaba tan exaltado que no sabía qué expresión poner, así que simplemente curvó los labios hacia arriba. Sonreír era su gesto por excelencia, estuviera o no nervioso, y lo hacía casi por inercia.

Desde que comenzó a sentirse triste y deprimido, había sonreído de manera genuina muy pocas veces, y esta no era una de ellas. Eso no quería decir que no estuviera feliz de volver a ver a Lan Wangji; por supuesto que lo estaba, pero el miedo a su posible reacción superaba de lejos a cualquier otro sentimiento.

Uno de los dos hombres, el que mantenía una postura más erguida y solemne, era sin duda Lan Wangji. Wei Wuxian se fijó en que no llevaba su cinta de la frente, pero le pareció normal teniendo en cuenta que tampoco vestía el uniforme del clan Lan; todo indicaba que su intención era pasar desapercibido. Cuando vio a Wei Wuxian, realmente se sorprendió: abrió mucho los ojos y su rostro se llenó de asombro y fascinación, como si estuviera viendo la mejor versión de alguien a quien había añorado durante mucho tiempo.

Esa reacción confundió un poco a Wei Wuxian. Su marido era una persona de modales fríos, al menos en apariencia, y a quien le costaba mucho poner palabras y expresiones a sus verdaderos sentimientos. Por eso, al observar la cara de Lan Wangji, su alma se agitó. ¿Qué debía hacer? ¿Acaso no estaba enfadado con él? Tras esa extraña primera toma de contacto, lo primero que intentó fue decir su nombre:

—Lan Z...

Sin embargo, ni siquiera pudo terminar. El otro hombre que estaba allí se abalanzó sobre él de manera repentina, y Wei Wuxian no supo si iba a abrazarlo o a partirle el cuello. Por fortuna, fue lo primero.

—¡Idiota! —le gritó casi dejándolo sordo. Era su hermano.

—Jiang Cheng... —murmuró Wei Wuxian, y al darse cuenta de quién era, le devolvió el abrazo como si no lo hubiera visto en cien años—. Así que la otra persona que me esperaba aquí... eras tú.

—¿Y quién iba a ser si no? —exclamó Jiang Cheng, con un tono que combinaba efusividad y enfado— ¿Tienes idea de lo preocupados que estábamos? ¿De lo que hemos tenido que hacer todos estos meses para poder encontrarte? ¡Debería matarte de una paliza aquí y ahora!

—Lo siento... —se disculpó Wei Wuxian sin dejar de abrazarlo.

Aunque Jiang Cheng estaba enfadado, Wei Wuxian lo conocía bien y sabía que, por muy duro que pretendiera mostrarse, estaba realmente contento de volver a verlo. Sus ojos, teñidos de rojo por la emoción, y su intento de ocultarlo abrazándolo con fuerza, no dejaban lugar a dudas.

La discusión que ambos habían tenido en Muelle de Loto parecía haber quedado aplazada, o incluso olvidada, y eso tranquilizaba a Wei Wuxian. Ya estaba lo suficientemente asustado por el posible enfado de Lan Wangji, y no habría sido capaz de soportar también la furia de su hermano.

A Jiang Cheng solo le importaba que Wei Wuxian estuviera bien, y para este último, el hecho de que fuera precisamente su hermano quien estuviera allí junto a Lan Wangji, lo hacía sentir muy afortunado.

Una cura para el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora