20. Perdón

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Perdón: del latín par donare, que significa «dar completamente». Es la acción o el efecto de perdonar, la indulgencia o remisión de los pecados. Se puede perdonar una deuda, una ofensa o una pena, entre otras cosas. Como emoción, es una forma de lidiar con la ira o el enfado cuando alguien nos ha hecho daño. Aunque estas emociones tienen una función protectora, pueden enquistarse y derivar en sentimientos como el odio y el resentimiento. Perdonar significa entender que existen otras posibilidades más allá del rencor y el sufrimiento que nos provoca el daño, aunque no signifique que tengamos que olvidar lo ocurrido. Es un proceso difícil, especialmente cuando lo que buscamos es el perdón hacia nosotros mismos, lo cual requiere grandes dosis de paciencia, humildad y amor."

***

Ya había anochecido cuando Wei Wuxian y Lan Wangji regresaron a la villa de los Mo. Había gente por todas partes, colocando mesas y sillas en el exterior de las casas, donde el color blanco cubría tanto sus ropas como los adornos que se apresuraban en colgar. Parecía una idea un poco descabellada teniendo en cuenta que era invierno, pero esa región no era montañosa no nevaba a menudo. En cuanto al frío, todas las estufas y cocinas estaban a pleno rendimiento, y la temperatura en el exterior era fresca sin llegar a ser molesta.

—¡Jóvenes señores! —exclamó la señora Wu, contenta de verlos llegar— Me alegra que ya estéis de vuelta. ¿Ha ido bien el paseo? Parece que sí, ¡tenéis muy buen aspecto!

A primera vista, para quienes no la conocían bien, el carácter de aquella mujer podía parecer reservado y algo distante. Sin embargo, daba la impresión de que sabía mucho más de lo que decía. No se le había escapado ni un solo detalle sobre la forma en que se comportaba la pareja, y ese comentario sobre el paseo escondía mucho más significado del que aparentaba.

Gracias a sus gestos y sus miradas, la señora Wu era capaz de adivinar que los dos acababan de resolver un asunto muy importante para su relación, y se sentía muy feliz por ello. Después de haberlos tenido varias semanas viviendo en la villa de los Mo, y más allá del hecho de que Wei Wuxian albergaba el cuerpo de Mo Xuanyu, había desarrollado un profundo aprecio por los dos.

—Ha ido muy bien, señora —dijo Wei Wuxian con una sonrisa—. ¿Podemos ayudar en algo?

—En absoluto, sois nuestros invitados —respondió ella.

—Le agradecemos mucho su hospitalidad —dijo Lan Wangji, cruzando las manos y haciéndole una reverencia.

—El placer es mío —dijo ella, señalando la casa de invitados—. Me he tomado la libertad de prepararos algo de ropa para la cena, aunque Hanguang-jun ya viste de blanco y no es necesario que se cambie si así lo prefiere.

—¡Oh! ¿Voy a poder usar un conjunto de ropa blanca? —exclamó Wei Wuxian, entusiasmado con la idea—. Ya me imaginaba que lo iba a necesitar cuando llegara este momento, pero entre una cosa y otra, al final no conseguí ninguno...

—¡Así es! Puedes usarlo esta noche, y si te gusta, podrás quedártelo —dijo la señora Wu, dedicándole una cálida sonrisa—. No es gran cosa, pero creo que he acertado con tu talla.

—Es más que suficiente, ¡muchas gracias! —agradeció Wei Wuxian, haciendo otra reverencia—. Con su permiso, ¡voy a cambiarme ahora mismo!

Wei Wuxian se fue corriendo a la casa, dejando a Lan Wangji a solas con la mujer.

—Lo veo mucho más animado —dijo ella, observando a Wei Wuxian alejarse—. Empezaba a preocuparme que no fuera capaz de lidiar con lo que lo atormentaba.

—Él puede, es muy fuerte —dijo Lan Wangji, mirando en la misma dirección.

—Y tú permaneces a su lado a pesar de todo... —dijo la señora Wu, como si quisiera dar a entender que Lan Wangji también tenía parte de la responsabilidad en la mejora de Wei Wuxian.

Una cura para el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora