2. Confusión

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Confusión: del latín confusio. Acción y efecto de confundir. Desasosiego y turbación del ánimo. Mezcla desordenada de sentimientos en la que se es incapaz de pensar de manera clara para recordar, prestar atención o tomar decisiones. Puede ser un síntoma de la depresión, y está relacionado con otros como pueden ser el cansancio, el insomnio y la reducción de la capacidad cognitiva. La angustia es el sentimiento más frecuente después de un episodio de confusión.

***

Lan Wangji está arrodillado en medio del vestíbulo principal de Nubes Recónditas. Está ligeramente inclinado hacia adelante, con los puños cerrados y apoyados en el suelo. Su largo cabello negro cae como una cascada de aguas brillantes y oscuras hasta llegar al suelo, tapando su rostro casi por completo y ocultando una expresión sombría llena de dolor.

Todo el ambiente que lo rodea está cubierto por diferentes tonalidades de rojo, al igual que la sangre que brota de las espantosas heridas de su espalda desnuda. Varios miembros del clan Lan de Gusu contemplan la escena, impasibles. Sus expresiones viajan entre el horror, la tristeza y la satisfacción.

Lan Qiren está a solo unos pasos delante de Lan Wangji. Rígido y erguido en una postura casi antinatural, observa la escena con una decepción y una furia en su mirada que podrían intimidar al mismísimo diablo. Lan Xichen, también presente, lidera uno de los grupos de personas a ambos lados de Lan Wangji. Su rostro está blanco como la tiza, lleno de tormento, y hace un esfuerzo sobrehumano para no apartar la vista.

Otro miembro adulto del clan está detrás de Lan Wangji. Su mano derecha sostiene un largo, grueso, y horripilante látigo de color negro teñido de sangre, que impacta en su espalda una y otra vez, abriendo nuevas heridas y empeorando las ya existentes.

Wei Wuxian no deja de gritar, aunque nadie parece escucharlo.

—¡Basta, por favor! ¡Ya basta!

Está de pie entre Lan Wangji y su verdugo, intentando detener los golpes, pero es atravesado al igual que la neblina que cubre el lugar. Nadie lo escucha, y no puede sujetar ni tocar nada, como si se tratara de un fantasma. Qué ironía.

—¡Por favor, para! ¡Ya basta! —vuelve a gritar, cada vez más angustiado.

El látigo sigue chasqueando en el aire, hiriendo la espalda de Lan Wangji sin piedad. La sangre fluye como un río por su pálida piel, cubriendo el blanco de sus ropas y tiñendo el suelo de color carmesí. Lan Xichen se mantiene firme en su sitio, pero no puede evitar sobresaltarse con cada latigazo, como si pudiera sentir el calvario de su hermano.

Wei Wuxian está desesperado, las lágrimas brotan de sus ojos sin control. Casi ha perdido la voz de tanto gritar en vano. Sus esfuerzos para detener el castigo son inútiles, y cae de rodillas al lado de Lan Wangji, completamente desconsolado. Como si le fuera la vida en ello, se arranca violentamente la ropa y deja su espalda desnuda al descubierto.

—¡Castígame a mí en su lugar! ¡Fue mi culpa, no la suya! ¡Por favor, te lo ruego!

Pensando que tal vez otra persona de mayor rango debe dar la orden, Wei Wuxian se gira bruscamente en dirección hacia Lan Qiren y Lan Xichen, y grita:

—¡Señor Lan, Zewu-jun, por favor, decidle que me golpee a mí! ¡Yo soy el culpable, no él!

Nada. Ambos parecen no verle, como si no estuviera allí. Sin embargo, Wei Wuxian no se rinde:

—¡Por favor, os lo ruego! ¡Haré lo que queráis! ¡Decidle que pare!

Nada.

Lan Wangji sigue recibiendo latigazos, uno detrás de otro, con una dureza implacable, y su espalda es ya una desgracia insoportable a la vista. Wei Wuxian se encoge, cruzando los brazos y agarrándose los hombros con las manos. Su frente está apoyada en el suelo, tiene la garganta desgarrada y, entre sollozos, sigue suplicando con las pocas fuerzas que le quedan.

Una cura para el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora