11. Empatía

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Empatía: del griego empátheia. Es la capacidad de identificarse con otra persona, entendiendo y compartiendo sus sentimientos, emociones y experiencias, a pesar de no coincidir necesariamente con sus argumentos y opiniones. Gracias a esta habilidad, una persona puede reconocer a otra como semejante y comprenderla desde su punto de vista en lugar del propio, experimentando indirectamente sus sentimientos y percepciones. Se la considera fundamental para la vida social.

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Wei Wuxian no se creía lo que veían sus ojos. Ese enorme tigre blanco, tan bello y majestuoso, ¿podía ser Baihu (1), el Tigre Blanco del Oeste?

La mitología china hablaba de cuatro bestias celestes que representaban los cuatro puntos cardinales, el clima y algunos elementos naturales. En el norte, asociado al invierno y al agua, la Tortuga Negra o Xuanwu; en el este, unido a la primavera y la madera, el Dragón Azul o Qinglong; en el sur, ligada al verano y al fuego, el Ave Bermellón o Zhuque; y en el oeste, vinculado al otoño y al metal, el Tigre Blanco del Oeste o Baihu.

Muchos años atrás, Wei Wuxian se enfrentó a un Xuanwu junto a Lan Wangji en la cueva del monte Muxi. No obstante, no se trataba de un Xuanwu auténtico, sino de una versión deforme que no logró alcanzar la divinidad y se convirtió en un prodigio, es decir, una bestia divina malformada.

En cambio, este tigre parecía realmente un ser divino; emanaba solemnidad y pureza. Además, su cola era blanca. Cuando estudió en Nubes Recónditas, Wei Wuxian aprendió algunas cosas sobre Baihu: simboliza el rayo y el aire, sus rugidos pueden provocar tempestades y tormentas eléctricas y, al alcanzar los quinientos años de edad, su cola se vuelve blanca. Por lo tanto, aquel Baihu había vivido, al menos, cinco siglos, lo que lo hacía aún más especial. Si ver uno ya era raro, encontrar uno que superara los quinientos años de edad era un acontecimiento extraordinario.

Sin embargo, Wei Wuxian no terminaba de verlo claro. ¿Por qué un Baihu tan excepcional y raro como aquel se había manifestado ante él? ¿Realmente era digno de tal honor? Algunos de los más grandes y dichosos emperadores de la historia jamás habían tenido la oportunidad de ver uno común en toda su vida. Entonces, ¿por qué él?

El tigre se acercó a él muy despacio, con pasos lentos y calculados. De repente, sin previo aviso, lo atacó dándole un zarpazo. Wei Wuxian, que no había bajado la guardia del todo, reaccionó al instante, esquivando el golpe y saltando con agilidad sobre la rama de un árbol.

—¡Oye! ¿Por qué me atacas? —exclamó, pese a que el animal no lo entendía, o eso pensaba.

La situación era muy extraña. Lo primero y más importante, porque era extremadamente raro que alguien común pudiera ver, ya no solo a una bestia celeste, sino a Baihu, descendiente del dragón. Solo los grandes emperadores que legislaban con virtud, los inmortales o seres más allá de lo ordinario habían sido bendecidos con su presencia. Y, aún así, no todos podían presumir de haberlo visto. Wei Wuxian, el poderoso patriarca de Yiling, no era alguien ordinario, pero tampoco era reconocido por ser virtuoso, precisamente.

Lo segundo, ¿por qué allí? ¿Por qué él? ¿Qué escondía ese lugar? ¿Tenía algo que ver con la figura del tigre que encontró en Muelle de Loto? Un tigre blanco y una figura de jade blanco que lo representaba. Demasiada casualidad, y Wei Wuxian ya no creía en coincidencias. Solo tenía que encontrar el nexo entre ambos hechos.

No obstante, para su fastidio, el tigre no le dejó más tiempo para pensar. Se acercó al tronco del árbol y le dio un zarpazo tan potente que lo hizo tambalearse. Wei Wuxian intentó saltar hacia la rama de otro árbol, pero, justo cuando iba a hacerlo el tigre volvió a golpear el tronco y le hizo perder el equilibrio.

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