7. Apatía

791 90 48
                                    

Apatía: del latín aphatia. Sentimiento caracterizado por la falta de motivación. Es un estado de desinterés en el que una persona se comporta de manera indiferente ante cualquier estímulo externo. Implica la ausencia de deseo por vivir nuevas experiencias, aprender cosas nuevas o interactuar con otras personas. Se relaciona con una deficiencia de dopamina (la "hormona de la felicidad"), y sus síntomas pueden incluir cansancio, tristeza, pérdida del apetito, insomnio, reducción del deseo sexual, entre otros.

***

Nubes Recónditas, un tiempo después.

Eran las seis de la mañana en punto, y el sol comenzaba a alzarse entre las montañas. Sus tímidos y aún débiles rayos de luz se filtraban entre las nubes, disipando la densa niebla para dar la bienvenida a un nuevo día. A mitad de camino, en el sendero de piedras blancas que conectaba el Jingshi con el pabellón de invitados, dos figuras de ropas blancas se encontraron.

—Buenos días, Zewu-jun.

—Buenos días, Sizhui —saludó Lan Xichen con gentileza al joven discípulo—. ¿Cómo lo has visto hoy? ¿Ha comido?

Lan Sizhui sujetaba con cuidado una bandeja en la que había varios platos, boles y palillos sin rastros de comida.

—Sí... últimamente come mejor. No tanto como antes de que él se fuera... ya sabe, pero tiene mejor aspecto, y hoy me ha dejado entrar.

Desde la partida de Wei Wuxian, Lan Wangji prácticamente no había salido del Jingshi, y todo apuntaba a que iba a iniciar un nuevo periodo de reclusión. Lan Xichen lo visitaba menos de lo que le gustaría, respetando su deseo de estar solo, mientras que los jóvenes discípulos se turnaban para llevarle lo que necesitara, ya fuera ropa limpia o comida. Hasta hacía poco, simplemente dejaban y recogían las cosas en la puerta, pero hoy Lan Sizhui había podido entrar. No era de extrañar que Lan Wangji hiciera una excepción con él; después de todo, compartían un pasado difícil de ignorar. Y ese pasado, además, estaba estrechamente relacionado con cierta persona.

—Me alegro... —suspiró Lan Xichen— Muchas gracias, Sizhui.

—No hay de qué —dijo Lan Sizhui, bajando la mirada y apretando los labios.

—¿Estás bien? —preguntó Lan Xichen al notar la reacción del joven, como si quisiera decir algo pero le costara mucho hacerlo.

—Sí... es solo que... ¿puedo hablar con franqueza?

—Sizhui, lo que sea que tengas que decir puedes decirlo, sin miedo, dadas las circunstancias.

Lan Sizhui levantó su mirada hacia el rostro de Lan Xichen, que lo observaba con su habitual expresión cálida y cercana. Tras unos segundos de silencio, el joven se sintió preparado para decir aquello que con tanta fuerza quería expresar, pero se atascaba en su garganta antes de poder salir. La estricta educación del clan Lan de Gusu no perdonaba a nadie.

—Zewu-jun, si no fuera por todos ustedes yo no estaría aquí —dijo con rapidez, y continuó dejando que las palabras fluyeran libremente, sin normas ni restricciones—: el señor Wei me protegió cuando yo era tan solo un niño, y Hanguang-jun me rescató de la que probablemente hubiera sido una muerte segura. A pesar de su maltrecha condición física, él me trajo aquí y me crió con la ayuda de usted. Yo no tuve una madre y un padre que se ocuparan de mí, así que ellos dos.... ellos dos son para mí... como una familia.

La bandeja que Lan Sizhui sujetaba tembló ligeramente, y el muchacho bajó de nuevo la mirada al notar que había lágrimas escapándose de sus ojos.

—Lo siento, Zewu-jun, discúlpeme —dijo con dificultad, esforzándose por recuperar la compostura y frotándose los ojos con la mano que tenía libre—. Me cuesta mucho asumir que no están juntos como antes y que están sufriendo de nuevo.

Una cura para el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora