Capítulo 16

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—No puedo creer que armen tanto show solo porque no volvió una noche —Allan entró a su apartamento renegando—. Esa Helena —se dirigió a la cocina—. Apuesto a que ahorita aparece como si nada, muerta de la risa y nosotros aquí sufriendo y agarrados por su culpa —abrió la nevera—. Espero me pida disculpas por lo que su mamá me dijo. Esa señora es una loca que ni sabe lo que dice —bebió un vaso de agua—. Disque culpa mía, no pues tan chévere andar culpando al resto. No puede controlar a su hija en su primera pataleta y ahora viene aquí a decir que es culpa de uno.

Su celular sonó. Cuando miró la pantalla vio el nombre de Adrian, uno de sus mejores amigos.

—Oye te perdiste —dijo el chico del otro lado de la línea—. Se supone que nos alcanzabas y ya nos vamos es para la casa. No encontramos nada. ¿Dónde se habrá metido Helena?

—Yo me vine para mi casa hace rato —buscó algo de comer en las estanterías—. Y ni idea de dónde andará, solo sé que la mamá anda como una loca. Si vieras como me trató esa señora. Yo qué me iba a poner a buscarle a la hija después de lo que dijo —movió y movió cosas sin encontrar nada—. Es que la vieja se desquitó conmigo porque se siente culpable. Comenzó a decir que yo le había hecho quién sabe qué a Helena, yo a Helena no le he hecho más que brindarle mi sincera amistad.

—Sí, claro. Qué amabilidad —escuchó una carcajada—. El viejo Allan nunca hace nada.

—Exacto. Además, Helena debe estar por ahí hasta divirtiéndose mientras nosotros andamos preocupados por acá. Qué idiotas, debimos más bien reunirnos a jugar un rato, en lugar de perder la tarde en eso. Es que tú sabes cómo son las mujeres, puro drama. Qué pereza.

—La verdad sí, fue una pérdida de tiempo, no lo voy a negar. Además que Helena se ve toda santica, pero esa es medio chiflada. Las cosas con las que ha salido en el colegio dejarían a sus padres con la boca abierta.

—Por eso —Allan encontró una caja de cereal y se sirvió un poco—. Yo creo que mañana ya vuelve con su cara de perrito regañado y con eso ya contenta a sus papás. Esa señora también es más showsera. Es que ni siquiera había pasado un día y ya la dio por muerta. Si mi madre pensara como ella ya se habría muerto de un infarto. Yo cuántas veces no me he ido sin decir nada y a ella le importa un carajo.

—Pero no puedes comparar a tu madre con los padres de Helena. Yo creo que si no volvieras a casa ella ni cuenta se da —Adrian soltó una carcajada, Allan permaneció serio. Cuando su amigo notó lo imprudente que había sido su comentario trató de cambiar el tema—. Ya me imagino qué te habrá dicho, debió parecer una loca. Si ya lo parecía cuando estaba en la sala sin estar peleando —su voz se tornó seria. Allan seguía en silencio, aunque sabía que Adrian solo molestaba no pudo evitar sentirse triste al pensar en que a su madre poco le importaba lo que pasaba con él—. Pero ven, ya hablando en serio. Yo la había notado un poco extraña los últimos días. Por ejemplo, cuando se negó a ir a la reunión de despedida me pareció muy raro, ella siempre va a cual reunión se inventen. Camilo dijo que habían ido a jugar juegos de rol hace unos días y ella se mantuvo callada toda la reunión. Lo cual es extraño porque tú sabes que a ella le gusta ser siempre el centro de atención.

—Por eso mismo. Porque quiere ser el centro de atención es que está haciendo todo esto. Se hace la deprimida y ahora desaparece, lo que quiere es tener a todo mundo ahí detrás de ella. O tal vez piensa que de esa forma David la perdonará porque sentirá lástima de ella. Es tan lamentable lo que está haciendo.

—¿De verdad crees que sea eso? Yo sinceramente sí me siento un poco preocupado, Allan. Solo espero que tengas razón y solo sea bobada de ella porque si no...

—Si no, ¿qué? ¿Qué va a pasar si resulta que sí anda en algo raro? A ti no te afecta, a mí tampoco. Entonces ¿por qué tanto drama?

—Es nuestra amiga, hermano. Me asusta que hables así.

Jarro de Corazones (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora