Todos sus días eran básicamente lo mismo: levantarse, ir a estudiar, hacer trabajos, jugar y dormir; gastaba al menos cinco horas en su computadora jugando. En ese entonces jugaba World of Warcraft, David y Helena jugaban juntos todos los días en un servidor pirata debido a que no tenían el dinero suficiente para pagar el mes en el oficial. Ella tenía una cazadora nivel 85 y él un sacerdote nivel 70, era un poco nuevo en el juego.
Ese día se encontraba en el centro de Orgrimmar, la ciudad capital de la Horda, buscando materiales en la casa de subastas para subir su profesión. En el mundo de World of Warcraft existen dos facciones, la Horda y la Alianza, estas viven en constante enfrentamiento debido a la historia llena de sangre, humillación y horror que han tenido que vivir ambos pueblos. David había elegido la Horda porque para él era como el lado oscuro, es decir, en la alianza todo se veía tan bonito y ordenado, mientras que en la horda todo era una locura. Por otra parte, le encantaban los orcos.
Aquella tarde, David se sentía algo aburrido pues Helena no estaba. Luego de comprar los materiales que necesitaba salió del lugar y sacó su Pegaso, realmente le encantaba cuando aquella criatura extendía sus hermosas alas azules. Recorrió la ciudad por los aires sin encontrar algo interesante por hacer. Cuando estaba por cerrar el juego para ponerse a estudiar, alguien le susurró por el chat.
[Arieth] susurra: Disculpa, estamos en la misma hermandad y veo que eres sastre ¿tienes paños de seda que me puedas vender?
En el juego existía la posibilidad de aprender dos profesiones primarias y cuatro secundarias. Las profesiones permitían crear armas, herramientas, pociones, ropa, armadura, extraer materiales preciosos entre otras cosas que además de usar, en busca de hacerse más poderosos, podían vender y así hacer un poco de oro. Como David era sacerdote, las profesiones que más combinaban en él eran sastrería y encantamiento. Por otro lado, las profesiones secundarias que él tenía eran arqueología, pesca y cocina, no le gustaba subir primeros auxilios ya que como era sacerdote podía curarse solo.
Cuando Arieth le susurró se sintió un poco emocionado, era la primera vez que alguien de la hermandad le hablaba. A pesar de que el chat de la hermandad era muy activo, nunca se había atrevido a hablar.
Para [Arieth]: Claro, tengo algunos que ya no necesito, si quieres te los envío por correo.
Se dirigió a un buzón para enviarle 100 paños, pero al mirar sus bolsas notó que solo tenía 20, los otros los había vendido en subastas.
Para [Arieth]: Aunque sólo tengo 20, no sé si eso te sirva. Pensé que tenía más, lo siento.
Intentaba ser amable ya que era la primera vez que alguien aparte de Helena le hablaba por wow.
[Arieth] susurra: ¿Por qué te disculpas? Me estás haciendo un favor incluso sin conocerme. Además, podrías cobrarme, pero no lo has hecho, me siento más bien agradecida.
Se sentía muy extraño, quería saber más de esa chica. Suponía que era porque se sentía muy solo a veces y en ocasiones cuando no estaba Helena necesitaba hablar con alguien más. Se preguntó si al pedir la ayuda de otro jugador se la brindarían así de fácil, pues a Helena le regalaban muchas cosas, aunque posiblemente lo hacían porque era mujer.
—Debería crearme un personaje femenino —dijo para sí mismo. Muchas veces había pensado en hacerlo, ya que de esa manera podría aprovecharse de los "caballeros" que no perdían cualquier oportunidad para coquetear con alguna "chica" que encontraran en el juego. Lo gracioso era que la mayoría de ellas resultaban siendo hombres.
Para [Arieth]: Ya te los envié, espero te sirvan, si quieres vamos a farmear más juntos.
Farmear consiste en realizar algo muchas veces para conseguir ya sea experiencia, oro, materiales o cualquier cosa que pueda ayudar a los personajes a ser más fuertes. En ese caso buscarían paños, por lo que debían asesinar muchos humanoides.
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Jarro de Corazones (Gay)
Teen FictionDavid es un chico tímido y solitario quien pasa su tiempo libre jugando videojuegos o viendo anime. Después de que su mejor amiga Helena le confesara su amor él se ve obligado a hablar de su más grande secreto, su homosexualidad.