SHE || MAZE RUNNER (MINHO)

11. don't you dare being late again, Minho.

tw: suicide mention 

—◬—

d í a  t r e s c i e n t o s 

Esta noche no se han encendido las antorchas. Quizás un tributo a los muertos, mientras las entrañas del laberinto siguen retorciéndose al otro lado, o quizás es que nadie ha tenido las ganas de hacerlo.

Elith se ha quedado dormida por fin. Es alentador contemplar la diminuta figura hecha un ovillo ceder ante el sueño, evadirse, encontrar algo de paz después de haber estado llorando desconsoladamente por más de cuatro horas. Sus mejillas aún están ardientes y húmedas por las lágrimas.

Newt y Alice están a su lado. Los dos permanecen despiertos y ninguno parece estar dispuesto a dejar solo al otro, así que permanecen ahí, inertes y en silencio como dos tristes fantasmas enfrascados en el pasado.

Alice no ha llorado más. Siente que se ha endurecido como la piedra, como si simplemente se hubiese apagado y lo único que reconoce es una peligrosísima rabia latente. Le asusta pensar que después de todo sí le han extirpado el corazón.

Una débil luz capta su atención a su izquierda. El puntito rojo se aferra con las patas al tronco de un árbol cercano, devolviéndole la mirada a Alice. La Cuchilla Escarabajo emite un rítmico ronroneo metálico.

No es una provocación, pero hay algo en la mera presencia del bicho que crispa tanto a Alice que sin parar a pensárselo dos veces, busca una piedra tan grande como la palma de su mano y se la lanza con fuerza. El proyectil colisiona certero y violento a pocos centímetros de la Cuchilla Escarabajo, que no se inmuta.

—¿Estás loca? —inquiere Newt— Si enfadas a esa cosa podría matarte.

—Sois unos asesinos —le dice Alice al insecto metálico— ¿Me oís? Sois unos enfermos de mierda. Mandáis a críos sin memoria a este laberinto para que mueran y sufran. Sois unos putos psicópatas locos de... —Alice se queda inmóvil en el acto. La Cuchilla Escarabajo ya no está. Ha pasado zumbando a su lado tan rápido que no ha sentido cuando le ha cortado.

Se lleva los dedos al cuello, ahí de dónde una delgada línea de sangre acaba de emerger.

—Eso ha sido una advertencia —oye que le dice Newt detrás.

Alice está segura de que siguen vigilándola. Puede sentirlo, como si alguien estuviera respirándole detrás de la nuca. Esparce la sangre húmeda que tiene en sus dedos con su pulgar.

—Odio los putos bichos —sentencia, volviendo a su sitio.

Todo se queda en silencio otra vez. Sólo se escucha la pausada respiración de Elith, lo que finalmente induce a Alice a un estado entre el sueño y la consciencia. En algún punto de la noche se queda finalmente dormida. Cuando Newt le zarandea por los hombros para despertarla, el sol ya empieza a despuntar por los márgenes del laberinto.

Elith sigue dormida profundamente, encogida en su saco. Ha recuperado el color y sus ojos ya no parecen tan hinchados. Una de las comisuras de los labios de Alice tiembla, augurando una breve y débil sonrisa.

Newt tiene la vista posada en el cielo y una expresión de preocupación. Aprieta la mandíbula y niega con la cabeza.

—No quiero que salga el sol —murmura el chico en voz baja, manipulando briznas de hierba con sus dedos—. No quiero tener que dirigir este sitio. No quiero tener que sustituir a Alby como si nada.

Alice lo mira. No está segura de si el chico ha pasado la noche llorando.

—Alby confiaba en ti para cuidar de este sitio. Eras su mano derecha, su segundo al mando.