~Para entenderla, debes conocer toda su historia.~
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Morgan fue forzada a ir a la corte inglesa para casarse con el rey Henry Tudor, bien conocido en todo el mundo por sus "conflictos amorosos". A pesar de que sus padres y su país la obligan a con...
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10 de marzo de 1533
Exasperada, Morgan arrojó lejos sus hojas de papel, deseando no tener que verlas nunca más.
—¿Qué le ocurre? —Dilara se acercó, dando suaves golpes en la palma de su mano con la fusta que le habían dado para ajusticiar a las esclavas que no se portaran como era debido en el salón de clase. —¿No comprende?
—Hablo italiano con fluidez. —¡Eso era lo que tanto le molestaba! Que ante ella había miles de lecciones que ella ya conocía y el tener que fingir que era una ignorante como el resto de muchachas en el salón era ofensivo. —¿Por qué tengo que estudiar? No hay nadie aquí, ¿Por qué...?
—Natalia...
—Morgan. —Corrigió interrumpiendo, irritada por ese horrible nombre que había elegido para ella. —Estamos solas, ¿No puedes usar mi nombre real?
—Tu nombre real es Natalia. —La reprendió bruscamente, golpeando la fusta contra el escritorio, haciendo que la pelirroja enderezara su espalda y por poco diera un salto alejándose. —Natalia Nimak, ese es tu nombre y lo será hasta que decidas convertirte al islam.
—Prefiero morir.
—Entonces morirás como una esclava, ni siquiera como una concubina, Natalia. —En esa ocasión dijo el nombre remarcando cada silaba, como si tratara de hacerla sentir aún más irritada por él.
Si quería vivir, nadie podía enterarse de que era princesa de un país que el imperio otomano deseaba conquistar, así que decirles a todos en ese lugar que su nombre era Morgan Romanov no era una opción, ¿Pero Dilara tuvo que darle ese nombre tan horrible? "Natalia Nimak", la primera parte sonaba como la parte de la leche recién ordeñada que nadie quería y la segunda simplemente era desagradable.
No tuvieron tiempo para discutir cuál sería su nombre, simplemente un día ante todas las demás esclavas le gritó ese nombre y así se quedó.
>>—Escucha, Natalia. —Cada vez que podía la llamaba así, probablemente tratando de hacer que se adaptara aún más rápido a él, así tal vez podría siquiera mover la cabeza cuando la llamaban y se evitaría tantos regaños. —Hice mucho esfuerzo para lograr que te permitieran tomar clases aquí siendo una esclava, ni siquiera una concubina. —Aparentemente, ya se había cansado de usar las amenazas y las recompensas, así que pasó al chantaje emocional. —Y tienes clases privadas, nadie más lo había hecho.
—Pero, ¿Por qué necesito estas clases? —Tomó uno de los papeles que no voló y lo levantó para mostrar las palabras más básicas del italiano, las cuales Morgan aprendió a los seis años. —Ya lo sé todo.
—Y eso es lo peor, Natalia. —Natalia. Natalia. Natalia, mientras más se lo decían, más se adentraba en ella y tenía miedo de que en algún punto Natalia dejara de ser una mentira y se convirtiera en toda la versas. —Si llegas a los aposentos siendo la mujer letrada que eres sin haber pasado siquiera por una clase, ¿No crees que sería sospechoso?