13 |La gran revelación|

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26 de marzo de 1535

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26 de marzo de 1535

—Le he encargado a mi madre que te cuide, así que no te preocupes por nada. —El sultán le habló con voz dulce y Nasmiye apretó los labios, conteniendo el impulso de arrojarle un comentario venenoso, insultando a la bruja de su madre. El sultán inocente a la terrible relación entre su amor y la suegra de esta, colocó su mano sobre el voluminoso vientre de ella. —Regresaré para el parto.

—Eso ni tú mismo te lo crees. —Le recriminó ella, colocando sus manos a ambos lados de las de él, pues había espacio de sobra para eso debido al tamaño que tenía. El sultán solo levantó una ceja como respuesta mientras esperaba sentir algún movimiento de parte de su hijo no nacido como despedida. —¿No puede ir algún visir a la campaña en tu nombre?

—Sabes que yo no hago las cosas de esa manera. —Para ya no sufrir más por la mirada triste de ella, decidió ver a su vientre, donde su hijo de alrededor cinco meses de gestación dormitaba y lo envidiaba, porque podía estar con su madre todo el día sin que los molestaran por eso. —Es la mejor estrategia que he podido planear, te aseguro que iré, conquistaré parte de Italia y regresaré antes de que notes mi partida.

—La noto en cuanto dejas la habitación y él también la va a notar. —No hablaban de otra forma, pues sabían que era un niño el que venía en camino ¡Lo presentían! Era el niño que tanto habían esperado los dos y era una realidad, solo tenía que crecer un par de meses más dentro de su madre y serían la familia perfecta. —Solo me quedan cuatro meses, tal vez menos.

—Regresaré antes de eso. —Se acercó y le dio un beso en la frente a Nasmiye, tratando de así tener fuerza suficiente para levantarse de la cama y marchar rumbo a la guerra, donde lo que más le aterraba era la idea de no llegar al parto. —Reza por mí.

—Siempre lo hago. —Tomó el Corán que siempre sujetaba cuando él se marchaba, rogando a Alá porque fuera cierto que volvería.

Los besos y caricias suaves volaron entre los dos amantes, hasta que los toques en la puerta de los aposentos privados de la concubina los forzaron a regresar a la realidad, donde por consejo de la pelirroja el sultán iría a la guerra territorial con Venecia y no con Rutenia.

—Tengo algo para ti. —Dijo el sultán volviendo a tomar asiento en la cama de su concubina y rebuscando en su bolsillo, sacó el regalo en el cual comenzó a trabajar en cuanto supo que finalmente habría un fruto tangible entre los dos. —Para que no me olvides. —Bromeó, mostrándole el pequeño objeto.

En su mano sujetaba un precioso brazalete hecho de oro puro, tan puro que se notaba pesado solo a la vista, pero eso no era todo, pues la joyería real y centro de atención estaba en todas las esmeraldas esculpidas que lo componían.

—Es precioso... —Fue todo lo que pudo decir mientras tomaba entre sus manos el perfecto accesorio, pero el sultán lo volvió a tomar para colocárselo. —Creo que es mi favorito...

Survivor {The Tudors}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora