~Para entenderla, debes conocer toda su historia.~
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Morgan fue forzada a ir a la corte inglesa para casarse con el rey Henry Tudor, bien conocido en todo el mundo por sus "conflictos amorosos". A pesar de que sus padres y su país la obligan a con...
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16 de febrero de 1533
Morgan estaba aterrada en ese maldito lugar, rodeada de otras mujeres de edades similares a la suya. Algunas eran rubias, otras castañas, incluso había una que tenía el cabello casi blanco y Morgan era la única pelirroja en ese grupo femenino.
No le asustaban ellas porque estaban igual de temerosas, lo que le preocupaba eran los hombres vestidos con pieles, barbas desarregladas y asqueroso olor corporal.
Todas sus compañeras estaban sentadas en los montones de paja esparcidos por la casucha de madera en donde las tenían aprisionadas. Morgan era la única de pie porque le daba asco sentarse ahí y parecer un animal, además que la peste del sitio delataba que había algo asqueroso en el suelo que no podían ver.
Uno de sus captores se acercó a ella, la obligó a darse la vuelta tan rápidamente que no pudo darse cuenta de lo que hacía hasta que le sujetó el collar de diamante y oro que le adornaba el cuello.
—¡Suélteme! —Exigió y le dio una bofetada, que el hombre sintió como una caricia porque la pobre era muy enclenque. Siguió tocando la joya con impresión. —¡Ya basta! —Y lo pateó con tanta fuerza y tan mal que ella terminó cayendo sobre la paja que tanto le asqueaba.
La capa que la había cubierto cayó al suelo, dejando a la vista el vestido de seda que llevaba, el cual era adornado por perlas cayendo del escote hacia la falda, haciéndola lucir como la princesa que era. La delicada cinta del collar se rompió, haciendo que el diamante cayera a algún lugar del granero, pero no importaba, porque encima tenía más adornos y el hombre que la tocó lo notó.
Él gritó algo y pronto dos hombres más estaban ahí viendo a Morgan con cierto deleite, el cual la hizo sentirse sucia sin entender la razón de eso, porque físicamente estaba más limpia que cualquiera de esos asquerosos tártaros.
Se dieron miradas furtivas y saltaron sobre ella buscando desgarrarle todo lo que llevaba puesto para quitárselo. Morgan pataleó y gritó que la dejaran, que les daría su peso en oro si no le hacían daño y la regresaban a su hogar, pero los hombres no entendían, ni siquiera la escuchaban porque era mucho más divertido arrancarle todo lo valioso que tenía encima.
Las demás muchachas gritaron y lloraron, abrazándose las unas a las otras a pesar de que no se conocían de nada, buscando de esta forma algo de apoyo. Creían que ellas serían las siguientes en ser ultrajadas y el miedo las paralizó tanto que ninguna pensó en acercarse a atacarlos ahora que estaban distraídos para ver si podían escapar.
Pasaron minutos, los cuales a Morgan le parecieron horas cuando los hombres se apartaron riéndose y viendo sus nuevas adquisiciones, ignorándola por completo. La pelirroja terminó completamente desnuda, con el cabello alborotado porque incluso los pasadores le arrancaron a tirones, tenía algunos rasguños por la forma tan brusca en que le arrancaron el vestido, pero nada más.