11 |Crueldad|

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18 de marzo de 1533

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18 de marzo de 1533

Morgan abrió los ojos y trató de pensar en qué momento se había quedado dormida. La verdad es que no lograba, así que decidió pensar en que a lo mejor solo cerró los ojos en un punto de esa horrible noche.

Bajó la mirada y se vio usando una túnica que claramente no le pertenecía por la talla, los colores y la tela, era más que obvio que era del sultán y que él mismo se la había colocado. En ningún momento pensó en agradecerle la decencia de vestirla después de lo que le había hecho, pero sí tanteó la cama en busca de él.

Soltó un suspiro al no sentirlo y se sentó, lo cual fue un terrible error porque ese punto tan sensible entre sus piernas, aquel que había sido embestido una y otra vez la noche anterior quemaba tanto que otra lágrima brotó de sus ojos, a pesar de que creía que ya no le quedaba ninguna.

Bajó la mirada y entre las sábanas blancas encontró un manchón de sangre, pequeño a comparación de lo mucho que le había dolido lo que le hizo, pero ahí estaban una, dos, tres, cuatro y cinco gotas considerables de sangre, marcando ese lugar como si hubiera algún triunfo.

Se sentía sucia y solo quería correr a los baños con la esperanza de que su detestable olor saliera de su piel. Si era necesario se la iba a arrancar sin dudar.

—Buenos días. —Aquella voz que le había susurrado toda la noche palabras hermosas que le lastimaban los oídos la llamó y ella, avergonzada, siguió viendo su sangre en la tela. —¿Cómo te sientes?

—Supongo que bien. —No estaba de humor para fingir alegría o algo más, todo lo que quería era salir de ahí.

—¿Qué clase de respuesta es esa? —Sintió que la cama se hundía por el peso de él y quiso salir huyendo, lo que la detuvo fue un exquisito aroma que no reconocía. Ante ella colocó una taza con un extraño liquido oscuro. —Bébelo, te hará bien. —Curiosamente era una sugerencia.

Morgan tenía la potestad de negarse y lo sabía, pero estaba agotada, tenía mucha sed y a pesar del horrible color oscuro que tenía esa bebida, fue el encantador aroma tostado lo que la convenció de tomar la taza y llevársela a los labios.

Escupió el contenido de vuelta.

—No se ofenda, pero está horrible. —Se quejó regresándole la taza y exageradamente se frotó los labios con el dorso de la mano, tratando de quitarse el sabor amargo de encima.

El sultán le sonrió, casi queriendo reírse de esa reacción.

—Normalmente esta bebida veneciana le encanta a todo el mundo. —El sultán sin importarle que hubiera un escupitajo ahí, bebió de la taza. —Eres una caja de sorpresas, Nasmiye.

—Qué mal gusto tienen las personas que conoce. —El sultán comenzó a reírse a carcajadas con esa respuesta, mientras Morgan cerraba su túnica lo más posible. Podía oler a él, pero por lo menos la cubría para no sentirse más avergonzada.

Survivor {The Tudors}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora