21. ¡Ups! Un imprevisto Parte 1

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Nikki ya viajaba en el tren que la llevaría de regreso a Londres.

Necesitaba llegar lo más pronto posible al estadio, pero estaba relajada sabiendo que por lo menos había intentado distraer a la policía y llevaba un poco de ventaja.

Partió en el tren de las 3:20, si todo iba bien, llegaría a Londres una hora y 20 después. El camino transcurrió largo e interminable a pesar de ser tan corto, aun tendría que ir al estadio que se hallaba al otro lado de la ciudad, opuesto a la estación de trenes , lo que mínimo le tomaría 20 minutos, dependiendo del tráfico y la situación.

>>En cinco minutos más, arribaremos a la estación Greenwich de Londres<< anunció una señorita por el altavoz.

Nikki se levantó y tomó las cosas de la parrilla que cubría su compartimiento. Llevaba varios días sin comer y su estómago ya comenzaba a pasarle factura, pero no le importaba, ignoraba olímpicamente la necesidad que su cuerpo le exigía. Al fin el tren paró y descendió gran parte de sus pasajeros, entre  ellos Nikki. Fue directamente hacia la entrada y consiguió un taxi que la llevaría hasta el estadio Purple Rain.

Su conductor, una mujer a finales de los 50 habló.

— ¿No tienes miedo de salir solo, hijo?

— ¿Por qué habría de tenerlo?

— Me imagino que ya habrás escuchado las noticias. Hay una asesina suelta, puede ser peligroso en especial para alguien joven como tú que no conoce bien el mundo. Asesinos hay muchos pero no tan locos como esta —comentó con un escalofrío.

—Puede que tenga sus motivos —rebatió Nikki intentando no turbarse.

— ¿Qué clase de persona mataría a su propia familia? Alguien así simplemente no tiene corazón, no hay excusas ni motivos válidos que justifiquen que haga algo así —opinó la mujer un tanto indignada.

—He oído que tenía una hermana, ¿no se ha sabido nada de ella?

—Rumorean que puede que Nikki Bremauntz la haya secuestrado o incluso asesinado, y eso que era su gemela…se supone que tienen un lazo más especial que los hermanos comunes por así decirlo…Hemos llegado —anunció deteniendo el vehículo. Nikki le pagó y antes de bajarse dijo:

—Qué bueno que sólo son rumores —y sonrió.

La taxista le correspondió suavemente y arrancó su automóvil.

—Bien…—exclamó tomando una gran bocanada de aire. Se acercó a la puerta principal del gran estadio de rugby. Ahí la esperaba una mujer castaña, tendría apenas unos tres o cuatro años más que ella.

— ¿En serio eres tú? —Se burló la castaña—. Ten, toma. No creo que llegues a algo pero no es de mi incumbencia —dijo yéndose y poniéndole un sobre entre las manos.

Nikki frunció el ceño y observó la parte del frente, ahí se encontraba otro signo.

¿Un signo de menos?, pensó, Esto es aún más extraño o puede también ser un guion. Sin embargo, ¿Quién era esa chica? Bueno, eso no importa. Hay que salir de aquí.

Guardó el sobre en la mochila y se dedicó a abandonar el lugar.

Ya estando entre las avenidas, mezclada con la gente, cruzó una calle, pero a su lado pasó velozmente un chico ciclista que por supuesto accidente le tumbó la gorra y los lentes dejando su rostro y su largo cabello al descubierto. Prácticamente su identidad estaba al aire.

La gente que logró reconocerla se asustó y se apartó de ella como si fuera la  muerte misma.

— ¡Es la asesina Bremauntz! —chilló histérica una mujer señalándola acusadoramente.

Nikki, al percatarse de esto, se apuró a recoger las partes caídas de su disfraz y huyó a toda velocidad. No faltó quien trató de hacerse el héroe y detenerla, pero por algo había estado en Golden Eagle, así que aunque cansado, no le resultó imposible acelerar el paso y esquivar a los “héroes.” Mientras corría se volvió a colocar la gorra y los lentes como dios le dio a entender, a lo lejos comenzaron a sonar sirenas. ¡Rayos! Seguramente alguien ya había dado aviso a la policía.

Continuó corriendo entre las calles y callejones, perdiéndose entre ellas. Las sirenas se oían cada vez más y más cerca.

¿Éste sería su fin?

Una pequeña obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora