10. Encierro.

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P.D= para quien este leyendo esto es como un capitulo de flash back donde cuenta todo lo que paso johanna cuando la secuestraron. 

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Johanna después de haber pasado aquellos momentos de emoción con su hermana cayó dormida apretando suavemente la mano de Nikki.

Sintió de un momento en sueños que era movida con extremo cuidado, creyó que era Nikki, pero aun sentía su mano enlazada con la de su otra mitad. Se extrañó y abrió lentamente los ojos, vio como un hombre  de aspecto asiático  la intentaba cargar sin despertarla, de inmediato  soltó la mano de Nikki  y se dispuso a golpear al tipo con una patada de capoeira.

Tuvo éxito y logro golpearlo… pero no funciono, el hombre parecía de acero a pesar de su débil aspecto, no se inmuto ni un poco y trato de volverla a llevar pero esta vez de una manera violenta, Johanna lo golpeo un par de  veces más sin éxito. Cuando menos se lo esperaba un hombre morocho apareció atrás de ella con una grana barra de hierro y la golpeo en la cabeza de forma horizontal, de manera que le golpeara fuerte y en el costado de su cabeza. Johanna perdió todas sus fuerzas y del lado derecho de su cabeza quedo una herida terrible que de ella empezaron a correr varios hilos gruesos de sangre que manchaban su oscura cabellera.

Los 2 hombres sonrieron satisfechos y se llevaron a Johanna por el portón del noreste donde les esperaba un pequeño auto de color negro, la peli-negra estaba consiente pero muy poco, sintió como la dejaban bruscamente sobre los asientos traseros y vio a los hombres sentándose tranquilamente en sus respectivos asientos.

Se sentía débil, cansada no, solamente débil, aquel golpe había sido fatal para ella -¿Por qué… es…toy  aquí?- dijo en un débil susurro a sus secuestradores -¡no te incumbe niña estúpida!- dijo el hombre  morocho alzando su pesada mano para golpearla hasta que su mano fue apresada por la del oriental –espera un momento recuerda que no podemos hacerle más daño del necesario, así que no seas estúpido- le dijo a lo que el morocho se molestó y soltándose bruscamente contesto –ya lo sé idiota- el otro no contesto y se limitó a conducir.

La menor de las gemelas trato de ver por dónde iban por lo menos, se intentó sentar pero sus fuerzas no eran suficientes como para siquiera poder pararse –“¿Por qué un solo golpe me dejo así?”—pensó, posiblemente era verdad ya que según sus especulaciones pudo haber aguantado 2 golpes más de ese tipo. –A ver niña- dijo el morocho dándole un trapo blanco a oler, la oji-verde se resistió, recordó vagamente los libros de suspenso que había leído y recordó que todos usaban cloroformo, así que siguió resistiéndose, en eso el hombre se estreso, la tomo por el cabello inmovilizándola y le coloco el trapo. Johanna no tuvo más opción que el seguir respirando, poco a poco el embriagante olor del cloroformo la atonto, rio un poco como una idiota y se desmayó, perdiendo todo sentido de la realidad.

Horas más tarde despertó en una habitación en su totalidad blanca, completamente vacía, se movió un poco para restregarse suavemente el ojo, noto que en sus manos habían cadenas tipo grilletes, suficientemente largas como para dar 2 vueltas a la habitación y estaban prendidos de una pequeña argolla clavada en una de las esquinas de la habitación. En cambio sus pies eran libres, sacudió su cabeza creyendo que era una ensoñación, sintió que le faltaba algo, toco su cabeza y noto que estaba vendada pero eso  no era lo que realmente importaba, volvió a tantear su cabeza y noto que su cabello estaba corto, tan corto como el de un chico. Suspiro resignada y observo minuciosamente la habitación, aquel lugar era horrible, no poseía ventana alguna y estaba iluminada por varios focos de luz blanca, tenía una puerta del mismo color de la habitación, en aquel lugar era imposible saber si era de día o de noche.  Hasta a los mismos presos les daban más libertad.

Una pequeña obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora