23. China 2/2

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—No pero gracias. No tengo hambre —contestó soltándose de Michael y haciendo un gesto con las manos. La mentira hubiese sido perfecta si su estómago no hubiera hecho ruido, como si estuviera reclamándole.

—Algo me dice lo contrario —Nikki rio nerviosamente—. Venga, vamos —dijo tomando su mano y llevándola a un exprés. Fueron a la caja y pagaron su humilde cena, un par de sándwiches de jamón y un zumo de manzana.

— ¿Ya casi llegamos? —preguntó ella al reconocer el puente, su acompañante asintió.

—Pasa —dijo, y se sentaron en una mesa descolorida de madera al igual que sus sillas. Mientras comían Michael sacó la cajita y vacío todo su contenido sobre la mesa—. Vaya, son menos piezas de las que esperaba, será fácil —exclamó sencillamente.

— ¿Cómo que son pocas? ¡Ahí! —Señaló el montón—, ¡hay más de 300!

—Querida Nikki, he hecho rompecabezas más largos, este será pan comido.

—Como quieras, oye...gracias por la comida.

—No ha sido nada —contestó amontonando una parte del rompecabezas.

— ¿Yo también puedo?

—Claro, es más, no puedes, debes hacerlo.

Nikki comenzó a tomar piezas al azar en busca de que conectaran, mientras ella hacía eso Michael avanzaba a una velocidad bastante considerable. En ese ámbito, él era mejor que ella.

—Vaya...—murmuró Nikki, en menos de 30 minutos Michael había acabado el rompecabezas.

— ¿Ves? Soy genial en esto —alardeó mientras se recogía un poco el fleco de la frente.

—Sí, sí, como tú digas...—dijo ella, dándole un golpe amistoso. Observó el rompecabezas, era un fondo de colores y sobre él había unos números plasmados.

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—Una ecuación.

— ¿Eh?

—Una ecuación es lo que tengo que formar —explicó Nikki, intentando memorizar los números.

—Ah, ok...—contestó extrañado—, mira, ya son las 11 —añadió estirándose cual gato y observando el reloj.

— ¿¡Qué!? Tengo que irme, lamento haberme quedado tanto —se levantó y comenzó a deshacer el rompecabezas para posteriormente guardarlo.

—Hey, ¿no te había dicho que podías quedarte todo el tiempo que ocupes?

—Pero...

—Nadie más vive aquí, poseo mucho espacio y no hay problema —insistió lentamente.

—Está bien —suspiró—, ¿puedo quedarme aquí por un rato más? Hay algunas cosas que me gustaría arreglar —Nikki nunca creyó que ese día quedaría, ella pidiendo permiso a alguien que no fuera de su familia.

—Claro, ahora esta es tu casa, después de todo aun voy a estar un rato más por aquí —dijo paseándose por la habitación.

Nikki se volvió a sentar. — ¿Me podrías dar algo en donde y con que apuntar?

Michael le entregó papel y un bolígrafo. Comenzó a apuntar todos los datos que tenía.

1x/x-/=259599732

Ya está. Debería ser algo así, pensó.

—No sirve de nada si no tienes con qué dividir ni con qué restar —espetó Michael por encima de su hombro, causándole un escalofrío a Nikki.

—Ya lo sé —susurró un poco fastidiada.

—No es para que te enojes, sólo quería ayudar —se retiró y se sirvió más zumo de manzana—. ¿Tu hermana es igual de enojona que ti?

—No, más bien parece que no posee sentimientos —se quejó de Johanna, como muy pocas veces había lleco en su vida.

— ¿Es así?—sorbió— ¿Quieres hablar de ello?

Por primera vez en su vida Nikki pudo disfrutar de hablar con otra persona que no fuera de su familia, se podría decir que estaba exponiendo su mundo, el cual era muy pequeño.

—Creo que estás un poco loca —opinó Michael al oír todo tipo de historias de parte de la chica.

— ¿¡Cómo te atreves a decir eso!? —rugió—. No es que esté loca, sólo quiero proteger lo que más me importa.

—Si pero, si sigues así durante toda su vida nunca aprenderá a "volar", es como si le estuvieras cortando sus alas. Además, un día de estos se tendrán que separar. Si no lo hicieran, no solo frustrarías tus sueños, también los de ella se verían afectados, ¿no crees? Si es lo que más te importa deberías dejar que ella poco a poco se desenvuelva, por su propia cuenta —los ojos de la chica se clavaron en él—. Sin tu ayuda.

Nikki se quedó pensativa, analizando y reflexionando todo lo dicho por Michael.

—Tus preocupaciones no son tan grandes como una obsesión severa —agregó—, tu verdadero problema es que tienes una pequeña obsesión.

— ¿Una...pequeña obsesión?

Michael sólo asintió despreocupadamente. —Ya es la una, dado que no hay nada que hacer me voy a dormir. El "dormitorio" está en el tercer piso, en la segunda habitación creo que hay una cama o si no son mantas. Buenas noches.

Nikki vio al muchacho desaparecer y se mantuvo sentada, completamente sola y en silencio, pensando en lo que Michael había dicho, sin darse cuenta sus párpados comenzaron a pesar y se quedó dormida sobre la mesa.

Cuando amaneció, Nikki se levantó, acomodó sus cosas y se fue sin dejar rastro. Horas más tarde bajó Michael.

—Vaya...—dijo al ver que su invitada no estaba—. Parece un gato callejero, no puedo predecir del todo sus movimientos —murmuró cambiándose de ropa para salir a la calle nuevamente.

Una pequeña obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora