Compañeros en el laberinto

Capítulo Cuarenta

Narra Thomas

Finalmente, atravesamos la ciudad. Abrimos la puerta de la sala eléctrica y salimos rápidamente. Gally tenía a Alex a su lado, y Newt y yo estábamos detrás de ellos. Nos mezclamos con la multitud y luego subimos las escaleras rápidamente. Newt y yo miramos a nuestro alrededor, sorprendidos y curiosos, al igual que Alex. Las luces de la ciudad, los edificios y la gente nos dejaban maravillados. Vimos pasar un tren y todas las luces que iluminaban el cielo.

—Este es un largo camino desde el Glade —dijo Newt.

—Quince minutos para el toque de queda obligatorio —anunció una voz automatizada cuando sonó la campana.

—Sí, será mejor que salgamos de las calles. Sé que es difícil, pero actúa como si ya hubieras visto esto antes —dijo Gally mientras se alejaba con Alex, sosteniéndole la mano y bajando las escaleras.

Newt y yo nos miramos y los seguimos. Corrimos por la calle y nos escondimos de los autos que pasaban.

—Supongo que han aumentado la seguridad. Creo que ustedes, los vástagos, tuvieron algo que ver con eso. Vamos, salgamos de aquí —dijo Gally.

Alex soltó su mano y le sonrió. Él suspiró, asintió y luego todos comenzamos a correr. Llegamos a una pared. Thomas y Gally se agacharon junto a la pared y levantaron las manos.

—Está bien, Newt, te toca —dijo Gally.

Newt les pisó las manos, trepó por la pared y se levantó. Gally fue a ayudarme a subir, pero Thomas lo detuvo.

—Lo tengo —dijo Thomas mientras subía.

Gally se encogió de hombros y se acercó para ayudarme.

—Tú primero —dijo Alex.

—Alex, sube —insistió Gally.

—No voy a perder más compañeros. Mis chicos siempre vendrán antes que yo, y me aseguraré de que estén a salvo, así que vayan —dijo Alex.

Lo besó en la frente y luego comenzó a escalar. Sin embargo, un auto apareció de repente, y Alex se detuvo.

—Alex, sube —dijo Newt.

—Vamos, rápido —agregué yo.

—Alex, por favor. Te acabo de recuperar, no puedo perderte de nuevo —dijo Gally, preocupado.

—Ya me han visto. Estaré bien. Les prometo, Gally, que no me perderán —respondió Alex.

—¡Alex! —se quejó Gally.

—No, chicos, vayan. Estaré bien —insistió ella—. ¡Ahora!

—¡Detente ahí! —gritó una voz desde el auto.

Alex bajó lentamente de la pared.

—Levanta las manos —ordenó el hombre mientras salía del vehículo.

Ella hizo lo que le pidieron.

—¿Qué haces fuera después del toque de queda? —preguntó mientras se acercaba a ella.

—Estaba tratando de encontrar el camino a casa —respondió Alex.

—¿Escalando una pared? No creo que las casas sean así —dijo, señalando la pared.

—Tonto de mí, a veces lo olvido —dijo Alex, intentando sonar despreocupada.

—Me iré ahora —añadió mientras intentaba alejarse.

El hombre la agarró por el brazo.

—No lo creo. Vendrás con nosotros a la sede de la WCKD —dijo, tirando de ella hacia el coche.