—No vamos a ir ahí Jennie.
Tiffany daba vueltas por mi departamento mientras me negaba ir al restaurante donde Rosé trabajaba. Me levanté del sillón y frené su agitado caminar.
—Por favor, necesito hablar con ella— Dije.
Me miró afligida y volvió a negar. Suspiré frustrada y tomé sus manos entre las mías.
—Por favor, realmente la necesito— Rogué en voz baja.
Me miró fijamente y cerró los ojos unas milésimas de segundo. Suspiró rendida y soltó mis manos para separarse. Sonreí internamente. Tomó sus cosas y caminó hasta la puerta. Tomé un buzo y la seguí. Sabía que estaba enojada, pero no aguantaba más sin hablar con Rosé. Me froté las manos contra las piernas mientras bajamos por el ascensor. Tiffany no me miraba, ni siquiera hacía el amague de hacerlo. Salimos del ascensor y pude divisar la camioneta afuera del edificio. Nos subimos y emprendimos camino hacia el restaurante.
Mi interior estaba hecho una montaña rusa. Soltaba aire cada dos segundos y eso parecía molestar a Tiffany.
—Basta— Dijo con voz dura.
—Lo siento— Susurré.
Apreté los labios. Cerré los ojos intentando calmarme. Podía sentir mi corazón latiendo en mis oídos. Miré hacia afuera y pude darme cuenta de que estábamos llegando. Los nervios aumentaron y me removí incomoda en el asiento. El auto frenó y Tiffany se bajó. Me bajé detrás de ella. Como era muy temprano como para que viniera la gente a comer, no había casi nadie. Entramos y la vi.
Estaba atendiendo a una chica y sonreía como de costumbre. Me frené al sentir su mirada en mí. Sus ojos conectaron con los míos y ella también se congeló. La mano de Tiffany me sacó de mis pensamientos. Caminamos hasta la caja y ella evadió mi mirada. Tiffany pidió y me dejó con ella sola.
—¿Vas a pedir algo?— Dijo.
—Necesito hablar contigo— Se me cortó la voz.
—No, estoy trabajando.
Suspiré.
—Por favor— Susurré— Necesito hablar contigo.
—¿Vas a pedir algo? Sino tienes que salir de la fila— Cambió de tema.
Volví a suspirar rendida.
—Un café.
—Se lo llevaremos en un momento.
Caminé hacia la mesa con un nudo en la garganta. Me senté al lado de Tiffany y escondí mi rostro entre mis brazos. Tenía tantas ganas de llorar, pero temía que hubiera algún fotógrafo afuera así que solo apreté los labios. Tiffany me acarició la cabeza y solo pude suspirar. Me sentía...como una idiota, al pensar que ella hablaría conmigo. Sentí la presencia de alguien a mi lado pero no me moví. Dejó unas cosas en la mesa y escuché el agradecimiento de Tiffany. Me levanté, excusándome con que iría al baño. Entré y me encerré en un cubiculo.
Mis ojos se aguaron y me tapé la boca frenando el sollozo que quería salir. Apreté los ojos fuertemente, sintiendo como el dolor de mi pecho escocía al punto de afectarme en todo el cuerpo. Las manos me picaban y respiraba irregularmente. Dos leves golpes me distrajeron.
—¿Jennie?
Abrí los ojos rápidamente. Me limpié las lágrimas y contesté con voz temblorosa.
—¿Si?
—Sal, por favor.
—Déjame, estoy bien.
—Hablemos— Dijo en un suspiro.
—Estoy bien— Volví a repetir.
—Jennie...
Me levanté y con las manos temblando, abrí la puerta. La vi del otro lado, con los brazos cruzados y las cejas fruncidas en preocupación. Se alejó unos pasos y salí del cubiculo. Tragué saliva sin poder hacer contacto visual con ella.
—¿Estás bien?— Preguntó.
Asentí sin poder decir ni una palabra. Las manos me picaban por la necesidad de tocarla. Levanté la mirada y mis ojos cayeron en los de ella. Se notaba cansada, la cara notablemente más delgada y definida, sus ojos no brillaban como solían hacerlo. La vi elevar una ceja.
—¿De qué quieres hablar?
Me aclaré la garganta.
—Quiero..explicarte...todo lo que pasó.
No dijo nada, así que seguí hablando. Tomé aire y lo solté, preparándome.
—Rosé toda mi vida estuve escondiéndome de todo, de todos, nunca nadie se había interesado en mí...genuinamente, sin que el hecho de que soy cantante estuviera en el medio. Todos los que se me acercaban era por puro interés de dinero y fama y las personas con las que llegué a tener algo...serio, se terminaron yendo, porque no soportaron el hecho de que mi vida fuera lo que es.—Suspiré—No te dije porque...tenía miedo.
—¿Miedo de qué?
—De que hicieras lo mismo que ellos, de que te fueras y ya no quisieras volver a verme, pero eso pasó de todas formas.
—Jennie yo no habría hecho eso— Dijo con la cara desencajada.
—Lo se, cuando me di cuenta ya era muy tarde.
—¿Ah, en serio?
Su tono sarcástico hizo que el dolor volviera a hacerse presente.
—¿Te diste cuenta cuando aún estábamos juntas, o cuando se fue todo al carajo?
—Lo siento, ¿si? Ya te dije que lo siento, fue mi culpa, lo sé.
—Me hiciste mierda, Jennie, jamás en mi vida, estuve tan mal, ¿tienes idea de lo mucho que te lloré y lo mucho que te extraño? ¿Sabes lo culpable que me sentí por pensar que había sido mi culpa el hecho de que no confiaras en mí?
—No es eso...
—¿Entonces?— Soltó con rabia.
—¡Joder ya te dije!— Exploté— No es que no confíe en ti, Rosé no confío en nadie, todo el mundo me genera desconfianza, joder y cuando te vi...parecías tan sincera, no sé, tenías algo que me generaba confianza, pero, no podía ser tan idiota de dejarme llevar.
No decía nada, ya ni siquiera me miraba.
—Rosé, se que no es fácil de comprender, pero por favor, entiéndeme— Supliqué.
Se cubrió el rostro con las manos y resopló.
—No me puedo quedar más tiempo acá, me tengo que ir.
Salió de los baños dejándome sola. Largué el aire contenido y me miré en el espejo. Me arreglé un poco y salí. Me senté de nuevo en la mesa y le di un sorbo a mi, ya tibio, café. Tiffany no dijo ni una sola palabra, pero se que quiso decirme de todo cuando su mano apretó mi muslo.