Capítulo 4

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Desconocido:

Por fin salgo de ese encierro, odio el olor de esos lugares, es como si me impidiera respirar. Ya sé que no debí escaparme y mucho menos por esa estúpida razón, pero ¿Qué puedo hacer? Quiero vivir mi vida como me plazca.

Mi familia siempre supo que no todo estaba bien en mí, ellos tenían muchas teorías, pero prefirieron ignorar y hoy doy gracias a ello. Desde que la Señora de Rusu falleció, todo cambió.

No voy a donde me guían, no sigo a nadie. Soy mi propia luz y expando mi oscuridad. Todo el que intentó ayudar, perdió su tiempo, aunque ganó mi diversión. Gracias a esos inútiles también.

Estoy fuera de ese jodido lugar y no arreglé nada, vuelvo a hacer lo mismo una y otra vez. Para que decir que no y mentir o mentirme a mí mismo, no es mi estilo.

Y no, no pase por una tragedia, simplemente yo soy la tragedia. Vine a este mundo para que de mí se escuche más que mi voz y eso es lo que voy a hacer, primero me desharé de esta estúpida ropa y luego voy con ellos.
Ellos son mis amiguitos, esos a los que se les podría llamar mala influencia. Bueno creo que en realidad a mi lado nada es mala influencia, al contrario, solo corren el riesgo de ser más mal influenciados. Nuestras relaciones no son las más cercanas, pero me divierte su forma distorsionada de ver la vida.

Espero nadie me vea ahora porque mi sonrisa llega casi a los extremos de mi cara, en estos momentos es cuando podrían llamarme psicópata, ahora si lo reconocería.

∆∆∆

Ya es medio día y no he comido nada, ahora sí estoy adecuadamente vestido, espero nadie se pregunté cómo conseguí la ropa porque sería algo sangriento explicarlo. Mantengo un paso rítmico por el bosque de forma despreocupada. Esquivo con pequeños saltitos las trampas para animales, ¿Qué? Es divertido.

-Bonita vista -sonrío para mí mismo. Hablar solo es algo que últimamente práctico mucho.
Mientras sigo caminando con las manos en los bolsillos de la chaqueta, que por cierto es algo ajustada para mí, ciento unos ruidos extraños, algo así como ramas romperse. Miro a todos los lados y no encuentro nada.
No es hasta que encojo los hombros y me decido a volver a mi marcha que encuentro algo: Aquí está ella, con esos ojos tan peligrosos mirándome.
Me encanta esta chica.

-¿Tú? -me habla con los ojos entrecerrados. Tengo la magnífica fortuna de encontrármela, es un milagro. Debe ser quizás porque estoy en la zona más oscura del bosque.

-Sí, yo -le sonrío descaradamente y acomodo mi cabello hacia atrás.

-No deberías estar aquí -Ella vuelve a su postura desinteresada y casi se da la vuelta para marcharse.

-Lo sé -cualquier otra persona se habría alarmado, pero ella no es cualquiera.

-¿Entonces? -se vuelve a poner de frente a mí y cruza sus brazos bajo el pecho.

-Me aburría allí, eso lo debes tener claro, así que decidí buscar algo que calme mi ansiedad -di dos pasos y me recosté a un árbol junto a mí.

-Cool -esta vez sí dio la vuelta- me sorprende a veces la incompetencia de esos lugares -me miró sobre el hombro inspeccionando cada parte de mi ser, creo que descifró hasta mi alma, luego de eso en una rápida carrera se fue.

Yo ni siquiera hice el intento de detenerla, por más que me guste hablarle, ni siquiera podría. Ella es especial, en muchos sentidos. La quiero para mí, su frialdad es encantadora, quizás sea muy enfermo encapricharse con esa parte de su personalidad, pero es lo que me cautivó.

Peligrosa Atracción [Editando Severamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora