Capítulo 5

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Scarlett:

Hay, por fin en dirección a la habitación del rojo, llevo en mi rostro una enorme y macabra sonrisa. Todos mis colegas se me quedan viendo como si yo fuera una extraterrestre. A ver, que tampoco es para tanto, colegas.

La verdadera razón de su asombro es que...

Lo recuerdo como si fuera hoy, iban ya tres días de trabajo, como quien dice, me acababa de graduar en la Universidad Pública del pueblo. Muchos de mis colegas de trabajo intentaron acercarse a mí, para "platicar" según ellos.

Era tan divertido mirarlos de arriba a abajo y seguir caminando cuando me dirigían la palabra. A ver, a ver, no soy una jodida hija de... su madre. Lo que pasa es que sé cuándo a alguien se le alborotan las hormonas y no, no soy solo la chica nueva y linda para anotarse en su lista de ligues. Puedo sentir el apetito sexual de los humanos, por desgracia, no el de otro sobrenatural.

La cosa es que cuando pasaron unos diez días, quizás menos, ya ninguno se me acercaba. Solo oía como hablaban detrás de mí cuando pasaba por los pasillos, el día al que me refiero, pasó algo que marcó a los trabajadores del hospital.

-Esa es la mujer más difícil que he conocido -susurraba uno ahí.

-Confirmo, me ignoró olímpicamente, ni siquiera habla. Ni con las chicas. ¿Será antisocial? -el otro susurraba igual. Me divierten sus estúpidas teorías.

Yo iba con mi paso tranquilo e imponente y ellos ni remotamente imaginaban que yo los oía.

-Y su aura de misterio y oscuridad da escalofríos -lo sé, mala mía.

-Sí, amigo ella ni siquiera sonríe es...
Y ahí apareció él, pare mi caminar y miré la escena.

Había tomado del cuello de la camisa a uno de los chicos y le habló:

-Hombre que se respeta, no habla a escondidas de una mujer, imbécil.

Le dio una mirada asesina, luego una de soslayo a mí y se fue.

Al sentir que él llegó, sabía que debía voltear, conozco su presencia muy bien, lo conozco de más. Quizás, aunque le diga que lo odio o simplemente le hable poco, lo... Aprecio.

Bueno, luego de ese incidente todos ellos se limitan a tres cosas:

1-Hablar de mí.
2-Mirarme mucho.
3-Acercarse a mí.

Con solo mi presencia impongo respeto, pero él, él se lo ganó, retorcidamente, pero bueno.
Cualquier otra chica odiaría lo que el provocó, o quizás no. Yo por mi parte amo mi soledad y mi forma de ser.

Mejor sola que mal acompañada ¿No?

Mi inexpresivo rostro de siempre y mi aura oscura casi tétrica se mantuvieron intactos desde ese día, hasta hoy. Muy pocas veces había cambiado, por lo menos, no ante todo el personal de este Hospital.

Al ver esta diabólica sonrisa en mi rostro, puedo notar como la curiosidad de todos se amplia. No me gusta ser el centro de atención, pero por dentro, se siente bastante bien.

∆∆∆

Aquí estoy otra vez, en esta puerta, la número 48, me pongo mi gorro y mascarilla de enfermería y con un suave movimiento, giro la perilla de la entrada, ingreso lo más lento que puedo para caer de sorpresa. Estoy personalizando a un monstruo en las pelis de terror, siempre entran de esa jodida forma.

En mi bolsillo derecho la jeringa, en el izquierdo el medicamento en un frasco y en el interior de esta habitación un hombre que se asustó con solo notar mi presencia.

Peligrosa Atracción [Editando Severamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora