Capítulo 20

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Scarlett

—No más sufrir sola, amiga. Ven conmigo.

Agnes estaba blandita, no podía hablar. Notaba como su mente quería asimilar lo ocurrido más su cuerpo no respondía.

Lo he vivido.

La lleve conmigo hacia mi casa, como el camino no era lo que se dice serca, la monte como pude en mi espalda y en pocos minutos ya estábamos.

Entré, la acomodé en mi sofá y me senté a su lado.

—Estoy aquí, cuando gustes puedes descargar todo eso que llevas por dentro.

Agnes me miró con sus ojos rojos y su expresión dolida.

Estuvo en ese bucle de mirarme, abrir un poco la boca, cerrarla y mirar al suelo para luego repetir desde el inicio.

Yo me quedé inmóvil, esperando que ella se decidiera, que sintiera la suficiente confianza como para hablar pero noté que necesitaba un poco de ayuda.

—No sé que significó todo eso que acaba de pasar. Y sé que era algo a lo que no soy digna de espectar. Por tanto, te voy a contar un poco de mi, de mi pasado, en lo que te animas a soltar eso que reprimes y se que quieres contarme ¿Te parece bien? —ella asintió con extremada calma mientras sollozaba y limpiaba sus fluidos.

Mi voz se mantenía suave aunque seria. Intentaba darle un tono más suave y cálido pero también debe entender que tengo mis límites.

—Como debes saber, no nací vampira. La verdad no recuerdo mi vida pasada pero mis padres se encargaron de contarme —Agnes sorbía sus fluidos de mucosidad mientras prestaba atención, sin que pararan de brotar lágrimas de aquellos ojos azules— bueno, resulta que yo sufría de una enfermedad del corazón. Mi corazón empezó a fallar y a los 16 años mi padre me encontró por primera vez. Él andaba en sus típicos viajes, ayudando a vampiros principiantes, incluso dice que andaba con uno de sus alumnos cuando me encontró.

—Debiste ser... una niña... una niña especial para llamar su atención —comentó Agnes con la voz entre cortada.

—¿Ya puedes hablar, eh? —asintió— ¿Me cuentas? —negó.

—Quiero que termines —al menos su curiosidad está luchando con el dolor.

—Vale curiosa. Yo estaba en un estúpido pozo de los deseos ¿Puedes creerlo? Seguro eso se lo inventó él. Bueno, abreviando, él me escuchó pedir mi deseo y se acercó. Me preguntó que por qué quería un nuevo corazón y dice que yo me asusté, le dije chismoso y le apunte con una rama que traía en la mano —Agnes sonrió. ¡Un punto a favor!

—Siempre a la defensiva —comentó. Si, al parecer eso viene en mi carácter desde siempre.

—Él se acercó con las manos atrás y me dijo que solo tenía curiosidad. Qué no iba a hacerme daño y yo le creí. Le conté de mi enfermedad y que máximo me daban dos años de vida. Que todo se resolvería con un nuevo corazón pero éramos de clase media y la lista de espera era inmensa. En fin, que literalmente moriría.

—Eso es muy fuerte —a pesar de los sollozos, su voz era clara.

—Me dijo que si yo era capaz de aguantar tres años me ayudaría de una forma muy peculiar y que yo me emocioné porque el pozo me estaba dando una oportunidad. Dice que de vez en cuando pasaba por dónde yo vivía porque su alumno era un chico de la vecindad de adinerados.

Peligrosa Atracción [Editando Severamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora