La Noble y Ancestral Casa de los Black

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La señora Weasley los seguía muy seria por la escalera.

—Quiero que se vayan directo a la cama, y nada de hablar —dijo cuando llegaron al primer rellano—. Mañana nos espera un día muy ajetreado. Espero que Ginny ya esté dormida —añadió, dirigiéndose a Hermione—, así que intenta no despertarla.

—Bella, ¿no irás conmigo? —preguntó Hermione.

Bella no se llevaba bien con Ginny y eso Hermione lo sabía, pero la señora Weasley no, así que Bella dijo:

—Si no les molesta, dormiré con los chicos.

—Bella, cielo, eso lo hacías cuando estabas más pequeña... y no tenías...—dijo al avergonzada la señora Weasley—. Este... ¡No importa! Vayan.

—¿Qué tanto cuesta decir que el cuerpo de Bella está más desarrollado? —murmuró Fred por lo bajo después de que Hermione les diera las buenas noches, y siguieron subiendo hasta el siguiente piso—. Que lo tenga mejor que el resto de chicas en Hogwarts no es...

—Ya estuvo ¿no? —dijo Harry incómodo.

—Sí, ¿qué formas de hablar de Bella son esas? —dijo la señora Weasley igual de roja que Bella—. Muy bien, Ron, Bella, Harry... —les indicó cuando llegaron al segundo rellano, señalando su dormitorio—. A la cama.

—Buenas noches —dijeron Bella, Harry y Ron a los gemelos.

—Que duerman bien —les deseó Fred guiñándoles un ojo.

La señora Weasley cerró la puerta detrás de Harry con un fuerte chasquido. El dormitorio parecía aún más frío y sombrío que la primera vez que Bella lo había visto. El cuadro en blanco de la pared respiraba lenta y profundamente, como si su invisible ocupante estuviera dormido. Bella se puso el pijama mientras Harry y Ron se volteaban y viceversa, y se metió en la fría cama, mientras Harry y Ron lanzaban unas cuantas chucherías lechuciles hacia lo alto del armario para apaciguar a Hedwig y Pigwidgeon, que, nerviosas, no paraban de hacer ruido moviendo las patas y las alas.

—No podemos dejarlas salir a cazar todas las noches —explicó Ron—. Dumbledore no quiere que haya demasiadas lechuzas sueltas por la plaza porque dice que podrían levantar sospechas. ¡Ah, sí! Se me olvidaba...

Fue hacia la puerta y echó el cerrojo.

—¿Por qué haces eso? —preguntó Bella.

—Por Kreacher —aclaró Ron, y apagó la luz—. La primera noche que pasé aquí entró a las tres de la madrugada. Créanme, no es nada agradable despertarse y encontrarlo paseándose por la habitación. En fin... —Se metió en la cama junto a Harry, se tapó bien y ambos se volvieron hacia Bella en la oscuridad; ésta veía sus contornos gracias a la luz de la luna que se filtraba por la mugrienta ventana—. ¿Ustedes qué opinan?

—Bueno, no nos han contado gran cosa que no pudiéramos haber imaginado, ¿verdad? —contestó Bella, pensando en todo lo que se había hablado abajo—. En realidad, lo único que han dicho es que la Orden intenta impedir que la gente se una a Voldemort ¿Cuándo piensas llamarlo por su nombre, Ron? Sirius y Lupin lo hacen.

Ron no hizo caso de ese último comentario.

—Sí, tienes razón —dijo—, ya sabíamos casi todo lo que nos han contado gracias a las orejas extensibles. Lo único nuevo es que...

¡CRAC!

—¡Ay!

—Baja la voz, Ron, si no quieres que venga mamá.

—¡Se han aparecido encima de mis rodillas!

—Sí, bueno, es que a oscuras es más difícil.

Bella Price y La Orden del Fénix©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora