Detrás del Velo

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Los rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que les cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas les apuntaban directamente al corazón, cosa que hizo a Bella colocarse delante de Harry instintivamente para protegerlo; Ginny soltó un grito de horror.

Harry, aprovechando que Nehyban lo soltó, tomó la esfera con la única intención de protegerla.

—Dame eso, Potter —repitió la voz de Lucius Malfoy, que había estirado un brazo con la palma de la mano hacia arriba. Bella notó un espantoso vacío en el estómago. Estaban atrapados, y los doblaban en número—. Dame eso — dijo Malfoy una vez más.

—¿Dónde está Sirius? —preguntó Harry.

Varios mortífagos rieron; una áspera voz de mujer surgió de entre las oscuras figuras, hacia la izquierda de Bella, y sentenció con tono triunfante:

—¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!

—No, nunca —apostilló otra voz de mujer, que estaba justo al lado de la otra—. Y ahora, entrega la profecía.

—¡Quiero saber dónde está Sirius!

—«¡Quiero saber dónde está Sirius!» —se burló la mujer que habló primero. Ella y el resto de los mortífagos se habían acercado más a Bella y a sus amigos, de los que ahora sólo los separaban unos palmos, y la luz de sus varitas deslumbraba a Harry.

—Sabemos que lo han capturado —afirmó él tratando de no hacer caso de la creciente sensación de pánico que notaba en el pecho, el terror que había estado combatiendo desde que habían puesto un pie en el pasillo de la estantería número noventa y siete. Bella trataba de resguardarlo; era casi su prioridad—. Está aquí. Sé que está aquí.

—El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad —dijo la segunda mujer imitando la voz de un niño pequeño. Nehyban notó que Ron se movía.

—No hagas nada —murmuró Nehyban—. Todavía no...

Las mujeres soltaron una ruidosa carcajada.

—¡Está dando instrucciones a los otros niños, como si pensara atacarnos!

—No sabe lo que somos capaces... —comenzó a decir Harry, hasta que Bella, que seguía delante de él, pegando su espalda a su pecho, le haló la manga de la túnica para que guardara silencio.

—¿Lo han oído? ¿Lo han oído? —dijeron ambas mujeres.

—¡Ah, ustedes no conocen a Potter y a Price tan bien como yo, Bellatrix, Paradox! —exclamó Malfoy quedamente—. Tienen complejos de héroes; el Señor Tenebroso ya lo sabe. Y ahora dame la profecía, Potter.

—Sé que Sirius está aquí —insistió Harry, hablando por encima de hombro de Bella, pese a que el pánico le oprimía el pecho y le costaba respirar—. ¡Sé que lo han agarrado!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque las mujeres fueron las que rieron más fuerte.

—Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter —dijo Malfoy—. Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

—Adelante —lo retó Bella, y levantó su varita mágica hasta la altura del pecho. Todo el que la conociera sabía bien que Bella era capaz de todo cuando se trataba de proteger a Harry.

En cuanto lo hizo, las siete varitas de Nehyban, Harry, Ron, Hermione, Neville, Ginny y Luna se alzaron a su alrededor. El nudo que Harry notaba en el estómago se apretó aún más. Si de verdad Sirius no estaba allí, habría conducido a sus amigos a la muerte para nada...

Bella Price y La Orden del Fénix©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora