Quería seguir durmiendo, me sentía muy agotada, pero había un dolor insoportable en los brazos que no me dejaba en paz, miré estos y me di cuenta de que las tenía vendadas y eso solo significaba que nada había sido una pesadilla si no algo real.
Miré la habitación en busca de Noah, pero no lo encontré, todo estaba vacío, pensé en bajar pero no quería ni levantarme de ahí por lo que solo volví a cerrar los ojos y me quedé dormida nuevamente.
(..)
Llevaba 3 días metida en mi habitación, Noah había venido todos los días para obligarme a comer y aunque él creía que lo hacía todo terminaba en el retrete. Hoy después de mucho sufrimiento podría ir a ver a mi madre, hace un par de días la habían enterrado pero no pude ir, había comenzado a tomar pastillas para dormir a escondidas de Noah y justo en el entierro de mi madre no me pudieron despertar y me llevaron al hospital.
Me hicieron un lavado de estómago por la excesiva cantidad de pastillas y lamentablemente hasta el entierro de mi madre me perdí. Aunque no me sentía con las fuerzas de levantarme tenía que despedirme de la mujer que me dio la vida. Vi como Noah entraba en la habitación, llevaba consigo un pequeño ramo de rosas blancas y vestía un traje negro ceñido a su cuerpo.
- ¿Esta lista? -asentí - ¿Segura?
-Si, eso creo
-El auto está esperándonos
Caminé detrás de el hacia la planta baja, me sentía rara, aunque hayan pasado solo 3 días me sentía extraña bajando a un lugar donde poco había conocido. En el auto Noah intento conversar conmigo como lo hacía siempre que me veía, y aunque lo intentará no podía, ninguna palabra salía de mis labios. Deseaba abrazarlo y agradecerle por lo que hacía, pero tampoco podía, y aunque necesitara un abrazo no era capaz de pedírselo.
-Amelia -me llamo
Lo mire para que supiera que lo estaba escuchando y el siguió hablando
-Creo que deberíamos dejar esto, no pasa nada si no quieres seguir -negué
-No -susurre -Me has ayudado mucho, me toca a mi
-No tienes la obligación
-No importa...
El siguió conduciendo, pero esta vez no decía nada, mientras más avanzamos más ganas de llorar venían a mí, quería lanzarme a los brazos de Noah y que me abrazara como lo había hecho estos días.
Al llegar al cementerio mi corazón se estrujo por completo, odiaba estos lugares. Un nudo se instaló en mi garganta y las lágrimas se comenzaron hacer presente aun sin haber bajado del auto. Noah me abrió la puerta ayudándome a bajar y guiándome al interior del lugar. Mi madre no fue enterrada lejos de la entrada gracias a que Noah dijo que muy probable quiera venir seguido no tendría que buscar mucho.
Mire atenta su lápida con el corazón roto y la vista borrosa por las lágrimas. Había estado aguantando mucho para no quebrarme, pero al tener esto frente a mí no me aguante más y me derrumbe de rodillas.
-Lo siento mamá, debí escuchar cuando me decías que no te sentías bien. Debí sacarte de esa casa cuando el comenzó a golpearnos, te amo demasiado y te extraño. No tendré con quién volver a hablar de lo que me sucede y que se burle de mi -sonreí -Juro que te amare por siempre mami
Confesé absolutamente todo, saqué cada pedazo que dolía de mi corazón y se lo dije. Ahora solo quedaba aprender a vivir con el dolor que sé que nunca se irá.
Quería seguir hablando con ella, aunque sabía que no tendría una respuesta, me sentía un poco mejor en ese lugar. Acababa de llegar hace menos de 20 minutos y parecía que el clima estaba en mi contra cuando comenzaron a caer pequeñas gotas que poco a poco se convirtieron en grandes mojándonos por completo.
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El Trato Perfecto [#2]
RomanceLibro #2 de la Bilogía PERFECTOS Historia independiente "Yo soy fuerte, yo puedo" era lo que se repetía en la mente de Amelia Jones cada día, aquella chica que podía parecer normal pero bajo esa hermosa sonrisa escondía unas terribles marcas. Unas...