CAPÍTULO IV - EL PODER DE UN DIOS EN EL CUERPO DE UN MORTAL

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- Estas mintiendo – me dijo Firegel mientras me ahorcaba – el príncipe está muerto

- Pu...puedo comprobarlo – levanté mi manga y le mostré la marca de la familia.

- Me suelta – los llevaré a los dos ante el rey, y si estás mintiendo, gozaré personalmente destruir tu cuerpo y arrancarte extremidad por extremidad.

- Lamento decirte que no vas a extirparle las extremidades a nadie.

Una pequeña nave de transporte llegó y nos llevo a Zalma y a mí al palacio.

- ¿Es cierto?, ¿eres el príncipe? – me preguntó Zalma

- Sí.

- ¿Alguien más lo sabía?

- Ron y Dalma, desde el primer día que me vieron.

- Debiste decírmelo.

- ¿Para qué?, ¿para que me entregaran al ejército y me torturaran por información?

- ¿Sabía que tu padre iba a volver?

- Era una posibilidad, tenía fe de que no sucediera.

- ¿FE?, ¡PUDISTE DECIR ALGO! ¡PUDIMOS HABER ESTADO PREPARADOS!

- Quise dejar mi pasado atrás, el día de la rebelión Kartus murió y nací yo. Zalma, perdón, pero debes entenderme, yo – respire un poco – me arrepiento de los actos que cometía mi familia, pero, ¿puedes culparme?, yo no tenía conciencia de la maldad que hacíamos, no hasta que conocí la maldad por cuenta propia.

- ¿A qué te refieres?

- ¿recuerdas que una nave fue derribada antes del escape del rey?

- Sí, el ejército no encontró a nadie dentro de la nave y se creyó que fue una distracción.

- Exacto, fue una distracción, pero la nave no estaba vacía, bueno, estaba vacía cuando la abandone.

- ¿Qué?

- Mi propio padre – comencé a llorar – me utilizo, me dijo que vaya al hangar y vaya a la galaxia Yarum en busca de ayuda, y resultó que me utilizo como distracción.

- Entonces...

- Lo odio con todo mi corazón, pero lamentablemente, mi lazo de sangre con él fue la única forma de la que te pude salvar.

- Espera un momento, si tú estás aquí, entonces la nave no llegará a Parta.

- No te preocupes por eso, una teniente del ejército estaba en la nave con resaca, pero estará bien, ella está en camino a Parta por los refuerzos.

- Al menos eso es algo positivo.

- Zalma, yo...

- Ahórratelo, no tengo ganas de hablar.

Finalmente llegamos al palacio, dónde mi padre nos estaba esperando en su gran salón, de nuevo en su trono, mirando a sus sirvientes con toda la arrogancia posible.

- Firegel, que está haciendo aquí, regrese y aniquile a todos los supervivientes.

- En eso estaba, "su majestad", hasta que me tope con este insecto que dice ser su hijo, creí que podría interesarle.

- ¿Qué?

- Me empuja Firegel para que me arrodille en frente de mi padre y muestra mi marca - ¿esta marca le parece conocida?

- No lo puedo creer, está vivo.

- No gracias a ti, traidor.

- Créeme Kartus, hay cosas que no comprendes.

EL FIN DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora