CAPÍTULO XXXVII - EL ÚLTIMO HIJO DE ZEUS

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- No entiendo - pensó Firegel - ¿qué es todo esto?

- Cuando Latimus y yo luchamos creamos por accidente el universo, y el primer planeta que se creó, es el planeta de tu especie, los ángeles. Y tú eres el último ángel de fuego, la raza más poderosa de los ángeles, tanto así que solo hay uno cada 1000 años. Durante años tu especie conquistaba planetas y galaxias a nombre del primer Ángel de Fuego, Baelor. Sin embargo, el septimo ángel de fuego, Sandor, vio las atrocidades provocadas por la conquista, así que debido al gran poder que tenían los ángeles, como ángel de fuego decidió quitarles esos poderes y borrarles la memoria a todos para evitar más derramamiento de sangre. También selló el poder de los ángeles de fuego futuros para evitar más de lo mismo. 

- ¿Por qué simplemente no los quitó como con los demás ángeles? 

- Porque esos poderes son tan fuertes que ni siquiera el mismo ángel de fuego puede borrarlos. Con el tiempo los ángeles se volvieron una especie pacífica, y cada que nacía un ángel de fuego no ocurría nada, hasta que llegaron los esclavistas. Tu especie es también la más hermosa del universo, por lo mismo que al ser ahora dóciles, eran los esclavos perfectos. Las mujeres y hombres por igual, vendidos usualmente como simples objetos sexuales. De una pareja de ángeles esclavos, naciste tú, y bueno, el resto ya lo sabes.

- Entonces, esa vez que me diste mis poderes...

- Yo no te di nada, yo solo destruí el sello de Sandor, sin embargo, no pude romper el sello de tu bestia interior, es algo que debes hacer tú ahora. 

- ¿Mi bestia interior?

- Cada ángel de fuego esta atado a un animal que hace que tus poderes aumenten. En tu caso, bueno, ya oíste el llamado de tu bestia interior. Al igual que ella, tú lograste surgir de las cenizas. De tu pasado violento. ¡ES HORA QUE DEMUESTRES QUIÉN ERES!

En su subconsciente, Firegel encontró el sello de Sandor para su bestia interior, sin embargo, antes de abrirlo, se encontró con los rastros de la conciencia de Sandor. 

- ¿Quién eres? - preguntó Firegel

- Soy lo que queda de la memoria de Sandor, y aquí estoy, como guardián de tu bestia interior, y no puedo permitir que rompas el sello. 

- Estoy apunto de morir, por si no lo sabes, así que permiso para que pueda salvarme y matar a estos tontos - Avanza pero Sandor la encierra en una jaula mental - ¿pero qué mierda? - trata de romper las barras y no puedo - Este es mi cerebro, tú no tienes poder aquí.

- Claro que lo tengo. Cómo el último ángel de fuego que pudo usar todos sus poderes, soy mucho más poderoso de lo que tú eres, tengo más poder en tu propio cerebro que tú. 

- No puedes hacerme esto, ¡estoy a punto de morir!

- Es lo mejor. 

- ¿Disculpa? 

- Los ángeles de fuego hemos provocado demasiada destrucción a lo largo de la historia, y tú fuiste de las peores. He visto como asesinaste a varios, miles, millones. Destruiste un planeta solo para demostrar tu poder, un poder que no debe ser usado para cosas de ese tipo. 

- ¿Solo viste eso?, ¿no viste lo que hago cada verano en nuestro planeta de origen?

- Eso solo es la calma antes de la tormenta, y si bien es un acto noble, una acción no borra mil atrocidades. 

- Sabes que soy la única que puede protegerlos. Si muero, seguirán esclavizando a más de los nuestros. Y eso haría...

- ¿Qué?, ¿qué haría?

- Firegel respira - Que  hayan más como yo. 

- Te daré la oportunidad, Tamara, de usar tu bestia interior, pero solo abriré el sello por esta vez - abre el sello - entra en contacto con tu destino. 

EL FIN DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora