CAPÍTULO XXVI - DEBER DE HERMANO

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Tynan había salido de prisión, asesinando a cualquier amazona que tratara de detenerlo. No le costaba mucho, sus poderes habían evolucionado con la ayuda de Darkus, ahora era capaz de matarlas con solo absorber su energía vital con un pensamiento. Los brazaletes de inmunidad eran completamente inútiles. Sin embargo, la alarma había sido activada a las 2 de la mañana en la isla, y para la mala suerte de Tynan, todos los dioses estaban en el Olimpo, pero eso era algo que él ya sabía.

No tenía tiempo que perder, así que lo primero que hizo fue ir al hangar a buscar alguna nave, y afortunadamente para él, encontró la nave personal que Apolo había hecho.

- ¡TYNAN! – Aparece Atenea en el hangar – te sugiero que te entregues – el cielo comienza a nublarse, con una tormenta eléctrica encima – antes de que tengamos problemas

- Ambos sabemos que no eres capaz de matarme, después de todo, si pudieras hacerlo, no habrías tardado tantos años y lo hubieras hecho cuando nací – dijo Tynan

- ¿Cómo sabes eso? – dijo Atenea un poco sorprendida

- Mi nuevo maestro. Él los ha observado durante estos últimos 13 años. Crees que ustedes ganarán, pero no hay nada más alejado de la realidad. Los mataremos a todos y el futuro que viste, será realidad.

- No si yo lo impido – agarra un rayo en su mano

- ¡Perfecto! – decía Tynan en la compuerta de la nave, mientras levantaba sus brazos – atácame, ¡vamos!

- Atenea lo piensa – Esta es tu última oportunidad

- Yo ya tomé mi decisión, solo falta la tuya

- Lo siento Annia – decía Atenea en su mente – pero no me queda alternativa – apunta el rayo a Tynan hasta que...

- ¡NOOOO! – cómo si la hubiera llamado con el pensamiento, aparece Annia que empuja a Atenea quién termina lanzando su rayo a otra dirección.

Aprovechando la oportunidad, Tynan inmediatamente subió a la nave y cómo si su vida dependiese de ello (y si lo hacía), logró prender la nave y para cuando Atenea se dio cuenta, ya había salido del planeta.

- Annia, ¿te das cuenta que podría empujarte a 100 metros de distancia con solo usar mi meñique?, ¿cierto?

- ¡NO ME IMPORTA!, no podía permitir que matarás a Tynan

- No iba a matarlo, iba a destruir su nave, aunque la explosión pudo haberle dejado heridas graves, pero no matarlo.

- ¡Ese no es el punto!

- Bueno – Atenea se para y respira – ahora tenemos que buscarlo, convocaré a una reunión con el resto de los dioses. Como madre de Tynan, puedes venir.

Tynan en su nave

- A ver, si mal no recuerdo, la frecuencia era esta – Tynan comienza a mover unos cables - ¡Listo!

- Esta frecuencia radial es de propiedad de Lord Darkus, ¡identifíquese!

- Tranquilo amigo, te voy a transferir mis códigos – los transfiere - ¿listo?

- ¡Oh!, señor Tynan, lo lamento, ¿qué necesita?

- Comunícame con Damon de inmediato.

- ¡Si señor! – transfiere la transmisión

- Pero miren quién volvió – decía Damon riéndose – el mejor estratega de todo el imperio – decía sarcásticamente

- Ríete lo que quieras, lo importante es que logré escapar.

EL FIN DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora