— Vamos, pasa— su amiga se hace a un lado a la vez que extiende la mano, invitándola a pasar—. Ya sabes dónde está la habitación de invitados. Puedes dejar todo allí.
No es la primera ni la segunda vez que se queda a dormir en su casa. Se conocen desde el colegio y desde aquel entonces se la pasaban en la casa de la otra o en la de Alba. Al principio quedaban para jugar o ver alguna película que habían alquilado en un pequeño videoclub que hay en la ciudad. A medida que crecían podría cambiar el motivo de la quedada, pero nunca el hecho de pasar el fin de semana en casa de alguna de las tres.
Pasa al interior de la casa, que sigue tal y como la recordaba: techos altos, paredes blancas, suelo de parqué, muebles de madera clara y algunas fotos y cuadros salteados. El olor a queque recién hecho invade sus fosas nasales, como cada vez que pisa esa casa. Del pasillo aparece un hombre alto y canoso el cual lleva un bigote blanco.
Es Paco, el padre de Chloe.
— ¡Vero, cuánto tiempo! Bienvenida de nuevo. Como si estuvieses en tu casa, ya lo sabes— le guiña un ojo a al tiempo que se seca las mana con el paño de cocina que hace nada colgaba de su hombro. La chica le sonríe.
Chloe le coge del brazo para ir a la sala de invitados, que está en esa misma planta. Cogen el pasillo derecho, pasan el comedor y llegan hasta los dos escalones que dan paso a la habitación previamente dicha.
Su amiga mueve el picaporte de color plata y la puerta de madera se abre, dejándo ver su interior. Un pequeño pasillo las recibe, el cual tiene una puerta a la derecha que da acceso al baño. Avanzan y llegan a la zona del dormitorio en cuestión. Con lo primero que se encuentra es con un espejo de pie junto al armario de puertas correderas. En frente hay una cama de matrimonio con sábanas y cojines blancos y verdes, con dos baldas de madera a modo de mesita de noche con dos lamparitas de noche. Sobre esta, en la pared, hay dos cuadros minimalistas con dibujos de hojas de color verde y negro con el fondo blanco nuclear. A la derecha de la cama se encuentra la ventana, adornada con una preciosa cortina blanca, con vistas al jardín delantero.
— ¿Ya desayunaste?— Verónica asiente mientras coloca sus cosas a un lado.
— Ya conoces a Aarón. No me dejaría salir del apartamento sin asegurarse de que tenga el estómago lleno.
Chloe se ríe y le dice a su amiga que la acompañe hasta su habitación. En el camino se encuentran con Zeus, el husky siberiano de la rubia, el cual las sigue escaleras arriba y, una vez en la habitación de su dueña, se arrima a Verónica para que le dé mimos.
— Siempre hace lo mismo cuando vienes. Pasa de mí— dramatiza la rubia, tirándose a la cama como si estuviese en una telenovela de esas que solía ver con la abuela.
— No dramatices. Sabes que solo estará conmigo cinco minutos, luego se irá contigo y se quedará dormido a tu lado.
Se pasan un largo rato cotilleando hasta que deciden llamar a su otra amiga y hacer una pijamada como lo hacían antes.
Primer tono.
Segundo tono.
— Dime Chlowichi— dice nada más descolgar.
— Tú, yo, ricitos de bronce y una noche de chicas. ¿Qué me dices?
— A preparar la mochila se dijo— nada más decir eso, Alba corta la llamada.
— Y yo que pensaba que iba a costarnos más traerla hasta aquí.
— Ya sabes cómo es Alba. Siempre tiene los zapatos puestos y la mochila detrás de la puerta— dice la morena mientras se encoge de hombros y dibuja una pequeña sonrisa en su delicado rostro.
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Secuestrada
TienerfictieVerónica, una chica normal , vive su vida como cualquier universitaria hasta que esta cambia por completo. ¿Por qué estaba allí? ¿Qué significaban todos esos papeles? ¿Por qué estaba él allí y no hacía nada para sacarla? Algo muy grande se esconde d...