Capítulo 3

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Un fuerte dolor de cabeza es el causante que despierte y al abrir los ojos me siento desorientada. Sábanas de seda roja cubren mi cuerpo en una gran cama donde podrían dormir una doce de personas «exagero, pero si podrían dormir unas seis de mi tamaño» y es ahí donde me doy cuenta que, esta no es mi cama, estas no son mis sábanas y mucho menos esta es mi habitación.

Cubro mis ojos con las manos, tratando de pensar que fue lo que ocurrió anoche, lo último que recuerdo es estar bailando con un moreno.

"No pude haberme acostado con el moreno" es lo que pienso y es que no me gusta tener relaciones sexuales con desconocidos, nunca se sabe que clase de enfermedad le puedan transmitir.

Me siento en la cama y las sábanas caen en mi cintura, notando que solo estoy en ropa interior «No puede ser».

Recorro la habitación con la mirada en busca de una noche desenfrenada, pero veo todo en orden, el otro lado de la cama está perfectamente organizado, como si ahí, no hubiese dormido nadie. En la habitación no hay ningún retrato o foto de alguna persona, veo tres puertas, decido entrar a una, se trata del baño el cual tiene un profundo olor a loción de hombre que aspiro con gusto, el baño es inmenso pero lo que capta mi atención es el gran jacuzzi que tiene, e igual que la cama entrarían seis cuerpos.

Frustrada salgo del espacioso baño, para ir en busca de mi ropa y mi bolso; no los encuentro por ningún rincón de la habitación, entro a una puerta corredizas la cual deduzco es el clóset y acierto al sumergirme en cientos de prendas oscuras y trajes.

¿Dónde estoy? Una gran preocupación me embarga.

Agarro una camisa manga larga de botones al no encontrar mis prendas, no pienso enfrentarme a la persona que me trajo aquí en ropa interior, la camisa me llega un poco más abajo del trasero haciéndome sentir más cómoda.

Mi padre debe de estar preocupado y Anastasia también... La cabeza me explotará en cualquier momento, siento como si un concierto de rock se desatará en esta. No sé que hacer...

— Veo que has despertado— me sobresalto en mi lugar, por la sorpresa y al reconocer la voz de las pocas personas que conozco con ese característico acento y potencia al hablar que me causa escalofríos.

— ¿Tú?- digo con asombró al voltear y verlo, perfectamente vestido con unos pantalones negros y camisa del mismo color, con las manos dentro de los bolsillos—. ¿Que hago aquí?— mi dolor de cabeza se intensifica.

— Sí, yo— me da una sonrisa de medio lado mostrando unos perfectos dientes blancos y juro por el de arriba que si no me encontrará en esta situación, ese simple gesto hubiese causado estragos en mi sistema—. Y el que haces aquí...— camina hasta mí cortando mi respiración, hasta que lo único que nos separa son dos pasos—.  Por muchas razones, te encuentras aquí— habla bajito inclina su cabeza hacia abajo para poder verme a los ojos, estira su mano y me acaricia la mejilla, cierro los ojos sin querer.

— Esa no es una respuesta coherente— hablo luego de humedecer mis labios los cuales se habían secado— ¿Por qué estoy aquí?- repito.

— Porque yo quiero— el aire me falta, no entiendo absolutamente nada de la situación pero sus palabras están haciendo que mi interior tiemble— Me gusta tu camisa— traslada su mano hasta el cuello de esta, rozando mi piel en el proceso.

— Ese no es motivo suficiente para encontrarme aquí, quiero volver a mi casa— doy un paso atrás dejando caer su mano—. Y quiero mi ropa de vuelta.

— Lo que me pides es imposible, en estos momentos no puedo llevarte a tu casa, y por qué querer tu ropa si esa camisa te queda mucho mejor— vuelve a hacer el intento de acercarse y yo camino esquivando lo, para terminar en la otra punta de la habitación.

—¡Me vale mierda que sea imposible llevarme, quiero mi ropa y mi teléfono que yo misma voy a llamar un taxi para que me lleve a mi casa!- grito abrumada por toda la situación.

— Claro, yo mismo te llamo al taxi— camina relajado hasta la puerta que dirige fuera de la habitación—. Pero antes, déjame ver si le salen alas para que pueda llevarte hasta Los Ángeles— esta vez si sonríe dejando ver su dentadura completa.

— ¡No estoy en Los Ángeles!— un grito ahogado sale de mi garganta— ¿Dónde mierdas estoy?— camino rápido hasta donde él se encuentra para jalar lo y hacer que baje para estar a la misma altura—. Exijo saber dónde estoy imbécil.

Su mandíbula se contrae y su humor se esfuma—. Toda una fiera— responde, suelta mis manos de su camisa para después tomarme de la cintura y alzarme— Me gusta, me gusta que seas una fiera— sus manos en mis caderas me queman, soy el fósforo y él la gasolina, en mi interior estoy ardiendo y eso me perturba, me deja en blanco.

— Suéltame— digo reuniendo todas mis fuerzas—. Por favor suéltame.

— No— intensifica su agarre—nunca más te soltaré.

— ¿Dón...de estoy?— repito

— Conmigo, en mis brazos, dónde estarás apartir de hoy— estoy loca, estoy loca, pero la humedad en mis bragas me confirma que ahora sí me he excitado, él hace que enrosque mis piernas en su cintura y aprieta mis nalgas para mantenerme pegada a su torso.

— Estás loco, no te conozco, quiero irme a mi casa— un par de lágrimas salen por mis ojos, él sube su mano y las limpia suavizando su gesto.

— Estoy totalmente loco, y porque estoy loco no te dejare ir, no otra vez— lo último lo dice en un susurro pero logro entenderlo perfectamente, por la posición en la que nos encontramos. Pero no entiendo porque ha dicho que no me dejara ir otra vez, si apenas es la segunda vez que lo veo en mi vida—. No cuentes con que te dejare marchar, así tenga que retenerte a la fuerza, lo haré.

No respondo, analizo primero sus palabras anteriormente dichas; él me conoce, pero ¿De dónde, si lo he visto solo dos veces?. Sus intensos azules ven mis ojos verde, esperando que diga algo, pero por más que quiera las palabras no me salen, recarga su frente en la mía y yo cierro los ojos.

— No entiendo nada, estoy desconcertada, abrumada, la cabeza me estallará de tanto pensar, por qué me hablas como si me conocieras desde hace mucho — todo lo digo sin abrir los ojos— ¿Dónde estoy y de dónde me conoces Alek?

— Estas en Rusia


Extrañé demasiado escribir de estos dos personajes (comienza a sollozar)

Mi RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora